martes, 31 de diciembre de 2013

¿Qué nos traerá de bueno y próspero 2014?

Nos gustaría abordar 2014 con irrebatible realismo: sin duda que realista es una persona que, ante una botella, más o menos medio llena o más o menos medio vacía, dice: esa botella está al 49,90 % de su de su capacidad. Claro que, con su matemática precisión, esa persona, cien por cien realista, corre el riesgo de aparecer como el más borde de la cuadrilla.
 Aplicando el símil a tantas y tantas animadas tertulias, para no desviarse de lo “políticamente correcto”, ese tal no podrá presumir de realismo y habrá de limitarse  a expresar, según su estado de ánimo: la botella está medio llena, que es tirar para arriba, o está medio vacía, que es tirar para abajo. Con una respuesta, que no compromete a mucho, facilitará el que la discusión sea interminable y de más en más animada.  Ya sabemos que no pocos reputados economistas no pasan de ser profetas del pasado y que, en la mayoría de los caso, no quieren comprometerse demasiado; también es verdad que unos pocos  (entre ellos el maestro Ramón Tamames), a fuer de realistas, sostienen que, “aunque sigue la crisis, el repunte económico del 0,1% registrado en el tercer trimestre pueda ser síntoma del "comienzo del final de la recesión".
 A nadie se le oculta que el fatídico error de querer ignorar la crisis hasta que todo su peso nos cayó encima coincidió con dos factores a cual más determinante: la explosión de la burbuja financiero-especulativa y el arrollador empuje de la Producción de los bienes de consumo en  los países “emergentes”. Por demás, la Unión Europea se ha visto obligada a mantenerse prisionera de la necesidad de que el Euro siga siendo medianamente fuerte frente a otras monedas con no menos peso específico en los intercambios comerciales de la "Aldea Global"
La enorme carga de la crisis sobre las espaldas de todos los españoles se ha reducido un tanto a costa de sacrificios que, al parecer, empiezan a dar sus frutos: entre ellos, una considerable reducción de la llamada “prima de riesgo”, el aumento de las exportaciones y cierta recuperación de la confianza de los grandes inversores.
Claro que aún falta mucho camino por recorrer y, para no desanimarnos, no está de más prestar oídos a personajes de indiscutible relevancia  en el concierto político europeo: Según leemos, Herman Van Rompuy,  presidente del Consejo Europeo, confía en las perspectivas económicas de España para 2014, si bien admite que llevará su tiempo la recuperación del empleo: “"Vamos a notar la mejora a partir del año que viene. La economía se está recuperando, de hecho, ya lo ha empezado a hacer durante 2013, seguirá en 2014 y será aún más fuerte en 2015", ha declarado en una reciente rueda de prensa. También hizo notar “que todos los países de la zona euro, excepto Eslovenia y Chipre, avanzan hacia el crecimiento económico y confió en que los efectos de esta tendencia se dejen sentir en el empleo un poco más adelante”… "Lo importante es que ahora contamos con un mecanismo neutral de supervisión bancaria liderado por el Banco Central Europeo y con un mecanismos de liquidación de entidades en caso de que surjan problemas", declaró convencido.
Por su parte, nuestro presidente, don Mariano Rajoy, con reconocimiento expreso a todos los españoles por  nuestra “comprensión y coraje”,  ha declarado el pasado viernes, día 27 del mes a punto de acabar: "Hoy puedo decir que 2014 será un año mucho mejor, con más actividad y más crecimiento de la economía",
De la recuperación en marcha, según TVE, “Rajoy ha puesto como ejemplo la bajada de la prima de riesgo y el buen ritmo al que crecen las exportaciones, por encima del 6%, además de la inversión extranjera que ha alcanzado un nivel de recuperación del 76% de la tasa interanual”,  lo que significa  que "España ha recuperado la credibilidad en los mercados" y, entre otras buenas cosas,  “España se ha ahorrado este año 8.700 millones de euros de intereses por la bajada de la prima de riesgo y de los costes de financiación”.
Claro que no son logros suficientes para echar las campanas al vuelo, pero sí para seguir trabajando con el afán de mejorar todo lo mejorable, pese a imprevistos nubarrones como la artificiosa e inconstitucional amenaza soberanista del Presidente de la Generalitat Catalana, un desafío, al que don Mariano Rajoy  responde: "Dedicaré todos mis esfuerzos para evitar que los catalanes y el resto de españoles se vean perjudicados por una iniciativa que solo ha conseguido generar incertidumbre, inestabilidad y fractura  social"….“"Esa consulta es contraria a la Constitución, por tanto, no puede celebrarse. Lo que algunos pretenden, y no pueden conseguir, dañaría enormemente a toda España, pero especialmente a Cataluña"... "hay cosas que no se me pueden pedir"  
No van así las cosas  para don Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del PSOE, el mismo que participó en la génesis del desastre como vicepresidente del anterior gobierno y que ahora, con ignorancia supina de que cualquier recuperación necesita un mínimo de recursos en que apoyarse, se pone en la piel de  los que todo lo ven negro para soltar otra más de las suyas: “no hay más que desigualdad y toneladas de mentiras”, en lo que, según él ha sido "El año de las tres crisis: la económica y social, la política y la territorial". En el papel de quien todo lo ve mal, rematadamente mal, Rubalcaba pide al Presidente que "no se cuelgue medallas que no son suyas" y que "no huya de sus marrones".
Por ventura ¿hay algún español de buena voluntad que crea que el compañero de gobierno del señor Rodríguez Zapatero lo haría mejor que don Mariano Rajoy Brey?
Bien sabemos que, por delante, quedan aún muchos problemas por resolver, de los cuales, sin duda que alguno quedará enrevesado por el camino. 
Pero así ha sido en la historia y puede  que, pese a tales y cuales ajustes, reformas y contrarreformas, a final de 2014, quede aun mucho por enderezar. Ante ello ¿no creéis de rigor que lo que procede es que todos y cada uno de nosotros nos preguntemos ¿qué puedo hacer yo para, sin irme por las ramas de los sueños imposibles, hacer lo que me corresponde para que 2014 sea, efectivamente, mejor que 2013 y, por lo que hemos podido comprobar, mucho mejor que 2012 y alguno más de los años anteriores? 

sábado, 28 de diciembre de 2013

¿DÓNDE ESTÁN LOS VALORES DE LA IZQUIERDA?

En buena medida, mutilamos nuestra capacidad de reflexión cuando pretendemos respaldarla con el marchamo del mercadeo político: ¿es buena una idea si viene respaldada por los valores de la izquierda o, justamente, lo contrario? Ante esa actitud  ¿habremos de recordar  a Ortega y Gasset?  Si lo hacemos, habríamos de aceptar que  
"Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la Hemiplejía moral".
Eso de “hemiplejía moral” lo acuñó Ortega en 1937 para hacer ver cómo es una forma de semi-parálisis intelectual  el refugiarse en dichos y prejuicios de conveniencia clasista para distraer lo que él entendía por responsabilidad política: los asuntos del día a día han de ser tratados como son en realidad y no al amparo de una parcial e interesada versión de tal o cual trasnochada ideología.
Ya en la segunda década del siglo XXI, vemos que, si bien la  “derecha tradicional” prefiere ser vista como punto de equilibrio entre los extremos,  diríamos  que la “ izquierda” con cierto peso en la España de hoy no deja de presumir de conservar posicionamientos, en justicia, calificables de decimonónicos, aunque sin aquella espontánea o “romántica” pasión por los más desfavorecidos que cultivaron algunos que se jugaban la vida por lo que ellos entendían como justicia social: los  que hoy presumen de revolucionarios tienen otra cosa que perder que sus cadenas, constatación que nos lleva a la pregunta objeto de este artículo: ¿Dónde están los valores de la izquierda?
En esta segunda década del siglo XXI no es fácil catalogar los pretendidos valores de la izquierda a no ser que nos esforcemos en descubrirlos a través  de la palmaria ridiculización  de lo que son “sagrados y perennes valores“ para muchos españoles: la fe en un destino trascendente, el respeto a la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural, el valor de la familia tradicional, el amor incondicional al prójimo y tantos otros  avalados por el Evangelio.
Ante esa palmaria ridiculización de lo que, según los cristianos de buena voluntad, realmente importa, cabe pensar que para algunos que se titulan de izquierdas la estudiada deshumanización de la vida personal, familiar y comunitaria favorece el ado­cenamiento general con la consiguiente oportunidad para los avispados comerciantes de voluntades: si yo te convenzo de que es progreso decir que no a viejos valores como la libertad responsable o el amor a la vida de los indefensos, el dejarte esclavizar por el pequeño o monstruoso bruto que llevas dentro... si elimino de tu conciencia cualquier idea de trascendencia espiritual... tu capacidad de juicio no irá más allá de lo breve e inmediato; insistiré en que las posibles decepciones no son más que ocasionales baches que jalonan el camino hacia esa anqui­losante y placentera utopía en que todo está permitido.  Para que me consideres un genio y me aceptes como guía, necesito embotar tu razón con inquietudes de simple animal. Pertinaz propósito mío será romper no pocas de tus “viejas ataduras morales” y en  el hueco de esas “viejas ataduras morales” es preciso presentar monstruosas falacias que “justifiquen” bárbaros comportamientos. Ideólogos no faltan que presentan lo cómodo y fácil como lo único que vale la pena perseguir o que confunden el progreso con cínicas formas de matar a los que aun no han visto la luz (el aborto) o “ya la han visto demasiado” (la eutanasia o “legal” forma de eliminar a ancianos y enfermos de difícil cura).
Otra “expresión” de Progreso quiere verse en la ridi­culización de la familia estable, del pudor o del sentido trascendente del sexo. Se configura así un nuevo catálo­go de “valores” del que puede desprenderse como he­roicidad adorar lo intrascendente, incurrir en cualquier exceso animal, saltarse todas las barreras de la moral natural hasta hacer del egoísmo el más apetecible  de los comportamientos,  presentar al amor estéril como ideal familiar o usar del aborto como un “legítimo derecho” de los padres.
Cuando se llega a esto último, pisoteando al más sagrado de los derechos de todo ser concebido dentro de la familia humana, se incurre en evidente atentado contra el Bien Común puesto que todos y cada uno de nosotros, por el sim­ple hecho de disponer de razón y de irrepetibles virtualidades, representamos un positivo eslabón para el Progreso, el cual, repitámoslo una vez más, se apoya y alimenta en el desarrollo y armonía de las distintas y complementarias capacidades de todos y de cada uno de los seres inteligentes que  poblamos el ancho mundo.
Habría una razón para el voluntario estrangulamiento de la futura proyección de la pareja (noble y natural consecuencia del amor) si ello facilitara una más placentera vida... ¿Quien puede afirmarlo desde la estricta racionalidad? ¿Por qué, entonces, desde las esferas del Poder, se desarrolla la cultura de la “ideal esterilidad del amor”? ¿Por qué, lo que es aun más grave, se facilita la degradación de las madres invitándolas a la pura y simple eliminación del fruto de sus entrañas?
¿Que esto nada tiene que ver con la Política Progresista? Por supuesto que sí: La cabal actitud de un gobernante depende de su escala de valores. Existen valores, repetimos, que la Realidad muestra como imprescindibles al auténtico Progreso y que constituyen un todo compacto de forma que la falta o adulteración de uno de ellos resiente la viabilidad del conjunto. El desprecio a un derecho elemental facilita el camino del desprecio al resto de los derechos...
El proclamado laicismo del estado, del que, como es bien sabido, hace bandera la Izquierda Española,  no puede significar ni un revoltijo ni una síntesis de valores y contra-valores, aunque, en determinada situación, estos últimos logren mayor ruido social:  por encima de prejuicios o intereses de partido, están obligados a discernir entre lo que conviene y no conviene al bien común.
En vergonzante afán de autodefensa, se nos dirá que, a estas alturas de la historia, todo lo de antes ha de ser puesto en  cuarentena; todo no, respondemos nosotros: dejad, al menos, la libertad de responder a la incondicionada voz de la conciencia para calibrar la diferencia entre el ser y el no ser, entre el sacrificarse por el prójimo y el usarlo como cosa sin otro valor que el de la propia conveniencia. Pero, sobre todo, no queráis convencernos de que todo lo que se dice y se piensa tiene el mismo valor, ni, mucho menos, os erijáis en portavoces de lo que  algunos llaman “nueva moral”.
Lo vuestro, como políticos y jueces o como aspirantes a serlo, es la eficaz administración de bienes y servicios velando por la paz  y el bienestar social sin ir más allá del campo de las relaciones entre unos y otros, que ya es bastante en cuanto que de ello depende el que cada uno pueda desarrollar, en libertad y con suficientes recursos materiales, su irrepetible vocación personal.

No es verdad que "un desvarío se puede dominar con un desvarío del mismo estilo”: al fundamentalismo de izquierdas no cabe oponer un fundamentalismo de derechas por mucho que aquellas se inventen sus “valores” y  que parte de éstas  se haya atrevido a comerciar con lo que los cristianos consideran (consideramos) “sagrados y eternos valores”.

martes, 17 de diciembre de 2013

Bye-bye, Mr. Adelson

    Como exclusiva de trascendencia nacional, después de largos meses de discusiones y rumores más o menos fundamentados, la excelente y bien informada periodista  Susana Grisó, en septiembre de 2012, decía en el programa Espejo Público:
    La noticia todavía no se ha anunciado oficialmente, pero en Espejo Público hemos podido confirmar de fuentes fiables, que Sheldon Adelson, magnate del juego, ha tomado la decisión de instalar el macro complejo Eurovegas en Madrid y más concretamente en unos terrenos del término municipal de Alcorcón.
    Sheldon Adelson, de origen judío, con sus ochenta años muy bien llevados y una fortuna que se estima en más de veinte mil millones de dólares, pasa por ser la octava persona más rica de USA. Entre sus obras filan-trópicas, se cita la donación de 25 millones de dólares a la organización sionista Birthright Israel, otro tanto a favor  del Memorial Yad Vashem de Jerusalén y,  al menos, diez millones  para financiar la campaña presidencial del candidato republicano, Mitt Romney, rival de Obama.  
    Dada la perspectiva de creación de  más de doscientos mil puestos de trabajo, era de rigor examinar el asunto desde la estricta perspectiva empresarial y, sin subterráneos trapicheos ni espurias escapadas por lo marginal, tomar en consideración esa formidable oportunidad de empleo masivo que habría sido para Alcorcón la instalación del complejo Eurovegas.
    Cuando todo parecía pertinentemente encauzado, el pasado 13 de diciembre, desde la propia ciudad de Las Vegas,  se lanza el comunicado de que, “después de meses de conversaciones continuadas a varios niveles con el Gobierno de España y de un análisis a fondo (Due Diligence), la empresa Las Vegas Sands Corp. no presentará una propuesta formal de invertir 30 mil millones de dólares en Madrid”.
    Entre otras desequilibradas  exigencias, el señor Adelson pretendía, ni más ni menos, reducir la tributación al juego del 45%  al 1%,  impedir que en Madrid hubiera juego online y ser “indemnizado” en el caso de que los beneficios no fueran los esperados: la  propia vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, nos ha explicado cómo, a la hora de la verdad, la otra parte pretendía imponer condiciones “fiscales, crediticias, de restricción de entrada a nuevos operadores en el mercado y de blindaje jurídico contrarias a la normativa vigente”.
    A la vista de ello, nos alegramos de que nuestro Gobierno se haya negado a aceptar “peticiones de última hora” que, además de contradecir el entendimiento evidenciado en anteriores encuentros, no tiene precedente en otros países: 
                                      ¡¡Adiós, adiós, señor Andelson!!
   Ojalá que el caso nos sirva a los ciudadanos de Alcorcón para discurrir sobre lo mucho que podemos hacer por nosotros mismos: por ejemplo, darle utilidad a tantos cientos de hectáreas de barbecho en un campo a solo doce kilómetros de la Gran Capital.