domingo, 14 de julio de 2013

CARTA ABIERTA A JUAN ESPAÑOL

No me tengo ni por más ni por menos que tú, pero te juro que, desde que tengo uso de razón (ya estoy cerca de los ochenta), no he comulgado nunca con ruedas de molino.
Me decían, allá por los cincuenta del siglo pasado, que el comunismo era la gran esperanza contra el franquismo y, luego de estudiarle aquí y allá durante unos cuantos años, quedé convencido de que eso no era verdad: a la vista está la Cuba de hoy frente a la España del "Fuero del Trabajo" y de los “Planes de Desarrollo”.
Vino la Democracia, que nos colocó ante la necesidad de ligar la libertad política con la responsabilidad personal y veo con enorme satisfacción que, con un poquito de reflexión, podemos ver por nosotros mismos la mejor solución a la hora de votar y que, si nos equivocamos una vez, podemos rectificar a la siguiente. Pero sí que me preocupa que, a partir  del momento en que la votación de todos da el resultado que da, muchos de nosotros se conviertan o  nos convirtamos en simple eco de las palabras, palabras y más palabras, casi siempre muy bien manejadas por quien se dedica a la política sin mayor preocupación que la de ver cómo disfraza de verdad a sus grandes mentiras.
¡¡No y no!!: por nada de nada, los españoles de a pie podemos permitir que se falsee la verdad.
Claro que, en múltiples ocasiones, la verdad está oculta, muy oculta en una inmensa maraña de conveniencias políticas; pero la verdad sigue allí y, como apuntó Paul Cladel, no depende en absoluto del número de personas a las que convence.
Dicho esto, creo de lugar constatar que a mí sí que me convence la verdad de nuestro Presidente, el señor Rajoy. Digo esto a conciencia de que son muchos los que se dejan llevar por el cúmulo de medias verdades, falsedades y tonterías que llenan tal o cual espacio periodístico o tertulia, pero, querido Juan Español ¿no crees que una tontería, aunque la repitan millones de bocas, no deja de ser tontería?