viernes, 30 de noviembre de 2012

Es cosa de todos nosotros


Que, aunque no nos hayamos dado cuenta hasta ahora, la mayoría de los españoles somos más pobres que hace, digamos, seis o siete años…,  es algo que ya nadie, ni siquiera los que siguen montados en el Euro, se atreven a discutir. Ello se debe a que España, en su conjunto, sigue sufriendo las consecuencias del mal hacer de algunos,  que, pudiendo poner remedio durante unos cuantos años,  miraban para otra parte o, indecentemente, negaban la realidad que veían venir y, para colmo de indebidas ocurrencias,  nos entramparon a todos hasta lo intolerable sin ocuparse lo más mínimo de las necesidades reales de los españoles.
Tan aplastante evidencia  se traduce en  el achicamiento de la cesta de compra de las amas de casa, en las colas del INEM, en los comedores de Cáritas, en las caras largas de casi todos nosotros…, e incide en el tambaleo del euro  con el riesgo de que la economía europea, incluida la española, descienda a tercera categoría…
¿Qué hacer para recuperar tanto terreno perdido? ¿Esperar a que nos ayuden desde afuera sin aportar nada a cambio? ¿Negar la realidad y gastar más y más a base de incrementar el abismo de la deuda? ¿Soñar  con que los que más tienen  entonen el mea culpa y por arte de birlí-birloque piensen en los demás antes que en sí mismos? Todos estamos en el mismo barco y a todos corresponde poner de nuestra parte lo que corresponda para que el barco no se hunda y llegue lo más pronto posible al puerto señalado por quien asume la responsabilidad de dirigirlo: Para desgracia de todos nosotros, vemos que tal dista mucho de suceder.
Seguro que parte de lo que el Gobierno planea y ejecuta podría ir mejor de lo que va, que enormes partidas de gasto o se pueden reducir o traducirse en incentivos para la creación de empleo, que la Burocracia Europea, además de lenta,  es víctima de  tan encontrados  intereses que, a veces, parece imposible aplicar incluso las buenas soluciones acordadas en el momento y lugar oportunos… Pero, para bien o para mal (más para bien que para mal),  pertenecemos a la Unión Europea, contamos con una moneda única  (hoy por hoy  relativamente fuerte en el Mercado Mundial)  y, en razón de ello, no nos cabe mejor solución que sacar el máximo partido de las reglas del juego.
Nadie puede dudar que, en razón de ello, nuestro Gobierno ha salvado muchos baches, ha hecho cosas que prometió no hacer, pero que están resultando convenientes e imprescindibles  para tapar  enormes e inapropiados huecos del gobierno anterior; que, todavía, queda largo trecho que recorrer y que el absurdo de los absurdos es pretender que con nosotros no va la cosa mientras que unos pocos   derrochan energías en agravar  la situación  pretendiendo  lo inoportuno además de injusto (por ejemplo, huelgas sin ton ni son) con lo de seguir en la recalcitrante mentira de que una nación moderna puede salir de sus propios baches saltándose a la torera las reglas por las que se rige la convivencia mundial y sin las cuales no es posible el encauzamiento de la economía nacional, promover la creación de empresas y, por lo mismo, empezar a resolver la lacra del desempleo.
¿No creéis que el problema es de tal calibre que lo único que cabe es razonar sobre lo que a cada uno corresponde hacer en beneficio de tonos incluidos nosotros mismos? Claro que, puesto que la Crisis nos afecta a todos (o a casi todos), salir de ella es cosa de todos.  
No nos justifica ni nos exime de responsabilidad el que algunos ciudadanos se aferren a sus patrañas y errores  y, malévolamente, se dediquen a agravar  la crisis en lugar de aportar lo que les corresponde para achicarla: por usted va, culpable de lo mucho que hoy ocurre, y por usted, que en lugar de hacer frente a su problema, lo distrae agravando el problema de los demás como si pensara que el mal de muchos se traduce en bien propio.
Una vez  más os recuerdo el dicho de uno de mis viejos maestros: Seamos tú y yo buenos y habrá dos pillos menos.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Vayamos hacia las 35 horas semanales


Todos vemos el problema; pero pocos quieren o queremos ver  la parte que nos toca en la solución. Me refiero ¿cómo no? al problema del desempleo. Siendo verdad como es todo lo de la crisis y de la falta de dinero propio para la imprescindible recuperación, no es lo mejor que puede ocurrir el que nos consolemos con la fea costumbre de echar balones fuera luego de cerrar los ojos,  no sea que aparezca en el horizonte un atisbo de luz, que nos lleve a reconocer verdades cómo la del progreso tecnológico, gracias al cual,  lo que, hace varios  años, requería X horas de trabajo, hoy se pueda hacer por la mitad o la cuarta parte de tiempo. En cambio siguen siendo las mismas las horas reglamentarias de trabajo por semana. ¿No obliga ello a una reflexión y consiguiente adaptación de forma que, por ejemplo, haya más gente trabajando con menos horas de trabajo por persona?
La cuestión ya preocupaba al que esto escribe hace ya más de doce años,  en que se daba vueltas a la posibilidad de reducir a 35 las horas semanales.  Al respecto escribió ( ABC  1/3/2000) lo siguiente:
¿35 horas? Algo así parece que exige la consideración de que muchas de las herramientas de ahora, en comparación con las de hace 50 años, permiten la drástica reducción del tiempo que se necesita para éste o aquel trabajo, lo que, sin duda, ha contribuido a esa lacra del paro actual.
De acuerdo, pues, con lo de las 35 horas siempre que no se rompa una regla elemental de lo que se llama Economía de Mercado: do ut des y, si uno trabaja porque cobra, el otro invierte o abre una fábrica porque su capital encuentra la deseada compensación. En una sociedad como la nuestra el progreso económico depende del buen cauce que encuentren las necesarias motivaciones, tanto en el trabajador como en el empresario, siempre en el ámbito de la libre competencia. Las leyes a lo más que llegan es a prevenir abusos y a limar, mediante la adecuada presión fiscal, las aristas del acaparamiento o de la especulación.
Dicho esto y puesto que, por activa y por pasiva, se habla de las 35 horas, desde un lado, sin reducción de sueldo, y del otro, en posición radicalmente contraria sin que ello signifique un mal disimulado incremento del 14,39 por ciento de ese mismo sueldo… ¿No entramos en el terreno de la confrontación sin remedio o del sarcasmo cuando parece demostrado que la progresiva marcha de nuestra economía exige un equiparamiento entre la inflación (presupuestada en un modesto 2 por ciento) y los costos salariales? ¿Qué se puede hacer que no sea traumático para nuestra economía?
Tal vez baste aplicar un poco de imaginación al anquilosado sistema de retribuciones como, por ejemplo, cambiar el concepto salario mes o salario semana, tan rígido él, por el módulo salario hora, cuyo valor inicial sería el resultante de dividir el salario-semana entre cuarenta horas o el salario-mes entre 168, fijarlo por ley según categorías y dejar al acuerdo de las partes y al libre juego del Mercado la posterior regulación sobre los tiempos mínimos o máximos. Seguro que así las discusiones entre unos y otros se moverían dentro de la racionalidad y de un equilibrio de intereses.
Se escribía esto hace ya más de doce años, cuando el paro era prácticamente la mitad del actual ¿No es tiempo de que quien proceda se aplique a considerar la cuestión?

jueves, 11 de octubre de 2012

ESPAÑOLICÉMONOS DE VERDAD TODOS LOS ESPAÑOLES


Uno no acaba de entender por qué un apunte tan de sentido común como ése de que todos los españoles debemos sentirnos españoles por la simple razón de ser españoles ha armado el barullo que ha armado con las subsiguientes  tonterías que se oyen al respecto desde todos los ámbitos de la política española. Son tonterías que se repiten y vuelven a repetir como si se pretendiera echar por tierra la evidencia de que  una tontería repetida por  millones de bocas  no deja de ser tontería, que dejó escrito Anatole France
Pero, pese a quien pese, entre tanta tontería, no faltará quien encuentre razones para renunciar al noble y gratificante ejercicio de reflexionar y, “aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid”,  atreverse a pedir el repudio de quien, como español y servidor de los españoles, trata de que todos y cada uno de los españoles hagamos nuestro lo mejor de España, entre ello, podernos expresar correctamente en español, idioma que hablan más de quinientos millones de personas.
 Ante  tamaño despropósito, cabe la siguiente pregunta ¿Tiene algo de extraterrestre el hecho de que un Ministro del Gobierno de España exprese  en el seno de la Soberanía Nacional, ni más ni menos, el interés del Ejecutivo de "españolizar a los alumnos catalanes" con el fin de que "se sientan tan orgullosos de ser españoles como catalanes"?  Lo dijo luego de hacer ver cómo "la deriva que ha tomado parte del sistema educativo en Cataluña" facilita que se produzca una "minimización" de los elementos históricos que configuran la historia de Cataluña dentro de España y que, en cambio, "se exageren, a veces hasta la caricatura, los elementos particulares de Cataluña".
¿Acaso no es verdad que, erre que erre, unos pocos españoles de vía estrecha llevan años obsesionados por el disparate de desespañolizar  una parte de las escuelas españolas con la triste consecuencia de que no pocos alumnos terminan no sintiéndose españoles? Además de una torticera interpretación de la historia ¿No es ello enorme injusticia para una parte de nuestra gente, que verá así mutilada su capacidad para enfrentarse con éxito a los problemas de su propia vida?
 Claro que el hecho, con ser muy grave, no es suficiente para llevarnos a la desesperanza. Dígase lo que se diga, es incuestionable verdad  que en España no faltan hombres y mujeres, mujeres y hombres (valga la redundancia),  que se aplican a resolver los graves problemas que, hoy por hoy, padecemos los españoles de arriba y de abajo, de la derecha y de la izquierda, sin parar mientes en tanto y tanto ataque sin sentido, en tanta y tanta maniobra para hacernos correr hacia atrás.  Ello no quita que se multipliquen por cien o por mil los vendedores del humo de la confusión (puros desmadres colectivistas y separatistas), con el consiguiente peligro de desmoralización para cuantos se toman (nos tomamos) en serio eso de que nada bueno se puede lograr sin un comunitario trabajo alimentado por una previsión, una generosidad y una libertad al hilo de los tiempos que corren:  razón de más para, sintiéndonos plenamente hijos de la Madre España, todos y cada uno de los españoles nos apliquemos de verdad a potenciar lo que nos une en lugar de perder energías escuchando o, lo que es peor, siguiendo a cuantos viven de la mentira o del afán por hacer crecer lo que puede separarnos, esos mismos que  no quieren enterarse de que estamos en crisis y empieza a faltar dinero para lo realmente esencial.
¡¡Enteraos de una vez  todos los que no hacéis más que remar hacia atrás!!

jueves, 13 de septiembre de 2012

DEMAGOGIA Y MÁS DEMAGOGIA


Acabamos de leer que “el sindicato CC.OO. ha advertido de que la nueva normativa que regula el Plan Prepara desvirtúa la naturaleza del programa y restringe el acceso al mismo, cumpliendo con el verdadero objetivo que parece tener el Gobierno, que es redistribuir los recursos y no tenerlos que ampliar con un incremento presupuestario extraordinario” y, de hecho,  critican que esa ayuda discrimine entre los que verdaderamente lo necesitan y los que la toman como un ingreso que viene bien para lo que se tercie.
Esto no es más que una perla de las muchas a las que nos tienen acostumbrados cuando contra argumentan con salidas por la tangente en cuestiones como la de que  ¿para qué sirven tantos y tantos liberados sindicales? ¿por qué no se ha de cumplir con la norma establecida  sobre lo de las horas lectivas? ¿por qué se oponen a que las empresas contraten de igual a igual con sus propios trabajadores? ¿por qué no aspiran a la libertad de criticar sobre todo aquello que no favorece al trabajador viviendo de las cuotas de sus afiliados como hacen los sindicatos que realmente cumplen con la función que les corresponde?
Volviendo al asunto del llamado Plan Prepara … ¿tienen alguna propuesta mejor que, sin costar más dinero (tan escaso él por culpa de lo que todos sabemos), cubra necesidades elementales y, de paso,  ayude a la “reinserción laboral” a  todos los que se desviven por hacerlo y no lo logran? Alrespecto y dado que  “la norma incorpora la obligación de realizar acciones de búsqueda activa de empleo durante un periodo mínimo de 30 días y acreditarlo por parte del solicitante…” ¿Es tan malo eso de  pedirles que demuestren que la búsqueda de un trabajo de acuerdo con sus aptitudes es la principal de sus preocupaciones?
Es cierto que  estamos sufriendo una gravísima crisis difícil de imaginar hace no más de ocho años; pero esta crisis no ha surgido sola  ya que, por acción u omisión, es obra de muchos de nosotros, incluidos los que más protestan sin aportar remedios que no sean peores que la enfermedad.
Seamos  serios aunque solamente sea para no dar falsas esperanzas a los que más padecen la crisis y, por defender a los suyos, están dispuestos a agarrarse a un clavo ardiendo

martes, 4 de septiembre de 2012

LIBRÉMONOS DE COMULGAR CON RUEDAS DE MOLINO


¡Qué fácil y tontorrón es  hablar por hablar cuando no por ocultar  que seguimos en la inopia en todo lo que se refiere a constructivas y viables ideas! Para muchos (y muchas) es la forma de desahogarse  cuando se es político (o política) de profesión, se tienen mínimas posibilidades de ejercer responsabilidades de gobierno, se ve obligado (u obligada) a expresar lo que se entiende por buena gestión democrática y, a falta de algo substancial de cosecha propia, se hace fuerte en la siguiente absolutamente estúpida presunción: yo soy bueno porque tú eres malo.
Si  creemos al que se hace fuerte en tamaña majadería es porque no nos importa comulgar con ruedas de molino  
Viene esto a cuento porque oímos y volvemos a oír eso tan socorrido y tan repetido por políticos y políticas de profesión (perdón por la reiterada superficialidad) de que don Mariano Rajoy, actual Presidente del Gobierno,  lo está haciendo mal, muy mal…, incluso peor que su antecesor, el mismo que nos llevó al borde del precipicio en lo económico, en lo social e, incluso, en lo moral.
El que esto escribe ni vive ni aspira a vivir de la política, pero sí que se considera un ciudadano responsable y, como tal, no quisiera ser víctima de la palabrería de los que dicen ser capaces de arreglar el mundo sin otro argumento del de hablar por hablar. En razón de ello, cuando el que esto escribe oye a la portavoz del PSOE decir que su ejecutiva ha decidido romper con el PP porque no hace nada como tiene que hacerse, se pregunta ¿hasta ahora  y teniendo por delante  tantas cosas qué hacer ante los problemas que ellos mismos nos han dejado, han colaborado los socialistas en algo substancial para aminorar la deuda y apuntar mejores soluciones? Su secretario general ¿ha hecho algo distinto a echar balones fuera o distraer al personal sobre sus directas responsabilidades? ¿no sería mejor, muchísimo mejor y más de agradecer, entonar un sincero mea culpa y arrimar el hombro, aunque solamente fuera para demostrarnos que está de parte de los que creemos que para arreglar un estropicio hay que saber y querer?
Dicho lo dicho, permitidme que os transmita una vez más mi convencimiento de que nuestro actual Presidente sabe lo que tiene que hacer y aplica su firme voluntad para llevarlo a cabo, aunque tantas veces tenga que elegir, entre dos opciones, aquella que, según su criterio, menos perjudica al total de  los españoles, aunque ello aparezca en tantas y tantas tertulias como la preferida por tal o cual grupo social. No sé quien dijo y yo repito: gobernar bien es el arte de lo posible, no perseguir lo deseable sin raíces en la Realidad, sea ello en economía, posibilidades legales o caminos de mejor entendimiento entre personas  y territorios.
Otra cosa es perdernos en laberintos de palabras, palabras y más palabras al dictado de quienes todo lo dicen para que, sin nada que lo demuestre,  los consideremos mejores de los que ahora nos gobiernan, aunque el reciente pasado esté ahí para demostrarnos  justamente lo contrario. 

sábado, 18 de agosto de 2012

RAZON HISTÓRICA Y MIRADA HACIA ADELANTE


Lo más útil y motivante para el ciudadano de a pie, que ni vive ni piensa vivir de la Política, es que no le confundan con estériles y particularistas debates desde posiciones encontradas y sin otro objeto que el de mantener, incrementar o recomponer la audiencia por parte de los organizadores de las tertulias, algunas de las cuales van “descubriendo el plumero” sobre ocultas preferencias.
Este ciudadano de a pie, que ni vive ni piensa vivir de la Política, para no desvariar en la perspectiva de las actuales circunstancias, se pega más cada día a la “Razón Histórica” de España, en la que, no del todo conforme con la teoría de Ortega y Gasset, ve la “Razón Evangélica” como elemento que, bajo ningún concepto, se puede marginar. Si a ello le añadimos lo que un gobierno responsabilizado y responsable entiende como “Razón de Estado”, razones de peso hemos de conceder a sus actuaciones respecto al Terrorismo.   
Viene esto a cuento porque, además de la traviesa y anacrónica aventura de Sánchez Gordillo, lo que priva en ésta o en aquella tertulia de este “Ferro agosto” español es la difícil resolución sobre la libertad en tercer grado del desahuciado terrorista Josu Uribetxeberria Bolinaga, despiadado secuestrador y carcelero de  Ortega Lara.
Según se nos dice, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ha concedido al desahuciado terrorista ese tercer grado por "razones humanitarias" y "a pesar de la entidad de los delitos cometidos, una vez estudiada la propuesta a favor elaborada por unanimidad este mismo viernes por la Junta de Tratamiento de la cárcel alavesa de Zaballa atendiendo a la salud del etarra". Es según la Ley y por “Razón de Estado”, añade el que esto escribe.
Ante ello, una destacada representante de la AVT ha propalado a los cuatro vientos que ello supone "confirmar la traición" a las víctimas. Tan precipitado juicio viene avalado por la propia Asociación Víctimas del Terrorismo, en cuyo comunicado del viernes, día 17 de este mismo  ferro agosto, se lee que “la concesión del tercer grado penitenciario al preso de ETA Josu Uribetxeberria Bolinaga, condenado por el secuestro de Ortega Lara y enfermo terminal de cáncer, confirma la traición a las víctimas del terrorismo y al Estado de Derecho", lo que, según ellos, “es una decisión que supone un daño quizá irreversible a la lucha contra el terrorismo y que desvanece las posibilidades de alcanzar una derrota total de los terroristas"
A contrapelo de la ingenua fe de muchos, el que esto escribe confiesa que no cree en “una derrota total de los terroristas" por la sencilla razón de que la mayoría de ellos, que  pagan en la cárcel parte de sus pasados crímenes o siguen en activo, no muestran traza alguna de arrepentimiento, viven al margen de las personas de buena voluntad y hasta que mueran seguirán dándole vueltas a cualquier manera de seguir su carrera criminal pese a quien pese y produciendo el mayor mal posible a la sociedad española, incluidos los tontos útiles que les jalean.
En lo que cree el que esto escribe es en la neutralización política de todos los efectos del fenómeno terrorista, ello sin salir del marco legal y en pragmática obediencia a la Razón Histórica de España, en la que, repetimos, pesa y debe seguir pesando la Razón Evangélica que tanto bien nos ha producido a lo largo de la Historia.
Procede, pues, apaciguar un tanto el ya inútil rebelde grito de nuestra indignación y, haciendo nuestras  las armas de la paz,  mirar el futuro con cierta esperanza de que el actual Gobierno hará lo justo y posible para que  los criminales terroristas y sus secuaces, mal que les pese, pierdan su actual rol político reconociéndose o no tal cual son pero sin posibilidad alguna de seguir viviendo (tan tranquilos y jaleados)   en el irreal, estúpido e inhumano mundo de sus recalcitrantes perversiones.
La Ley, el Sentido Común, la Generosidad y la Libertad son  para el que esto escribe imprescindibles armas de Paz.

miércoles, 1 de agosto de 2012

¿Para qué tantos funcionarios?


La Función Pública, aunque sería muy bonito que siempre viniera acompañada por la voluntad de servicio, bien vemos que tantas y tantas veces es una ocupación o desocupación como otra cualquiera.  Cierto que los funcionarios de carrera están suficientemente preparados para el cargo al que accedieron por tal o cual oposición y que, normalmente, aspiran a mejorar de posición a base de hacer bien su trabajo. Pero también es verdad  que, cuando no se les tiene debidamente en cuenta, caen en la “desmotivación” y tienden a distraerse en estériles tareas como la de tratar de hacerse más imprescindibles o más fuertes  a base de multiplicarse…
Por otra parte ¿qué hacer con los “funcionarios a dedo” que se cuelan en los distintos estamentos de la Burocracia Oficial  por eso  de corresponder con los amiguetes que esperan la oportunidad de un cargazo o carguito y con tantos otros cuyo mayor mérito es hacer piña con los de la lista?
Todos nos preguntamos ¿de dónde va a salir el dinero que cuesta todo eso? Y, lo que es todavía peor ¿cómo hacer trabajar a los que no saben  o no quieren saber en qué consiste la función por la que cobran y, por demás, están donde están a la espera del “pertinente” asesor?
Bien sé que no todos son iguales o, como decía un inspirado comentarista, entre los políticos hay iguales más iguales que otros;  también sé que podemos recordar a más de un buen político que vive preocupado por cumplir con su obligación de trabajar por el bien de los ciudadanos, por resolver los problemas heredados, por gestionar bien y no despilfarrar, por “hacer más con menos”  (de ello algo sabemos los que llevamos muchos años en Alcorcón)…,   pero, aunque solo sea para meter el dedo en la llaga, viene a cuento  lo que acabamos de apuntar y, a más a más,  recordar la llamada Ley de Parkinson de la que, en Wikipedia, leemos lo siguiente:  
En la Ley de Parkinson (que nada tiene que ver con el achaque que a cualquiera de nosotros puede afectar) se afirma que "el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine". En una burocracia, esto es motivado por dos factores: 'un oficial quiere multiplicar sus subordinados, no rivales', y 'los oficiales se crean trabajo unos a otros.'
La tal Ley fue enunciada por primera vez por Cyril Northcote Parkinson en 1957 en el libro del mismo nombre como resultado de su extensa experiencia en el Servicio Civil Británico. Las observaciones científicas que contribuyeron al desarrollo de la ley incluyeron notar que a medida que el Imperio Británico declinaba en importancia, aumentaba el número de empleados en la Oficina Colonial.
Parkinson notó que, en una Burocracia oficial,  el total de  empleados aumenta en un 5-7 por ciento por año "independientemente de las variaciones en la cantidad de trabajo (si las hay) que debe hacerse".
Para muchos, cuanto más tiempo se tenga para hacer algo, más divagará la mente y más problemas serán planteados, con los siguientes principales efectos: "El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización". "Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos". "El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia".
De rebote y siguiendo al mismo Parkinson, podrá hablarse de la ley de la dilación o el arte de perder el tiempo o de  la ley de la ocupación de los espacios vacíos: por mucho espacio que haya en una oficina siempre hará falta más.
Dicho lo dicho y con el deseo de que tomen nota, además de los que cuentan con los medios de hincarle el diente a la “pescadilla que se muerde la cola”,  todos esos de quienes dependen tantos y tantos liberados o burócratas de enchufe y pasillo, los cuales, la verdad sea dicha, serían más felices si pudieran sentirse realmente útiles a la sociedad por que perciben lo justo que corresponde a su esfuerzo.

sábado, 21 de julio de 2012

¿VUELTA A LA REBELIÓN DE LAS MASAS?


No, no es el momento como no lo fue hace ya más de ochenta años. Que está la cosa mal, muy mal, nadie puede negarlo; pero ¿verdaderamente reparamos en que unos pocos nos proponen remedios peores que la enfermedad?
Claro que el Gobierno no todo lo hace bien; tampoco lo haríamos tú y yo en la misma situación. Y, aunque todo lo hiciera bien, por lo que estamos viendo día tras día, no se nos oculta que la oposición pretende crecerse no reconociendo el problema y, lo que es peor, intentando “apagar con gasolina” algún que otro incendio callejero.
El ciudadano responsable no acaba de comprender que estemos volviendo al enfrentamiento visceral entre unos y otros como si la democracia que nos hemos dado no valiera más que para hablar y hablar y, si hace falta corregir algo, que no se toque lo mío. Al respecto, conviene recordar cómo en nuestra ciudad de Alcorcón los más vociferantes de nuestros políticos, a pesar del lastre de deuda que pesa sobre todos nosotros, se niegan a colaborar en la parte que les toca.
¿Es cierto o no que, debido a la coyuntura (que cada uno lo interprete como quiera),  se nos va en pagar intereses lo más substancial del dinero que viene de los impuestos y de más dinero que hemos de pedir prestado con lo que llegamos a la pescadilla que se muerde la cola? ¿No es igualmente cierto que, cada día, es más difícil y más caro lograr de los mercados financieros lo elemental para seguir adelante?
Habrá que hacer algo ¿no creéis? Y que uno sepa, corresponde al Gobierno tomar la iniciativa y a los demás, sin dormirnos en los laureles, arrimar el hombro y desarrollar nuestra capacidad de aguante en la medida que nos corresponda.
¿Qué se puede mejorar lo que hace el Gobierno? Por supuesto que sí;  pero, si en algo podemos ayudar, que no sea caer en el desmadre callejero a expensas y siguiendo las consignas de quienes nos tratan como un rebaño de seres que padecen y no piensan. Bien sabemos que las masas pierden el norte cuando todo lo basan en la fuerza del “tirar hacia donde sea, pase lo que pase y caiga quien caiga”.
Trabajo, paciencia, generosidad y libertad es lo que el ciudadano responsable quisiera que hubiera en la medida que necesita España, tan atormentada ella por las ciegas manías de los especuladores, la escasa colaboración de sus socios europeos (con ese “banco clandestino” mirando para otra parte, los particularismos separatistas además de tantos y tantos incumplimientos constitucionales o falta de responsabilidad patriótica por parte del propio Tribunal …
¿Qué es eso de llamar a la rebelión de las masas incluso por parte de quienes son lo que son por la gracia de una Democracia, que se irá al garete si tú, yo y las personas de buena voluntad no ponemos de nuestra parte lo necesario para remediarlo? 

viernes, 13 de julio de 2012

Menos demagogia y más responsabilidad patriótica


Es lo que pedimos a cuantos, sin tener clara vocación de servicio, se han situado en la política como en un sillón en el que medrar sin dar un palo al agua y, lo que es peor, sin preocuparse de que lo que corean o votan va en contra de lo que descubrirían en los recovecos de la propia conciencia  a nada que discurrieran sobre eso tan esencial para las personas mínimamente generosas y con sentido de la responsabilidad. Son estas personas las que reflexionan y actúan para  luego reflexionar  sobre los resultados de su acción  sin dejar de preguntarse humilde y libremente: ¿de dónde vengo? ¿quién soy? ¿adónde voy?  ¿qué he de hacer para estar en paz conmigo mismo?
En la imprescindible recuperación de la maltrecha economía española, desde el más humilde de los ciudadanos hasta el propio Rey, tal como él señala en el Consejo de Ministros, que ha presidido (13/09/12)  “hemos de considerar fundamental trabajar con el mayor rigor, con visión de futuro y con la mirada puesta en todo momento en el interés general y el bien común de todos los españoles", subrayando que "nadie puede quedar excluido de los efectos de la recuperación económica deseada” y pensando "particularmente en los jóvenes y en quienes sufren cada día la desazón por la falta de empleo y perspectivas de futuro".
Mala, muy mala es la herencia recibida por Rajoy y su equipo y, ante ello, lo menos que debemos pedirnos todos es una elemental dosis de realismo:  ¿Qué se puede hacer sin dinero y con una brutal deuda equivalente al Producto Interior Bruto?  En mayor o menor grado, “hemos cantado y bailado como la cigarra” sin preocupación ni previsión por lo que  un elemental sentido común veía venir cuando, tras los años de “vino y rosas”, surgiera la época de las vacas flacas sin ahorro alguno para hacer frente a las más elementales necesidades.
Es así cómo, durante los últimos seis meses del gobierno del PP y a pesar de imprescindibles y dolorosos “ajustes”,  la deuda pública ha subido y subido hasta los intolerables niveles que ahora conocemos.
Algo había que hacer  hasta el límite en el que “no sea peor el remedio que la enfermedad” y, según los expertos no condicionados por la política de vía estrecha, en esa dirección va  el objetivo de ajustar 65.000 millones de euros en dos años y medio. ¿Que ello implica subir el IVA normal del 18% al 21% y  el reducido del 8% al 10%, tocar otros impuestos, eliminar gastos en tal o cual organismo inoperante, aplazar hasta dentro de tres años la paga extra de Navidad  de los funcionarios y diputados, reducir en la misma proporción los sueldos de ministros y demás, aminorar subvenciones, etc., etc…?  ¿Alguien conoce  medidas más efectivas y menos traumáticas? Que las exponga, aunque solo sea por un mínimo poso de patriotismo.
Pero que  nadie con responsabilidad política en gobierno o en la oposición use del torticero truco de que cuanto peor para los demás mejor para sí mismo o su equipo.
Claro que, si se trata de apretarse el cinturón en todas las administraciones, en especial las más endeudadas como es el caso de nuestro Ayuntamiento de Alcorcón, habrá que hacerlo porque así lo exige la salida del túnel  y ello empezando por los que más responsabilidad tienen y siguiendo por todos los demás sin escapadas por la tangente ni eso tan humano (y hoy nefasto para todos) de “lo mío que no lo toquen”.
Al respecto, da grima la demagógica rebeldía de ciertas despilfarradoras comunidades autónomas  o la invitación a incendiar la calle de los que, sencillamente, cobran por pensar en los demás.  Es la hora  de  actuar para salir adelante, sacrificándose en todo los que a cada uno corresponda sacrificarse… no de escaquearse con palabras, palabras, palabras… aliñadas con alguna que otra imbécil y criminal apelación a las barricadas

viernes, 6 de julio de 2012

EL MATERIALISMO HISTÓRICO DE MOISÉS HESS, CARLOS MARX Y SUCEDÁNEOS (I)


El comunismo es una necesaria consecuencia de la obra de Hegel”, había escrito Moisés Hess en 1.840.  Este Moisés Hess (1812-1875), joven hegeliano un mucho autodidacta, era el primero de cinco hermanos en una familia judía bien acomodada y respetuosa con la ortodoxia tradicional. Apenas adolescente, hubo de interrumpir sus estudios para integrarse en el  negocio familiar; pero, ávido lector, hizo suyo el colectivismo de Rousseau, el panteísmo de Spinoza, el anticlericalismo “socialista” de Proudhon, el determinismo económico de de Adam Smith y, con especial devoción, el ideal-materialismo de Hegel: un batiburrillo ideológico, al que intentará dar forma en una pretenciosa “Historia Sagrada de la Humanidad”, escrita desde la perspectiva de lo que  pronto se llamará Materialismo Histórico.
Apunta en ella una especie de colectivismo místico de raíz panteísta; la ha llamado “Historia Sagrada” “porque en ella se expresa la vida de Dios”  en dos grandes etapas, la primera dividida, a su vez, en tres  períodos: el primitivo o “estado natural” de que hablara Rousseau, el segundo coincidente con la aparición del Cristianismo, “fuente de discordia”, y el tercero o “revolucionario” que, según  Hess,  se  inicia con el panteísmo de Spinoza, se hace fuerte con la Revolución Francesa o “gigantesco esfuerzo de la humanidad por retornar a la armonía primitiva” y culminará con la “consecución de la última meta  de la vida social presidida por una igualdad clara y definitiva” luego de haber superado el inevitable enfrentamiento entre dos protagonistas:
La “Pobreza” y una “Opulencia”, promotora  de “la discordancia,  desigualdad y egoísmo que, en progresivo crecimiento, alcanzarán un nivel tal que aterrarán hasta el más estúpido e insensible de los hombres”. “Son contradicciones que han llevado al conflicto entre Pobreza y Opulencia hasta el punto más álgido  que,  necesariamente, ha de resolverse con una síntesis que representará el triunfo de la primera sobre la segunda” (es la dialéctica hegeliana con su “negación de la negación” como automatismo resolutivo de todos los conflictos).
Hess escribe también una “Triarquía Europea” en donde se sale de la inercia monocorde de los “jóvenes hegelianos” para apuntar la conveniencia de ligar el subjetivismo idealista alemán con el “pragmatismo social” francés”.
Ambos fenómenos, escribe Hess, han sido consecuencia lógica de la Reforma Protestante, la cual, al iniciar el camino de la liberación del hombre, ha facilitado el hecho de la revolución francesa, gracias  a la cual esa liberación ha logrado su expresión jurídica”.  “Ahora, desde los dos lados, mediante la Reforma y la  Revolución, Alemania y Francia han recibido un poderoso ímpetu.  La única labor que queda por hacer es la de unir esas dos tendencias y acabar la obra. Inglaterra parece destinada a ello y, por lo tanto, nuestro siglo debe mirar hacia esa dirección”.
De Inglaterra, según Hess, habrá, pues, de venir “la libertad social y política”. Ello es previsible porque es allí donde  está más acentuada la oposición entre la Miseria y la Opulencia;
en Alemania, en cambio, no es ni llegará a ser tan marcada como para provocar una ruptura revolucionaria. Solamente en Inglaterra alcanzará nivel de revolución la oposición entre Miseria y Opulencia”.
Apunta también Hess a lo que se llamará Dictadura del Proletariado cuando dice “orden y libertad no son tan opuestos como para que el primero, elevado a su más alto nivel, excluya al otro! Solamente, se puede concebir la más alta libertad dentro del más estricto orden”.
En 1.844 Moisés Hess promovió la formación de un partido al que llamó “verdadero socialismo”.  Cuatro años más tarde (febrero de 1848), por obra de Carlos Marx  y Federico Engels, todos los postulados  de ese devorador de  libros, que fué Moisés Hess, constituyeron el meollo del “Manifiesto Comunista”, punto de partida teórico de ese Materialismo Histórico al que acabamos de referirnos.

Carlos Marx, nació en Tréveris, Westfalia,  el 5 de mayo de 1818. Su abuelo paterno, el rabino Marx Leví, cuyos orígenes conocidos se remontan al siglo XIV, (uno de sus más destacados miembros fue rabino Yehuda Minz (1408-1508), fundador de  una brillante escuela talmúdica en Padua) había roto con la tradición secular de la familia al permitir a su hijo Hirschel ha-Leví Marx, padre de Carlos,  salir del círculo de la más rígida ortodoxia judía,  seguir la educación laica del siglo  y convertirse en un cotizado abogado.  Hirschel Marx casó con Enriqueta Pressborck, hija de un rabino holandés; tuvieron ocho hijos, de los cuales solamente dos,  Carlos y Carolina, llegaron a la madurez.
Para un brillante abogado judío, cual fue el padre de Carlos Marx, era muy difícil el pleno reconocimiento social por parte de las reaccionarias autoridades prusianas; para soslayar tales dificultades, en el año 1824,  Hirschel ha-Leví Marx cambió su nombre por el de Enrique y, aun siendo Westfalia  mayoritariamente católica, pidió ser bautizado con toda la familia por el rito luterano.
Cuando la ceremonia familiar del bautizo luterano, Carlos contaba seis años de edad y, por lo que consta en algunos de sus trabajos escolares (Sobre la unión de los fieles con Cristo, Reflexiones de un joven ante la elección de profesión, ….) parece que, al menos hasta los 17 años se tomó muy en serio la fidelidad al Evangelio. Tal nos indican los siguientes párrafos de uno y otro trabajos:
“Dónde se expresa con mayor claridad  la necesidad de la unión con Cristo es en la hermosa parábola de la Vid y de los Sarmientos, en que Él se llama a sí mismo la Vid y a nosotros  los sarmientos, Los sarmientos no pueden producir nada por sí  solos y, por consiguiente, dice Cristo, nada podéis hacer sin Mí”…
“La naturaleza ha dado a los animales una sola esfera de actividad en la que pueden moverse y cumplir su misión sin desear traspasarla nunca y sin sospechar siquiera que existe otra. Dios señaló al Hombre un objetivo universal, a fin de que el hombre y la humanidad puedan ennoblecerse, y le otorgó el poder de elección sobre los medios para alcanzar ese objetivo; al hombre corresponde elegir su situación más apropiada en la sociedad, desde la cual podrá elevarse y elevar a la sociedad del mejor modo posible. Esta elección es una gran prerrogativa concedida al Hombre sobre todas las demás criaturas, prerrogativa que también le permite destruir su vida entera, frustrar todos sus planes y provocar su propia infelicidad”….
No era ésa la predisposición de su padre ni tampoco la de un vecino e íntimo amigo de la familia, al que Carlos llegó a considerar su segundo padre: nos referimos al barón Ludwig von Westphalen, un distinguido funcionario del gobierno que, en forma de vida y pensamiento, mostraba ser un romántico que cree resolver todo con las “luces” de la razón. Indiferente como von Westphalen  en materia de religión era su hija Jenny (bella y refinada, según las fotos que nos han llegado), cinco años mayor que Carlos y con la personalidad y atractivo suficiente para ilusionar a un joven de diecisiete años.
Por lo que nos dice la historia, lo de Jenny y Carlos fue una unión que, durante más de cuarenta años, no tropezó con otros baches que el de un escarceo sentimental entre Carlos y Elena Demuth, la doncella de Jenny, con el resultado de un hijo nunca reconocido por Carlos (Frederik Demuth -1853-1929) 
Aun antes de ingresar en la Universidad (Bonn-1835, Berlín-1836), Carlos desechó su ilusionante y cristiano proyecto de llevar la justicia al mundo para sumergirse en la “corriente del siglo” ¿Fue la influencia de su acomodaticio y agnóstico padre? ¿La del aristócrata vecino von Westphalen, quien le había dado libre acceso a su bien nutrida biblioteca y dedicaba largas horas a “pulir” los “desequilibrios” del generoso y despierto adolescente,  o, tal vez, el “amoroso contagio” por parte de  su descreída novia Jenny von Westphalen?
Sea cual fuere la fuerza  de una u otra influencia, todas  ellas quedaron chiquitas en relación con lo que, para Marx   representó la Universidad de Berlín, “centro de toda cultura y  toda verdad” (como se decía entonces).
Marx compatibiliza sus estudios con la participación activa en el llamado “Doktor Club”, que agrupaba a “jóvenes hegelianos” empeñados en “materializar” el idealismo del recientemente desaparecido maestro (Hegel había muerto en 1831). En paralelo, lleva una desaforada vida de bohemia que le empuja a  derrochar sin medida, a fanfarronear  hasta el punto de batirse en duelo, a extrañas misiones por cuenta de una sociedad secreta,  a una breve estancia en la cárcel.... Se auto justifica porque, según escribe, pretende:
“conquistar el Todo,
ganar los favores de los dioses
poseer el luminoso saber,
perderse en los dominios del arte”
Marx admira y odia a Hegel, en cuyos ambiguos postulados de “necesaria evolución dialéctica” las autoridades políticas y también académicas pretenden justificar el “orden establecido”. Es cuando, como en expresión de rebeldía, Marx se autoproclama ateo: “en una palabra, odio a todos los dioses”, dice citando al Prometeo de Esquilo al principio de su tesis doctoral “Diferencia entre le materialismo de Demócrito y el de Epicuro”, que, precisamente, dedica al que pronto será su suegro, el citado Ludwig von Westphalen.
En paralelo, Marx ha leído con espíritu crítico las producciones de los “jóvenes hegelianos” ” (los hermanos Bauer, Strauss, Feuerbach, Hess…), que más ruido hacían en los medios universitarios alemanes y colecciona supuestos para, desde un materialismo intelectualizado por la gracia y obra de la dialéctica hegeliana,  hacer valer su propia  personalidad, que es la de un joven doctor en filosofía, progresivamente revolucionario en ideas y afanes por “dar la vuelta” a la sociedad de su tiempo. Tal expresa cuando escribe en sus “Tesis sobre Feuerbach”:  “Hasta ahora, los filósofos se han ocupado de explicar el mundo; de lo que se trata es de transformarlo”.
Diríase que el afán de transformar el mundo es la principal obsesión de Carlos Marx a partir de que presume de haber captado los entresijos de la realidad, arde en deseos de conquistar el mundo, cuenta con su título de doctor y es admirado ciegamente por su novia Jenny, “la chica más linda de la ciudad de Tréveris”, cuatro años mayor que él y que, junto con una mediana fortuna, habrá de heredar el título de baronesa. En el terreno de las originalidades ideológicas, dice haber dado un paso más allá que Feuerbach y su crítica de la Religión por haber captado su doble función como “expresión del mundo vuelto al revés” y como “opio del pueblo”: “La crítica de la Religión, escribe, es lo esencial de la crítica de este valle de lágrimas, cuya nube ilusoria es la religión”.
¿Desde qué perspectiva se ha de criticar a la religión y a todo lo demás de ella derivada? Desde el toma y daca elemental que rige las relaciones humanas. Propiedad y Trabajo serán los factores esenciales de ese toma y daca elemental siempre bajo las determinaciones del Materialismo Histórico.
Para Marx, fuente única de la Propiedad debiera ser el Trabajo y, consecuentemente, ser el trabajador el propietario exclusivo del resultado de su esfuerzo; pero, desde que el mundo es mundo, no han faltado no-trabajadores obsesionados por apropiarse del trabajo ajeno, esos mismos que no ven el otro más que a una herramienta o máquina productiva a la que “engrasar” con lo mínimo necesario para mantenerla a plena producción, ésta ya con el carácter de propiedad de quien no hará mayor  cosa que traducirla en mercancía con el consiguiente rédito o plus-valía para sí mismo. En consecuencia con ello, el Trabajador o “proletario” vivirá esclavizado al producto de su trabajo mientras que el no-trabajador, capitalista o burgués, gozará dejándose esclavizar por su capital o suma de réditos o plus-valías. Cambiar el orden de cosas (“que el explotador se convierta en explotado”  dirá, años más tarde, Lenin)  es la tarea que, al menos aparentemente,  se impone Carlos Marx con una doctrina que, en los llamados Manuscritos de 1844 y siguiendo a Moisés Hess, llama Comunismo.
"El comunismo como supresión positiva de la propiedad privada, como autoenajenación humana, y por tanto como apropiación real de la esencia del hombre por y para el hombre; por tanto, como vuelta completa, consciente y verificada, dentro de la riqueza total de la evolución existente, a sí mismo como hombre social, es decir humano. Este comunismo en cuanto total naturalismo es igual a humanismo, como total humanismo es igual a naturalismo; es la verdadera solución de la disputa entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y especie. Es la solución del enigma de la historia y se conoce a sí mismo como tal solución"(MEGA, vol. 2, I/2, Berlín, 263).
Era novedoso y, por lo tanto, capaz de arrastrar prosélitos el presentar nuevos caminos  para la ruptura de lo que Hegel llamara conciencia desgraciada o abatida bajo múltiples servidumbres; por demás, el darle forma académica (dialéctica, se decía entonces) era un sugerente asunto que muy bien podría desarrollar y exponer brillantemente un joven doctor en filosofía.  Cuando Marx, como joven generoso, vivía de cerca el testimonio del Crucificado era de lugar apuntar al amor y al trabajo solidario como factores esenciales de la propia realización el único posible camino;  ahora, intelectual aplaudido por unos cuantos, doctor por la gracia de sus servicios al subjetivismo idealista, ha de presentar otra cosa:  ¿Por qué no el odio que es, justamente, lo contrario que el amor? Pero, a fuer de materialista, habrá que prestar “raices naturales” a ese odio. Ya está: en buena dialéctica hegeliana se podrá dogmatizar que “toda realidad es unión de contrarios”, que no existe progreso porque esa “ley” se complementa con la “fuerza creadora” de la “negación de la negación”...
¿Qué quiere esto decir? Que así como toda realidad material  es unión de contrarios, la obligada síntesis o progreso nace de la pertinente utilización de lo negativo. En base a tal supuesto ya están los marxistas en disposición de dogmatizar que, en la historia de los hombres, no se progresa más como por el perenne enfrentamiento entre unos y otros: la culminación de ese radical enfrentamiento, por arte de las “irrevocables leyes dialécticas” producirá una superior forma de  “realidad social”. Y se podrán formular dogmas como el de que “la podredumbre es el laboratorio de la vida” (Engels) o el otro de que “toda la historia pasada es la historia de la lucha de clases” (Marx).
En esa radical oposición,  odio o guerra latente, tanto en la Materia como en  el entorno social, no cabe responsabilidad alguna al hombre cuya  conciencia se limita a “ver lo que ha de hacer” por imperativo de “los medios y modos de producción”.
Desde esa perspectiva los teorizantes ad hoc habrán de procurar que la subsiguiente producción intelectual y muy posible ascendencia social gire en torno a más o menos originales expresiones  de “ideal-materialismo” para el uso y disfrute de una masa sin otras inquietudes que las estrictamente materialistas.

viernes, 15 de junio de 2012

HABLEMOS DE LAS TERTULIAS TELEVISIVAS


Soy uno de los muchos ciudadanos que, llevado de los deseos de estar bien informado sobre la cosa pública para obrar convenientemente a la hora de votar, seguía con verdadero interés lo que se decía, comentaba y contradecía en las tertulias televisivas de aparente color neutro…
Ello ha sido así hasta que me he dado cuenta de que la mayoría de ellas, sino todas, escasean en eso que se llama ponderación y que, en román paladino, debe traducirse por  lo de “al pan, pan, y al vino, vino” y, si las sigo, es para distraerme y no para tomar nota de las mejores soluciones. Es más: he comprobado que, incluso los moderadores más afanosos por llegar a conclusiones positivas, son víctimas del presunto índice de audiencia y, para no herir susceptibilidades y quedar en paz con todo el mundo, dejan que grite más el que viene mejor pagado o menos razón tiene mientras que todos y cada uno de los otros no tienen mayor afán que el de lucirse con su particular y tantas veces vacío discursito; es así  cómo la mayoría de los sufridos televidentes optan por el abotergante “ni fu ni fa”.
Yo diría que, al igual que en el resto de los programas, en las tertulias políticas el único valor que cuenta es eso del índice de audiencia. Si ello es así ¿qué  camino nos queda a los ciudadanos de a pie para acertar a comprender cómo va realmente la economía y demás asuntos que condicionan nuestras vidas? ¿habremos de dejarnos convencer por el que más grita o por el que disimula su pobreza de argumentos con lo de que “tú eres malo, luego yo soy bueno” o “de todo lo pasado eres tú el que tiene la culpa porque no eres capaz de resolverlo en un santiamén”? ¿Sabéis de argumentos demagógicos más torticeros e  imbéciles?
Dicho todo lo dicho, permitidme un consejo: sin atávicas obsesiones, ciegas devociones por tal o cual tertuliano amigo de templar gaitas  ni estériles pesimistas interpretaciones, abrid los ojos a la realidad de lo que está ocurriendo en España: ella os hará ver que no todos los políticos son iguales y, por lo tanto, entre ellos los hay honrados, prudentes, trabajadores y más dignos de fiar que los que nos han puesto en donde estamos.  
Claro que la nuestra es muy mala situación, que, en la Aldea Global, los países emergentes están jugando su partida y nos obligan a cambiar nuestra escala de prioridades en tanto en cuanto nos están haciendo más pobres e improductivos…, pero no nos cabe otra solución que la de mirar hacia adelante, no desbarrar, soltar lastre, trabajar (incluso cuando parece que se nos cierra el camino para hacerlo e impedirnos ser todo lo que podemos ser) y procurar acertar a la hora de dar nuestra confianza y nuestro voto a los más sinceros, más eficaces y menos malos de nuestros políticos. Radicalmente mentira eso de que todos los políticos son iguales; ya lo dijo no sé quién: les hay más iguales que otros.
Por cierto, hoy por hoy, somos Europa y vivimos bajo la tiranía del Euro ¿no os habíais dado cuenta? 

miércoles, 6 de junio de 2012

NO MUCHO, PERO YA SE GENERA EMPLEO


77.431 afiliados más a la Seguridad Social: el tercer aumento consecutivo en tres meses: El total de ocupados se situó al finalizar el mes en 16.996.510. La ganancia de afiliados en mayo es la tercera consecutiva tras la lograda en marzo y abril, cuando se registraron 5.419 y 16.549 altas al sistema.
 El número de contrataciones supera el millón de personas y aumenta la contratación indefinida. - El número de contrataciones ha superado el millón de personas: en total, 1.204.079 contratos. - De estas contrataciones: 95.977 eran indefinidas y 9.776 formativas. - En los cinco primeros meses del año, el número de contratos realizados sumó más de cinco millones: 5.231.935.
Aumenta por cuarto mes consecutivo el empleo entre los autónomos. - Crece en 7.221 el número de ocupados del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, alcanzando los 3.064.494 cotizantes.- Los Autónomos acumulan ya cuatro meses consecutivos de aumento de afiliados tras siete meses en negativo.
La crisis sufre más paro pero se mantiene con más personas trabajando. - En la actual crisis hay 2,4 afiliados por pensionistas. - En la crisis de los años 90 había 2 afiliados por pensionista.
Por segundo mes consecutivo, en mayo se registraron 30.113 personas menos en el paro.  - Esta bajada se suma a la de abril, mes en el que se registraron 6.632 personas menos en el paro. - El paro ha bajado en todos los sectores y tanto entre hombres como entre mujeres: 27.651 desempleados menos y 2.462 desempleadas menos.
Entre los menores de 25 años, un sector especialmente perjudicado por la crisis, el desempleo bajó en 10.429 personas.
Con casi cinco millones de personas sin empleo, las cifras de paro siguen siendo muy negativas. - Los datos del paro todavía demuestran que estamos atravesando uno de los momentos más duros para nuestra economía. - El Gobierno está comprometido con los ciudadanos a trabajar con toda la intensidad para recuperar de forma sostenible la creación de empleo.
El Gobierno está garantizando las prestaciones por desempleo en plena crisis económica y con un presupuesto austero. - El gobierno dedica casi 30.000 millones a mantener las prestaciones por desempleo, con una tasa de cobertura del 69%. - Se dedican casi 6.000 millones a políticas activas de empleo. - Han aumentado las bonificaciones a la contratación hasta los 2.600 millones.

lunes, 14 de mayo de 2012

¿Racionalización y multiplicación de las escasas oportunidades de empleo?


Es por imperativo moral por lo que hoy me atrevo a sugerir un remedio de urgencia a la sangría del desempleo. Quiero creer y creo que el gobierno del señor Rajoy está haciendo lo que debe y puede para recuperar la confianza de emprendedores e inversores, cuestión imprescindible para salir del atolladero en el que nos han dejado los sucesivos gobiernos de los señores  Zapatero y Rubalcaba, Rubalcaba y Zapatero.
De la herencia que está ahí, lo más sangrante e intolerable es el progresivo desempleo que, además de la ruina económica para cientos de miles de familias degrada  a tantos y tantos condenados al ocio involuntario con la terrible consecuencia de que éste se puede convertir en voluntario por tiempo indefinido.  Ante ello, uno piensa que cabe hacer algo más que las necesarias y urgentes "reformas estructurales": este algo no requiere más que un simple plumazo del BOE. 
A riesgo de caer irremisiblemente en la “incorrección política”, lo que hoy me atrevo a sugerir como remedio de urgencia a la sangría del desempleo ha de aplicarse en dos series de medidas: la primera consistirá en que los costos salariales de las empresas tengan una reducción inversamente proporcional al número de empleados que tienen o proyectan tener en nómina; la segunda es que, apoyándose en la inmediata sustitución del concepto salario mes por el salario hora en todos los ámbitos de la economía nacional, a la par que se favorece la mayor precisión entre emolumentos y presencia productiva, se incrementen todo lo que se puedan incrementar las posibilidades de que las nuevas oportunidades de empleo, que, seguramente, surgirán en cuanto pueda fluir de nuevo el crédito, beneficien a mayor número de personas; ello añadido a una envidiable situación en la que veteranos trabajadores, amas/amos de casa con acuciantes cargas familiares, amigos del pluriempleo, estudiantes y demás… se apunten a reducir tal o cual jornada de trabajo conservando los derechos adquiridos y  sin que ello afecte a la productividad de sus respectivas empresas, algunas de las cuales podrían cambiar la estructura productiva introduciendo en ella dos o más turnos.