viernes, 8 de febrero de 2013

MINIJOBS PARA TODOS LOS QUE QUIERAN Y PUEDAN


Leemos en la Prensa que la CEOE pide los “minijobs” para que “los jóvenes sepan al menos qué es trabajar”. Por eso y por bastante más y, no solamente para los jóvenes, sino para todos aquellos  condenados a mantener mano sobre mano a la espera  de una, hoy por hoy, improbable oportunidad. A la vista de ello, uno piensa en lo poco o nada que se hace  en razón de todo lo que se puede hacer  aun en situaciones en las  que el dinero, si es que lo hay, se va por otros caminos  que el de montar nuevas empresas. Por ejemplo ¿no se podría revisar en profundidad  lo que se hace en otros países  que, con más o menos nivel de desarrollo, han acertado  con algo que podríamos calificar  de “ofrecimiento  de  oportunidades de ocio y empleo a gusto de los que trabajan más de lo que quieren y de los que no trabajan nada porque no se les da la ocasión”?
Si tenemos en cuenta la rigidez de la burocracia al uso y el que una situación de agobiante desempleo  como la actual se viene fraguando desde hace ya bastante tiempo,  entre otras razones porque, gracias al formidable desarrollo de los medios y modos de producción,  los tiempos de fabricar tal o cual cosa se acortan vertiginosamente….  ¿no es de lógica elemental el reducir  los horarios de trabajo, al menos, para todas aquellas personas  que lo deseen y puedan sin perder los derechos adquiridos y también sin descabalar las necesidades de sus respectivas empresas?
Es fácil ver que en esa situación están madres o padres de familia que desearían dedicar más tiempo a sus hijos u otros quehaceres; señoras y señores de cierta edad, que, con su vida medianamente resuelta,  no verían mal reducir  a la mitad su tiempo de trabajo y correspondientes ingresos, ello sin perder un ápice de los derechos adquiridos;  hay  muchas actividades  que se podrían regular hasta establecer  turnos de seis y menos horas, etc., etc., 
Claro que algo se avanza en ese sentido  pero no de la suficiente y expeditiva manera para que jóvenes y no tan jóvenes  encuentren  la oportunidad de, al menos, lo que se llama un  “minijob” con el que prestar un aliciente  más a su vida, sobre todo, si aún no conocen lo que es  colaborar en éste o en aquel proyecto y, en aun peores casos, se sienten marginados  porque ya han pasado de los cincuenta, máxime cuando tienen pesadas cargas familiares tras de sí… Todo sea para aliviar el terrible drama  que sufren tantas y tantas familias con el añadido de que, no pocos,  parecen vivir resignados  a la espera de que la cosa cambie radicalmente cuando se logre enderezar la economía….
Hay sobradas razones de peso para discurrir y discurrir  sobre todo lo que se puede hacer con lo poco o mucho de que  se dispone, retrotrayendo de aquí y de allá con la prudencia, generosidad y valor que requieren  los actuales tiempos.