viernes, 30 de noviembre de 2012

Es cosa de todos nosotros


Que, aunque no nos hayamos dado cuenta hasta ahora, la mayoría de los españoles somos más pobres que hace, digamos, seis o siete años…,  es algo que ya nadie, ni siquiera los que siguen montados en el Euro, se atreven a discutir. Ello se debe a que España, en su conjunto, sigue sufriendo las consecuencias del mal hacer de algunos,  que, pudiendo poner remedio durante unos cuantos años,  miraban para otra parte o, indecentemente, negaban la realidad que veían venir y, para colmo de indebidas ocurrencias,  nos entramparon a todos hasta lo intolerable sin ocuparse lo más mínimo de las necesidades reales de los españoles.
Tan aplastante evidencia  se traduce en  el achicamiento de la cesta de compra de las amas de casa, en las colas del INEM, en los comedores de Cáritas, en las caras largas de casi todos nosotros…, e incide en el tambaleo del euro  con el riesgo de que la economía europea, incluida la española, descienda a tercera categoría…
¿Qué hacer para recuperar tanto terreno perdido? ¿Esperar a que nos ayuden desde afuera sin aportar nada a cambio? ¿Negar la realidad y gastar más y más a base de incrementar el abismo de la deuda? ¿Soñar  con que los que más tienen  entonen el mea culpa y por arte de birlí-birloque piensen en los demás antes que en sí mismos? Todos estamos en el mismo barco y a todos corresponde poner de nuestra parte lo que corresponda para que el barco no se hunda y llegue lo más pronto posible al puerto señalado por quien asume la responsabilidad de dirigirlo: Para desgracia de todos nosotros, vemos que tal dista mucho de suceder.
Seguro que parte de lo que el Gobierno planea y ejecuta podría ir mejor de lo que va, que enormes partidas de gasto o se pueden reducir o traducirse en incentivos para la creación de empleo, que la Burocracia Europea, además de lenta,  es víctima de  tan encontrados  intereses que, a veces, parece imposible aplicar incluso las buenas soluciones acordadas en el momento y lugar oportunos… Pero, para bien o para mal (más para bien que para mal),  pertenecemos a la Unión Europea, contamos con una moneda única  (hoy por hoy  relativamente fuerte en el Mercado Mundial)  y, en razón de ello, no nos cabe mejor solución que sacar el máximo partido de las reglas del juego.
Nadie puede dudar que, en razón de ello, nuestro Gobierno ha salvado muchos baches, ha hecho cosas que prometió no hacer, pero que están resultando convenientes e imprescindibles  para tapar  enormes e inapropiados huecos del gobierno anterior; que, todavía, queda largo trecho que recorrer y que el absurdo de los absurdos es pretender que con nosotros no va la cosa mientras que unos pocos   derrochan energías en agravar  la situación  pretendiendo  lo inoportuno además de injusto (por ejemplo, huelgas sin ton ni son) con lo de seguir en la recalcitrante mentira de que una nación moderna puede salir de sus propios baches saltándose a la torera las reglas por las que se rige la convivencia mundial y sin las cuales no es posible el encauzamiento de la economía nacional, promover la creación de empresas y, por lo mismo, empezar a resolver la lacra del desempleo.
¿No creéis que el problema es de tal calibre que lo único que cabe es razonar sobre lo que a cada uno corresponde hacer en beneficio de tonos incluidos nosotros mismos? Claro que, puesto que la Crisis nos afecta a todos (o a casi todos), salir de ella es cosa de todos.  
No nos justifica ni nos exime de responsabilidad el que algunos ciudadanos se aferren a sus patrañas y errores  y, malévolamente, se dediquen a agravar  la crisis en lugar de aportar lo que les corresponde para achicarla: por usted va, culpable de lo mucho que hoy ocurre, y por usted, que en lugar de hacer frente a su problema, lo distrae agravando el problema de los demás como si pensara que el mal de muchos se traduce en bien propio.
Una vez  más os recuerdo el dicho de uno de mis viejos maestros: Seamos tú y yo buenos y habrá dos pillos menos.