miércoles, 17 de septiembre de 2014

LA LUCHA DE CLASES COMO TELÓN DE FONDO

En las Cortes Españolas acabamos de oír  al nuevo “Jefe de la Oposición” un discurso vibrante aunque fuera de lugar y como inspirado por una radical falta de memoria ¿Se ha olvidado usted de la situación en que dejó a España el gobierno de los señores Zapatero y Rubalcaba, a los que usted apoyaba incondicionalmente? ¿No cree usted de elemental sentido común que, en situaciones de ruina económica como la que sufrimos los españoles hasta el 2011, no caben brindis al sol ni “floripondios zapateriles”, que diría el señor Leguina, y sí acuerdos de mínimos entre las principales fuerzas políticas para hacer lo que haya que hacer hasta salir de una situación que a todos, preferiblemente a los más débiles, ha perjudicado seriamente?
Somos muchos los españoles que soñamos con una España en la que la principal motivación de sus líderes políticos sea el interés general a base de empeñar su saber hacer y buena voluntad en resolver problemas y no en pretender hacer carrera política a base de hacer ver que los malos son los otros. Desde esa perspectiva sí que nos gustaría que la “nueva oposición” no saliera el ámbito del realismo para corregir lo corregible y perfeccionar lo perfectible de leyes y disposiciones que, como es natural, dimanan y deben dimanar de los que tienen la responsabilidad de gobernar en la actual etapa…
Desgraciadamente, no parece ser ése el caso sino, más bien todo lo contrario: algo que,  diríamos, pertenece a otras épocas en las que la mayoría de los trabajadores no tenían otra cosa que perder que sus cadenas. Ahora tanto los que tienen la suerte de trabajar como los que no han perdido la esperanza de encontrar trabajo son personas con derechos reconocidos y muy conscientes de que forman parte imprescindible y responsable del entramado económico codo con codo con los emprendedores constituyendo así las dos columnas en las que descansa la prosperidad de todos.

Vieja, muy vieja, es la “Lucha de Clases” que  nos ha parecido ver como telón de fondo de la lucha política que está dispuesto a protagonizar el actual Jefe de la Oposición. Nos gustaría hacerle ver que, para la mayoría de los ciudadanos de a pie, sobran las algaradas callejeras, el consagrar como dogmas mentiras o medias verdades y echamos en falta buenas dosis de sentido común, profesionalidad y buena voluntad

martes, 26 de agosto de 2014

¿Es progresista la actual Izquierda Española?

Con todo el respeto para las diversas opciones políticas de la actualidad española, este ciudadano de a pie, que no vive de la política, pero que sí que se cree en la obligación de participar en política, sobre todo a la hora de votar en todas y en cada una de las convocatorias electorales que le afectan, se permite la siguiente observación:  a la vista de que todos los portavoces o voceros de los más señalados partidos de izquierda, como en estado de alerta, parecen haberse puesto de acuerdo para tildar de errónea e incluso nefasta la labor del actual gobierno, cuyas prioridades, como a la vista está, son arreglar no pocos de los entuertos de su predecesor por el camino de la lógica, de la Economía Racional  y de una elemental justicia social de forma que, con el menor sacrificio para los más desfavorecidos y lo más pronto posible, recuperemos posiciones perdidas en el camino del progreso y de la estima de los verdaderos creadores de riqueza.
Reconozcamos que sin recursos suficientes, lo que haya que repartir irá a los más poderosos, y que, para aumentar esos recursos no existe mejor solución que facilitar el camino a los emprendedores, que no son, precisamente los que predican que “destruir es una forma de crear”, que empobrecer a los más pudientes es lo  lógico para sacar más del menos o, algo más pernicioso aún, que esa responsabilidad personal que se alimenta del trabajo, la generosidad y la libertad debe ceder el paso a la despersonalización colectiva para que los nuevos vendedores de ideologías imposibles se sientan en el machito del poder.
Claro que algunos de éstos hablan de tal forma que logran no pocos seguidores a los que no parece importarles perderse en el camino de países como Cuba, Corea del Norte, Venezuela, etc., etc., el mismo que antes siguió la Unión Soviética y sus satélites con los resultados que todos conocemos. ¿Existe alguna razón para que, visto lo visto, por arte de birli-birloque, las ideas y las políticas, que han sembrado y continúan sembrando la ruina en lugar del progreso, se conviertan en las columnas de la llamada “sociedad del bienestar”.
Bien sabemos que la extrema izquierda no escucha otras razones que las muy viejas de sus maestros a los que conceden una buena voluntad o “amabilidad” de las que no dieron prueba alguna, pero ¿qué decir de la “izquierda moderada” de la actualidad que, con tal de que el equipo, que actualmente nos gobierna se vaya a la oposición, parece estar dispuesta a repetir lo del “cordón sanitario”? ¿no parece más justo y lógico abandonar la crítica por la crítica y tratar de ganarse la confianza de los electores perdidos mostrando que son muy capaces de continuar en el camino de la recuperación, que es, justamente, el camino del progreso, a base de mejorar lo mejorable y cubrir con aciertos los fallos que siguen existiendo?

Hubo un tiempo, protagonizado por Felipe González, en el que, junto con no pocos desaciertos, los españoles pudimos apreciar medidas que sí que representaron apreciables pasos en el camino del Progreso; ello nos anima a preguntar ¿no creen los nuevos líderes socialistas que para, obrar como auténticos progresistas, deben olvidarse de la asociación con los que en el único progreso en el que creen es en el que afecta a sus exclusivas vidas? 

viernes, 13 de junio de 2014

España, una Monarquía Democrática

Puede que, guiado por el afán de competir en la lid de los excesos verbales, alguien se ha inventado eso de “Monarquía o Democracia”, un slogan o sofisma que se da de bruces con el sentido común y que nada tiene que ver con la realidad española.
Hoy por hoy, no hay razón alguna para no reconocer que, en España, la Monarquía es y actúa dentro de los cánones que el Mundo Occidental considera Democracia: la nuestra no es menos democrática que  cualquiera de las otras monarquías europeas. Se atiene a lo establecido por la Constitución y, por demás, cuenta con el respaldo explícito de la mayoría de los ciudadanos.
Mucho tememos que quienes ponen en duda esa verdad incuestionable  usen como base de su discurso el supuesto de que no hay democracia fuera de la forma de gobierno republicana, lo que también se da de bruces con lo que sabemos de  pretendidas repúblicas como la norcoreana y tantas otras que están en la mente de todos.
A los que siguen erre que erre con sus tópicos, les preguntamos ¿qué entiende usted por democracia y en qué se basa para sostener que una república cualquiera es más democrática que una Monarquía constitucional, parlamentaria  y moderna como la española?
Sin meternos en disquisiciones sobre lo que, para un Aristóteles, era lo que entonces se llamaba Democracia (gobierno de todos sin “jefe natural”) demos por buena la explicación de que “Democracia es  una forma de vivir y de hacer política bajo el amparo de la ley y como ciudadanos que ejercen el derecho de elegir a sus representantes en los puestos claves de la acción política” ¿No es eso lo que vemos en España?
Si buceamos en la historia de las ideas políticas, tropezaremos con que República equivale  a  “res publica” o cosa pública que un Cicerón explicaba de la siguiente manera: “La República es la cosa del pueblo, término que, más que un simple conjunto de seres humanos, viene a significar una colectividad unida  por el derecho de cada uno y la comunidad de intereses”.
Si en una Monarquía como la nuestra, además del respeto a la Ley y de la participación ciudadana, se sirve a la “Cosa del Pueblo” (Res-publica”) según el derecho de cada uno y la comunidad de intereses… ¿se puede sostener que ahí no hay valores tan respetables y democráticos como puedan serlo en lo que pueblos, como el francés, entienden por República?
Sin dejar de hilar fino en lo que nos enseña nuestra propia Historia, reconozcamos que, en la España de hoy sí que vivimos en Democracia al amparo de una Constitución cuya pieza clave es la  Monarquía Parlamentaria.

Admitámoslo no sin reconocer también que  en esa Democracia hay no poco a mejorar ¿no creéis que no es cosa de escurrir el bulto o de echar al de enfrente la culpa de nuestros fracasos o decepciones y sí de abordar con generosidad, libertad y realismo la tarea que a cada uno de nosotros toca en lo de mejorar todo lo mejorable?

domingo, 25 de mayo de 2014

DEMOCRACIA Y RESPONSABILIDAD PERSONAL

Algo nos pasa a la mayoría de los ciudadanos de a pie cuando no somos capaces de ligar la democracia con la responsabilidad personal. Si algo han demostrado las recientes elecciones al Parlamento Europeo es que la mayoría de los invitados a votar confunde a la Democracia con el aquí me las den todas: no valoran ni poco ni mucho el hecho de que se cuenta con ellos para labrar su propio futuro y se  dejan anular por una poltronería muy similar a la de los que no se deciden a sacar el paraguas cuando ven que, de seguro, va a llover o caer una granizada de tal calibre que puede llegar a “romperles la cabeza”. Hasta los hay que, con el paraguas en la mano, ni siquiera se deciden a abrirlo como a la espera de que lo abra un vecino que, precisamente, no le tiene ninguna simpatía.

Insegura es una democracia en la que la responsabilidad personal brilla por su ausencia. Llamamos responsabilidad personal a ese elemental impulso que nos lleva a prevenir el mal que nos pueda acontecer. Que las cosas no van todo lo bien que quisiéramos y que pueden ir a peor ¿quién puede dudarlo? Pero díme: ¿De qué te quejas  tú, que te privaste de ese ejercicio de responsabilidad que es votar por la menos mala de las soluciones que te dicta el buen criterio que seguro que aplicas a cuestiones bastante menos importantes que el porvenir de esta nuestra insegura Democracia? ¿Creías que se iban a quedar en casa algunos de los que sueñan con eso de que destruir es una forma de crear? 

martes, 20 de mayo de 2014

¿QUÉ HARÁN NUESTROS POLÍTICOS EN EUROPA?

Ya nos gustaría a una buena mayoría de ciudadanos españoles de a pie que  todos los aspirantes a representarnos en Europa se vieran libres  de la Demagogia, ese sucio truco en el que se refugian los mediocres que o no saben o no quieren abordar en profundidad los problemas que a todos nos aquejan.
Viene esto a cuento porque no es de recibo el utilizar un simple desliz semántico como argumento de peso para descalificar una brillante y prometedora carrera Política. A fuer de realistas, si lo que buscamos son buenos gestores que vayan al grano en el estudio, tratamiento y resolución de todos y cada una de las cuestiones que caigan bajo su directa responsabilidad… ¿hay razón para perder tiempo en discurrir sobre si conviene que sea alto o bajo, gordo o flaco, hombre o mujer, amigo de las rimbombancias retóricas o espontáneo en la forma de hablar?
Conozco a uno a quien acusaron de machista por decir que prefería los claveles a las rosas y a otro al que acusaron de homófobo  porque, ante una pregunta con trampa, respondió que, para sus hijos quería un matrimonio tradicional en lugar de los traídos por las modas.  
¿No creéis que, a la hora de elegir nuestros representantes en Europa , lo que verdaderamente cuenta es el acertar para que la actual línea de recuperación no se quiebre hasta echar en saco roto todos los sacrificios que hemos debido sufrir para salir del catastrófico bache  que está en la memoria de todos?
Vemos que los hay de todos los colores entre los candidatos a diputados del Parlamento de la Unión Europea: de los elegidos, algunos irán en solitario y otros en equipo; de éstos últimos habrá quienes preconizarán el gastar por gastar y los que abogarán por ajustar bien las cuentas para que la adecuada administración permita mejorar toda la máquina productiva, sin lo cual tonto es pensar que nos va a ir mejor.

¿Qué harán los nuestros en  Europa? De ti y de mí depende.   

lunes, 12 de mayo de 2014

Solidaridad sí, pero empieza por ti mismo

Para las gentes de lo común, que trabajan si tienen en qué o sufren las consecuencias de una larga, larguísima crisis, es seria decepción el comprobar que tantos y tantos políticos, que no gobiernan pero sí que aspiran a gobernar, no hacen otra cosa que criticar y criticar sin aportar idea positiva alguna pero sí que soltando largos y aburridos discursos apoyándose en el sofisma de que ellos son muy buenos porque los otros son muy malos.
Como ejemplo de sugerentes palabras, olvido histórico, acusaciones fuera de lugar y falta de constructivo contenido, tenemos el discurso de un veterano político que no gobierna pero que sí que ha gobernado y que aspira a gobernar: sin reconocer mérito alguno al que no es de su órbita, resuelva o no los problemas más acuciantes, ha venido a decir que la “solidaridad de la Europa del Norte”  solamente le puede llegar a a la Europa del Sur, es decir, a España, si su partido gana las inmediatas Elecciones Europeas. Según él, ello es así porque su Partido sí que sabe y puede mejorar la situación de todos los españoles sin tener que preocuparse de ajustes presupuestarios ni de otras bagatelas por el estilo y menos de dar explicaciones sobre el cómo y con qué recursos pretende aplicar la fórmula mágica de la “solidaria igualdad”.
 Claro que la solidaridad debiera ser el motor de las relaciones humanas. Así fue en la Polonia de  hace ahora unos treinta años: Los de cierta edad bien recordamos que, hasta los años ochenta del siglo pasado, Polonia era uno de los países más tiranizados por el llamado “socialismo real” hasta que apareció el sindicato Solidaridad (Solidarnoác) dirigido por Lech Walesa y formado por millones de obreros católicos, que entendían que solamente a través de los valores cristianos crece la solidaridad  entre todas las personas iguales en dignidad natural.

Desde el punto de vista materialista, que es el de muchos compatriotas nuestros, a lo más que se está llegando es a la protesta por la protesta y a ver la paja en el ojo ajeno en lugar de quitarse la viga que llevan en el propio.  No es ahí en donde podemos encontrar la solidaridad para construir juntos la España y la Europa en que se premie el trabajo, la generosidad, la libertad y la responsabilidad.

lunes, 28 de abril de 2014

CERCANOS, MUY CERCANOS, Y SANTOS MUY SANTOS

Aunque, en este blog, lo habitual es hablar de política, bien vale la pena referirnos hoy al excepcional acontecimiento de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, dos Papas a los que debemos mucho de lo bueno de nuestro tiempo y que para muchos de nosotros han dado extraordinaria juventud a la Iglesia. 
Ya hemos señalado en diversas ocasiones la necesidad de que el ejercicio de la Política, sea cual sea el sistema de gobierno imperante, ha de ajustarse a un criterio moral si quiere cumplir con el cometido que le es propio, es decir, el bien de todos y cada uno de los ciudadanos. Por nosotros mismos hemos podido apreciar que los dos nuevos santos han marcado muy claramente la pauta de ese necesario criterio moral. 
Es la razón por la que, con el título "Cercanos, muy cercanos, y santos muy santos" transcribimos el artículo publicado por el que esto firma en la revista Buena Nueva (28/04/14):
Si fijamos la atención hacia siglo y medio atrás de nuestra historia, los católicos habremos de reconocer que fue algo muy positivo para nuestra Santa Madre la Iglesia el forzado abandono del poder temporal sobre una buena parte de Italia por parte de SS beato Pío IX  el 20 de septiembre de 1870.  Es a partir de entonces cuando el efectivo poder temporal de los papas queda reducido al minúsculo estado del Vaticano, mientras que su  poder espiritual con la consiguiente autoridad moral han ido creciendo hasta llegar al profundo y preciso magisterio de Benedicto XVI cuya heroica renuncia de  hace un año dio lugar a la elección de nuestro entrañable  Santo Padre Francisco, que nos acaba de regalar la canonización de San Juan XXIII y San Juan Pablo II, de más en más cercanos, muy cercanos, y de más en más santos, muy santos.
Tan bendita etapa de la Historia de la Iglesia es iniciada por el propio beato Pío IX (1846-1878), al que debemos la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854 y la realización del concilio Vaticano I (1869-1870), seguido por León XIII (1878-1903), cuya es la inspirada, esclarecedora y oportuna  encíclica Rerum Novarum (1891).
Ya en el siglo XX, contamos los católicos con San Pío X (1903-1914), Benedicto XV (1914-1922), Pío XI (1922-1939) y el venerable Pío XII (1939-1958), pontificados que, a base de entrega y buen hacer, han de hacer frente a la creciente ola europea de paganos fundamentalismos, incluidos el comunismo soviético y el nazismo. Para cualquier observador imparcial, la Iglesia, con sus sucesivos sumos pontífices al frente, estuvo a la altura de las circunstancias como  esperanza y refugio para las personas de buena voluntad y, sin duda, que es gracias a ella, como el horizonte de la paz se ha venido mostrando asequible desde la derrota de Hitler en 1945 y abandono de la llamada Guerra Fría a partir de la caída del Muro de Berlín (1989).
Tras el venerable Pío XII, llegamos al Papa Bueno, San Juan XIII (1958-1963), a quien debemos el llamado  “Aggiornamento” o “puesta al día” de la Iglesia Católica con su convocatoria del Vaticano II y encíclicas como la  “”Mater et Magistra”, madre, maestra y cercana, muy cercana a todos nosotros siempre con la adecuada solución a los problemas del día a día.
Con el intervalo de los pontificados de Pablo VI (1963-1978), que culminó la obra del Vaticano II (1962-65) y de  Juan Pablo I (un mes de 1978), llamado el Papa de la Sonrisa, ambos en proceso de beatificación, llegamos a San Juan Pablo II (1978-2005), ese sabio, carismático  y Santo Padre que, junto con San Juan XIII,  en presencia del “abuelito” Papa Benedicto XVI y ante más de un millón de fieles peregrinos, ha sido canonizado por el entrañable Papa Francisco.
La Prensa habla de un  “inigualable acontecimiento histórico que ha reunido a cuatro papas”. Permítasenos apuntar: son cuatro papas cercanos, muy cercanos y santos, muy santos

lunes, 14 de abril de 2014

Algo de lo que dijo Ortega sobre el NACIONALISMO PARTICULARISTA

Se habla mucho del “problema catalán” que, aun sin dejar de ser un gravísimo problema,  para muchos de nosotros, sobre todo en su versión actual, no es más que puro artificio de unos pocos que no dejan de seguir ensimismados en la contemplación de la redondez de su ombligo: no razonan, simplemente se pierden en los vapores de una ensoñación radicalmente “particularista”.
Es lo que al que esto escribe le ha sugerido el repaso del discurso que, ante las Cortes Españolas, pronunció el 13 de mayo de 1932 el entonces diputado don José Ortega y Gasset. Bueno e ilustrativo es entresacar los siguientes párrafos:
Pues bien, señores; yo sostengo que el problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar, y al decir esto, conste que significo con ello, no sólo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles…./….es un problema perpetuo, que ha sido siempre, antes de que existiese la unidad peninsular y seguirá siendo mientras España subsista; que es un problema perpetuo, y que a fuer de tal, repito, sólo se puede conllevar.
¿Por qué? En rigor, no debía hacer falta que yo apuntase la respuesta, porque debía ésta hallarse en todas las mentes medianamente cultivadas. Cualquiera diría que se trata de un problema único en el mundo, que anda buscando, sin hallarla, su pareja en la Historia, cuando es más bien un fenómeno cuya estructura fundamental es archiconocida, porque se ha dado y se da con abundantísima frecuencia sobre el área histórica. Es tan conocido y tan frecuente, que desde hace muchos años tiene inclusive un nombre técnico: el problema catalán es un caso corriente de lo que se llama nacionalismo particularista. No temáis, señores de Cataluña, que en esta palabra haya nada enojoso para vosotros, aunque hay, y no poco, doloroso para todos.
¿Qué es el nacionalismo particularista? Es un sentimiento de dintorno vago, de intensidad variable, pero de tendencia sumamente clara, que se apodera de un pueblo o colectividad y le hace desear ardientemente vivir aparte de los demás pueblos o colectividades. Mientras éstos anhelan lo contrario, a saber: adscribirse, integrarse, fundirse en una gran unidad histórica, en esa radical comunidad de destino que es una gran nación, esos otros pueblos sienten, por una misteriosa y fatal predisposición, el afán de quedar fuera, exentos, señeros, intactos de toda fusión, reclusos y absortos dentro de sí mismos.
Y no se diga que es, en pequeño, un sentimiento igual al que inspira los grandes nacionalismos, los de las grandes naciones; no; es un sentimiento de signo contrario. Sería completamente falso afirmar que los españoles hemos vivido animados por el afán positivo de no querer ser franceses, de no querer ser ingleses. No; no existía en nosotros ese sentimiento negativo, precisamente porque estábamos poseídos por el formidable afán de ser españoles, de formar una gran nación y disolvernos en ella. Por eso, de la pluralidad de pueblos dispersos que había en la Península, se ha formado esta España compacta.
En cambio, el pueblo particularista parte, desde luego, de un sentimiento defensivo, de una extraña y terrible hiperestesia frente a todo contacto y toda fusión; es un anhelo de vivir aparte.…/….Pero claro está que esto no puede ser. A un lado y otro de ese pueblo infusible se van formando las grandes concentraciones; quiera o no, comprende que no tiene más remedio que sumirse en alguna de ellas: Francia, España, Italia. Y así ese pueblo queda en su ruta apresado por la atracción histórica de alguna de estas concentraciones, como, según la actual astronomía, la Luna no es un pedazo de Tierra que se escapó al cielo, sino al revés, un cuerpo solitario que transcurría arisco por los espacios y al acercarse a la esfera de atracción de nuestro planeta fue capturado por éste y gira desde entonces en su torno acercándose cada vez más a él, hasta que un buen día acabe por caer en el regazo cálido de la Tierra y abrazarse con ella. Pues bien; en el pueblo particularista, como veis, se dan, perpetuamente en disociación, estas dos tendencias: una, sentimental, que le impulsa a vivir aparte; otra, en parte también sentimental, pero, sobre todo, de razón, de hábito, que le fuerza a convivir con los otros en unidad nacional. De aquí que, según los tiempos, predomine la una o la otra tendencia y que vengan etapas en las cuales, a veces durante generaciones, parece que ese impulso de secesión se ha evaporado y el pueblo éste se muestra unido, como el que más, dentro de la gran Nación. Pero no; aquel instinto de apartarse continúa somormujo, subterráneo, y más tarde, cuando menos se espera, como el Guadiana, vuelve a presentarse su afán de exclusión y de huida.
¿Qué cabe añadir a los precedentes párrafos, cuando a la vista está que los pueblos más avanzados y más consecuentes con su propia historia derrochan lo mejor de sus energías en consolidar los lazos con quienes elaboran “sugestivos proyectos de acción en común”?

¿Creéis que es mejor  retroceder más de quinientos años  en la Historia por el solo capricho de los que ya han caído víctimas de su propio particularismo?

miércoles, 9 de abril de 2014

HABLEMOS DE ESPAÑA Y DEL ALDEANISMO NACIONALISTA

España y su territorio son lo que son, desde que, en 1512,  Fernando el Católico se las arregló para recuperar el reino de Navarra, que durante poco menos de tres siglos (en 1234, a la muerte de Sancho VII el Fuerte), había vivido formalmente desligada de los asuntos peninsulares, aunque, a decir verdad, siempre se sintiera genuinamente hispánica.
A la vista de ello y de todo lo que viene aconteciendo desde entonces, podemos muy bien decir que los españoles, todos los españoles, al margen de nuestras discrepancias y más o menos dramáticos avatares, hemos hecho Historia juntos y que, ya en la segunda década del siglo XXI, formamos parte de los países que gozan de los privilegios que facilita la Democracia, sistema de gobierno y de agrupación de voluntades, que, si no es todo lo perfecto que cabría desear, sí que, tal como diría Churchill, es el menos malo de los posibles.
Esa Democracia, perfectible aunque no perfecta, no puede ser, en ningún caso, un juego de azar, un monopolio de los que más gritan ni, mucho menos, una coartada de los insolidarios y egoístas: por lo mismo necesita de un cauce legal en el que lo provechoso para todos prime sobre el egoísmo cerril de unos pocos, esos mismos que, como diría Álvaro de la Iglesia, parecen vivir extasiados ante la contemplación de la redondez de su ombligo. Para adoptar un más positivo comportamiento, los españoles, en 1978, nos dimos un Constitución, Ley de Leyes, que marca límites a la conducta de los que pretenden vivir al margen de las reglas democráticas, en especial las que nos llevan a no buscar para los otros lo que no queremos para nosotros mismos.
Bien sabemos que la unión hace la fuerza o ¿creíais otra cosa?
Ayer, ocho de abril de 2014, en el Parlamento Español, templo de la Democracia Española, se vivió un intenso debate en el que triunfó lo que Ortega habría llamado la “Razón Histórica de España”: aunar esfuerzos para, “juntos”, abordar “un sugestivo proyecto de acción en común”, lo que no implica que todos y cada uno de nosotros vivamos embargados por una mutua y desbordante simpatía. La Razón obliga y el futuro es demasiado problemático para que unos y otros, como aquellos dos conejos, esperemos la llegada de los perros discutiendo sobre si “son galgos o podencos”. La Libertad, el Orden  y el Entendimiento entre todos, son bienes demasiado preciosos para colocarlos fuera de la cobertura de esa Ley que garantiza la persistencia de todo aquello en que se apoya la paz y la prosperidad de todos y cada uno de nosotros los españoles, de Norte a Sur y de Este a Oeste.
Tras el intenso debate de ayer sobre el ser o no ser de la España que la mayoría de los españoles queremos, desde el más rancio nacionalismo, no falta quien apunta que “el Estado Español ha dejado pasar otra oportunidad” ante los portavoces del “proceso soberanista"…”
¿Desde dónde, de parte de quienes y para qué?
¿Queréis creer que es desde una de las partes más entrañables de nuestra España? ¿Que los que han promovido el desaguisado son españoles que pretenden ser más nobles ciudadanos dejando de ser españoles para encerrarse en las limitaciones e inconsistencias de un inventado o anacrónico pasado, cuando son lo que son por sangre, historia, cultura, educación y posibilidades de futuro? ¿Os habéis dado cuenta de que pretenden lo que pretenden para la efímera gloria de unos pocos, poquísimos, de los que podría decirse que no les importa quedarse tuertos a cambio de que se vuelvan ciegos el resto de los ciudadanos?
¿Cabe aceptar que, empequeñeciéndonos, podemos abordar más grandes y más brillantes hazañas?

Claro que para salir del paso, los “retóricos de la movida nacionalista” intentan ennoblecer al propio nacionalismo (especie de paganismo político, que diría Juan Pablo II), como si el nacionalismo de estrechísimos límites y pese a quien pese, por eso de ser artificialmente ennoblecido, dejara de ser puro y duro egoísmo.

miércoles, 5 de marzo de 2014

DESESPERADA ANSIA DE PODER

No doy nombres para que cada uno de mis lectores aplique lo que voy a decir a quien él o ella piense que le corresponde. A ésos y a ésas, a quienes no pongo nombres, les estamos oyendo todos los días y a todas las horas  la cantinela de que son malos, malísimos, todos los que no pertenecen a su órbita: a decir de ellos y de ellas no hay cosa positiva a resaltar en todo lo que ellos o ellas no tienen arte ni parte.
Lo dramático del asunto es que, para sostener lo que sostienen, para explicitar lo que no es explicitable, para embaucar al que está presto a dejarse embaucar…, sea verdad o mentira lo que dicen, lo expresan con fáciles palabras,  persuasivas entonaciones y una total superficialidad, factores que distraen de lo que realmente les importa a tantos y tantos a los que cuesta enorme trabajo reflexionar.
Leemos hoy que, por ejemplo, las becas “Erasmus” van a parar a los hijos de aquellos a los que sobra el dinero. ¿En qué se basa para tan grave acusación? Sencillamente en que goza de impunidad para decir lo que la venga en gana.
¿Qué decir de quien, sin prueba alguna y solamente porque entiende que ello puede atraerle los votos de los que nunca le votan, suelta el peregrino supuesto de que las consabidas pelotas de goma iban dirigidas por ideas de matar aunque fueran disparadas en dirección contraria y a medio kilómetro de distancia de los que, desgraciadamente, perecieron ahogados?
Recientemente hemos asistido al “Debate del estado de la Nación”… ¿es lógico que frente a datos y proyectos, en lugar de demandas de precisión, razonados análisis, apuntes complementarios o positivas sugerencias, no oigamos más que descalificaciones, insultos o patochadas al estilo de “sin saber de qué se trata, yo lo haría infinitamente mejor”?
Visto lo visto y escuchado lo escuchado, no es de extrañar el que algunos pongan cara de funeral cuando se enteran de que las cosas no van tan mal como ellos y ellas esperaban.
¿Razón de tales comportamientos? ¿No será que, entre no pocos de los políticos españoles, la desesperada ansia de poder ha llegado a convertirse en alienante enfermedad?

¡¡Calma, chicos y chicas!! Puesto que se ve claramente que carecéis de vocación política…, ¿os cuesta tanto trabajo reconocer que, para ganarse la vida, existen  caminos menos estresantes que la Política, a la que tratáis de tan chapucera manera?  

martes, 25 de febrero de 2014

EL PASO CAMBIADO DE UN OPOSITOR

Opositor a lo que sea es un señor que pretende desbancar al actual Presidente del Gobierno de España, luego de haber demostrado que no quiere saber nada de todo lo malo que él ha hecho, cuando son sus muy graves consecuencias las que entorpecen la imprescindible recuperación. ¿De dónde quiere usted que salga el dinero para ir más deprisa y con más seguridad en el camino hacia esa recuperación?
¿Qué me dice usted de la deuda heredada? ¿Qué de los millones de puestos de trabajo destruido? ¿Qué de las facilidades que usted prestó a todos los que sueñan con la desvertebración de España? ¿Acaso no fue usted persona clave en el anterior gobierno? ¿No cree usted que los españoles nos merecemos una sincera autocrítica suya, incluida la explicación  sobre lo que hay detrás de tal o cual caso que está en la memoria de los españoles?
Pobre, muy pobre, es la oposición que no esgrime otro argumento que ese tan recurrido por los demagogos recalcitrantes: “yo soy bueno, muy bueno, porque todos los que no hacen lo que yo hago, son malos, muy malos". ¿Acaso ha demostrado usted ser lo buen político que pretende ser cuando tenía ocasión de demostrarlo? ¿Por qué, en lugar de la crítica por la crítica, no opta usted por examinar con lupa cada nueva disposición para cubrir, una a una, las posibles y probables deficiencias?
Como ciudadano sin otro compromiso político que el de votar responsablemente cuando llega la ocasión, me siento defraudado cuando compruebo que, para mejorar lo mejorable, el que debía debía ilustrarnos sobre una mejor manera de superar las actuales dificultades, parece como si desfilara con el paso cambiado para terminar yéndose "por los cerros de Úbeda" en su discurso de hoy, 25 de febrero de 2014 (evasivas, tópicos, invenciones y medias verdades).

martes, 18 de febrero de 2014

APRENDICES DE CAUDILLO EN DEMOCRACIA

La Democracia que, fundamentalmente, es participación en las decisiones que afectan a los derechos de la persona y al bien de la comunidad según las exigencias del momento político, requiere una reactivación del “espíritu generoso” y de la capacidad de reflexión de cada ciudadano. El simple número de votos no hace demócratas a los que esperan agazapados la ocasión de hacer realidad los caprichos de su ego.
Precisado un compromiso de realización personal (puesto que yo soy así estoy obligado a obrar en consecuencia), el ciudadano con plena conciencia de su poder y de su libertad, debe situar al profesional de la política justamente en el lugar que le corresponde: este profesional de la política no es ni más ni menos que un servidor de la Comunidad con el obligado respeto a la libertad y a la responsabilidad de todos y de cada uno de sus conciudadanos, en el legítimo proceso de hacerse a sí mismos a través de sus respectivos empleos y vocaciones (ojalá coincidan los unos con las otras) en el tratamiento de las cosas y problemas del día a día.
Pero ese Gestor Público, asentados “sus reales” en determinado escalón de lo que se llama “función pública”, ya está en situación de manejar infinitos hilos de vanidades, caprichos y ambiciones; es cuando, muy difícilmente, resiste a lo que se llama erótica del poder: en mayor o menor medida vivirá el posible debilitamiento de su propia escala de valores (si es que la tenía bien definida y asumida) hasta dejarse dominar por una especie de “síndrome de la auto complacencia” con la probable consecuencia de considerarse a sí mismo como lo único importante.
Es ése un proceso repetido hasta la saciedad en el mundo de la Política. Se encuentran inequívocos ejemplos en cualquier autocracia, pero, también, en las democracias, por muy “representativas” que éstas sean. Sabemos que la degeneración personal, si es un peligro anejo a la propia condición humana, encuentra su mejor caldo de cultivo en las “altas esferas de la Política”, sobre todo si el líder en cuestión, gobierno o no, se muestra capaz de inventar nuevos “valores”: el Poder corrompe, se ha dicho con bien justificada contundencia.
Para que, en nuestra Democracia, el “síndrome de la auto complacencia” despierte complicidad no se precisa más que el incensario de unos cuantos paniaguados estratégicamente situados en las esferas de influencia del propio partido y de una teórica oposición “circunstancialmente complementaria”. Desde ahí ya es posible domesticar a los otros poderes, amañar los procesos electorales (aun en el caso de transparentes recuentos), despilfarrar sin medida, mentir “institucionalmente”, ignorar elementales derechos de los otros... en suma, ejercer una más o menos velada forma de tiranía, también desde la oposición por eso de las “cuotas de consenso”.
Por ello, en el compromiso democrático con la mayoría, además de la imprescindible virtud de la humildad por parte de los titulares de tal o cual parcela de poder, para la comunidad política resulta esencial una vigilante y certera capacidad de juicio con que analizar virtualidades, trayectorias y comportamientos de los candidatos a la función pública. Por el contrario, resulta clara muestra de complicidad con la tiranía (sea o no de raíz democrática) una adhesión incondicional por ciega devoción a lo aparente, rutina, pereza, envidia u obsesiones de revancha.
En la Democracia Española, por virtud de una “consensuada ley electoral” y la rutina de los procesos establecidos o tolerados, se vive en una situación en la que el líder del partido en el Gobierno tiene facultad para nombrar a todos los integrantes de la Pirámide Ejecutiva desde el primero al último nivel sin que ello implique una elemental idoneidad para los respectivos cargos o responsabilidades; por demás, no encuentra serias dificultades para situar al “adicto incondicional” en la cúpula de los otros dos poderes, legislativo y judicial, mientras que, si sabe aprovechar una propicia circunstancia, malo será que no cuente con los mejor situados en los medios de comunicación o “cuarto poder” o en el que muchos consideran el súper-poder financiero. También y puesto que es la primera e indiscutible autoridad de su partido, el líder en unas Elecciones Generales tiene derecho de propuesta o veto para confección de todo tipo de listas electorales (generales, autonómicas, municipales, etc...) ¿No significa todo ello la posibilidad de ejercer un poder político absoluto, o, lo que es lo mismo, el trampolín para actuar como auténtico caudillo sin abandonar lo que, en genuina corrección política, se llama “ámbito de la democracia”?.
Ciertamente, las particulares circunstancias de nuestra Democracia (piramidal, plebiscitaria y de listas cerradas) permite al líder favorecido por la mayoría de votos, marcarle cauces dogmáticos a la economía, situar a todos sus amigos en las esferas de poder; manipular los medios de información para alterar lo valores en uso en función de sus obsesiones, prejuicios o “confluencias ideológicas”; convertir a las “cámaras de representación popular” en caja de resonancia de sus buenas o malas decisiones, frenar o desviar el curso de la justicia en beneficio de sus amigos...
De hecho, en el ejercicio de su poder, el líder que triunfa en unas elecciones disfruta de todas las prerrogativas de un caudillo sin otro requisito previo que el de mantener la connivencia de un suficiente número de diputados. En estas circunstancias, desde la jefatura del poder se manejan o se pueden manejar todos los controles de la vida pública: alcaldes, senadores, diputados… de su partido son pupilos suyos en cuanto que, gracias a su “dedo”, lograron un ventajoso puesto en las listas. Si la mayoría es absoluta no habrá ninguna eficaz objeción a determinada iniciativa o capricho; si no lo es, el recurso al mercadeo allana no pocas dificultades para navegar, incluso, contra la esperanza y el deseo de los electores del propio partido.
Logrado un suficiente número de votos y sin relevante contra poder por cuatro años (y muchos más si se acierta a manipular los resortes de la opinión pública y, con la adecuada palabrería, se neutraliza la capacidad crítica de tibios, fieles y simpatizantes), es posible mantener impunemente la libertad de hacer o no hacer según la propia conveniencia y marcando distancias con la teórica oposición política con torticeros argumentos al estilo de “basta que tú (oposición) propongas esto para que yo (poder) imponga lo contrario” .
No varía substancialmente la cuestión en el hipotético caso en que el jefe de gobierno lo sea por acuerdo entre dos o más partidos: en el actual estado de cosas y puesto que los respectivos jefes de partido han entrado en la rueda de conveniencias, respaldarán cualquier decisión del jefe supremo con la connivencia de un Parlamento satélite, justo lo contrario de lo que propugnó Montesquieu y, con él, todos los defensores de una democracia no hipotecada por la inercia de los intereses partidistas, que, salvo muy honrosas excepciones, suelen ser los intereses o debilidades de los líderes.
No irían así las cosas si, al menos y en ocasiones de notable trascendencia, el voto en el Parlamento fuera realmente libre y al dictado de la conciencia de cada diputado. Claro que, para resultar aceptablemente libre, ese voto habría de ser secreto, si no en todos los casos, al menos, ante las cuestiones de mayor trascendencia: no es de recibo oír en cualquier parlamento expresiones al estilo de “todos mis compañeros y yo pensamos…” ¿de cuándo acá es colectivo algo tan sagrado como un íntimo pensamiento, la voz de la conciencia o los valores con los que cada uno forja o intenta forjar la propia personalidad?
¿Sería mucho pedir a los señores diputados que, en defensa de su propia libertad y de la elemental dignidad para un “legítimo representante de la voluntad popular”, exijan voto libre y secreto para cuestiones tan importantes como la investidura, leyes que vulneren determinados conceptos morales, el Presupuesto o un eventual voto de censura a la actuación del Jefe de Gobierno?
Institucionalizar esa mínima prerrogativa no implica ningún trauma legal: bastaría hacer uso de la elasticidad del “Reglamento”. Claro que ello crearía un precedente no muy halagüeño para cuantos aspiran a disfrutar del poder merced a un entramado de intereses cuidadosamente hilvanados y cuya consistencia sigue asegurada por el voto servil. Si, además, sucede que los altos organismos judiciales cubren sus vacantes a propuesta del parlamento, caja de resonancia de la voluntad del jefe... Entre los interesados por copar los puestos de mayor relieve, por ejemplo, en el poder judicial, llega a no es el mayor aliciente el ponderado y veraz entendimiento de las exigencias de la Justicia de todos y para todos. De esa manera, pierde su positivo carácter lo que se llama “equilibrio de poderes” hasta el punto de que el “natural ejercicio de la independencia judicial” llega a ser considerado una genial heroicidad.
Claro que, tal están demostrando heroicos jueces del momento actual, las leyes deben y pueden tener más fuerza que los posicionamientos políticos, por muy altos que éstos sean. En momentos cruciales de nuestra reciente historia, por desgracia, no se ha dado tal situación: entre nosotros, personajes bien notorios han logrado “saltarse a la torera” todo el aparato jurídico. Sin sacar a colación consabidos escándalos de la vida pública, choca al buen juicio democrático eso de la inmunidad parlamentaria sobre cuestiones tan obviamente criminales como la connivencia con el “terrorismo de Estado” o el uso de los fondos públicos para enriquecer a delincuentes. El tentado a ejercer de “caudillo” debiera reconocer que lo suyo es provisional: su permanencia en el Poder depende de la suma de votos en la próxima confrontación electoral.

Pero no todos los candidatos o titulares de poder político, justo es decirlo, sucumben a la tentación de “caudillismo” (de ello ya tenemos pruebas históricas y también actuales), de donde se deduce que, en una Democracia como la española, contra los vicios y atropellos del caudillaje ocasional, no cabe mejor remedio que la sagacidad de los votantes: es de sentido común elegir la menos mala de las opciones sea a la hora decidirse por un candidato o cuando se ofrece a nuestra consideración tal o cual programa.

lunes, 3 de febrero de 2014

FUNDAMENTALISMO VISCERAL DE CIERTA IZQUIERDA

Se inició en Burgos, estos días está ocurriendo en nuestra Ciudad y a saber en dónde surgirá la próxima ola de esa orquestada,  gamberril y desorbitada violencia callejera, que, por supuesto, siempre pretenderá apoyarse en una más o menos legítima, justa o desorbitada, reivindicación.
¿El ver lo que está ocurriendo no es motivo más que suficiente para que aquellas organizaciones (partidos, sindicatos, etc.) que, en uso de las libertades que otorga la Constitución, se sirven de masivas protestas o manifestaciones, piensen detenidamente y se organicen en consecuencia para  que ese tipo de actos, por legítimos que sean, no pierdan todo su valor moral en cuanto derivan en grave perjuicio para la tranquilidad y bienestar de los ciudadanos? ¿Acaso la libertad es exclusivo privilegio de los gamberros y violentos?
A estas alturas del siglo XXI, cualquiera que presuma de “tener dos dedos de frente” bien puede ver que no hay razón alguna para que la mayoría viva a expensas de unos pocos, los mismos, que se apresuran a pescar en cualquier río revuelto y que, para cubrirse en salud, presumen ser de izquierdas… Y, si aún viéndolo, mira para otro lado ¿qué hemos de pensar de él? ¿Qué cuanto peor para todos mejor para él? Y si se auto titula de izquierdas ¿qué clase de izquierda es la suya? ¿la del palo y tente tieso? ¿la de “destruir es una forma de crear”? ¿la de “cuanto peor para todos mejor para mí”?
Queremos creer que hay una cierta izquierda para la cual  la “justicia social” es su principal valor, aunque, la verdad sea dicha, hasta la fecha, sus teorizantes  no hayan definido bien los más adecuados caminos para alcanzar y consolidar  una justicia social que se apoye en el trabajo, el amor y la libertad.  Razón de más para que esta izquierda, que pretende estar a la altura de los tiempos, huya de vender gato por liebre y se declare abiertamente contra cualquier violencia callejera, aunque solo sea para que sus adictos vean bien diferenciada  su doctrina de la que predica y practica la otra fundamentalista y visceral izquierda en la que se refugian los alborotadores y gamberros de oficio.

Si los líderes de la izquierda  sindical, que pretende ser moderna y civilizada, además de rehuir su “probada responsabilidad” en cualquier convocatoria que deriva en violencia, tratan de recoger las nueces de los árboles que otros agitan…, deben, en rigor, asumir las consecuencias entre las cuales ¿por qué no? están las que pueden y deben fijar los jueces.   

domingo, 26 de enero de 2014

EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO EN BARCELONA

 Debería ser lo más normal del mundo que el Presidente del Gobierno de España, quien, como tal, vela por el  bienestar y prosperidad de todos los españoles según su capacidad de gestión, visite cuantas veces quiera o estime oportuno cualquier entrañable porción de nuestra patria;  pero el caso es que tiene carácter de gran noticia el hecho que visite Barcelona y allí ponga de manifiesto que Barcelona y toda Cataluña son tan españolas como Andalucía, Extremadura, Castilla, el País Vasco, etc., etc., ¿No creéis que esto es una obviedad tal que deberíamos considerar fuera de órbita a a cualquier español que lo ponga en duda?
 Ocurre ello cuando, por culpa del ambicioso desmadre de unos pocos, son muchos los preocupados por un problema cuya mala solución nos perjudicaría a todos, especialmente a los catalanes, acepten o no su imborrable condición de españoles.
El Presidente del Gobierno de España, en uso de la responsabilidad que constitucionalmente le corresponde, se enfrenta al problema y nos hace precisiones y promesas como las siguientes, que entresacamos de su discurso del pasado 25 de enero en Barcelona:
He procurado ser prudente para no crear tensiones adicionales y continuaré siéndolo, pero eso no está reñido con dejar las cosas claras: mientras yo sea presidente del Gobierno, ni se celebrará ese referéndum   que algunos pretenden, ni se fragmentará España…./  Por tanto, la obligación del Gobierno es no permitir que se celebre ese   referéndum, porque de lo contrario, además de abrir la puerta al desafuero,   estaría violando la ley. La violaría quien lo celebrase, y la violaría el Gobierno   si lo consintiera. No es una obstinación mía, como pretenden algunos. Al   tomar posesión de mi cargo se me exigió jurar que cumpliría y haría cumplir   la ley. Y lo voy a hacer …/  Voy a garantizar a todos los españoles en general y a los catalanes en   particular que siguen estando protegidos, frente a cualquier arbitrariedad, por  las garantías de un estado de Derecho, es decir, un Estado en el que la ley   lo puede todo y la arbitrariedad no tiene sitio. …/   Por eso me preocupa lo que está pasando: porque es malo para toda   España, sin duda, pero es mucho peor para Cataluña.   Lo está siendo ya, porque es un asunto que, en esta tierra, monopoliza   la atención y distrae todas las energías que debieran estar dedicadas a otras   cuestiones que preocupan más a los catalanes. Lo está siendo porque crea   un clima de tensión emocional entre los propios catalanes, que   inevitablemente, lesiona la convivencia..  Me preocupa, porque se le está pidiendo a la sociedad catalana que   apueste por aventuras colectivas en las que ninguna persona sensata, ni   siquiera quienes las proponen, arriesgarían sus intereses particulares.  Me preocupa, porque lo que necesitáis las gentes de esta tierra no es   agitar banderas, ni disputar entre vosotros, sino trabajar unidos para   combatir el paro, poner las cuentas en orden, recuperar la confianza de los   inversores, asegurar el bienestar, y garantizar a todos un futuro que merezca   la pena vivir.  Y me preocupa muy especialmente que se disfrace la realidad…./  España es la nación más antigua de Europa y Cataluña siempre ha   formado parte de ella. Y en todos estos siglos de historia hemos forjado lazos que nos unen en lo más profundo. Desde las gestas compartidas a las   relaciones personales. La vida en común, los intereses, las cosas que hemos   hecho juntos, los afectos y la lucha contra las dificultades… Así hasta hoy…./   Soy el primer interesado en que las cosas vayan bien en esta tierra, y voy a pelear por Cataluña y por los catalanes, por su progreso y por su bienestar. Lo voy a hacer porque es mi obligación hacia ellos, porque es mi deseo y también porque el bienestar de Cataluña es bueno para toda  España. Yo os pido que me ayudéis y que me ayudéis también a difundir un  mensaje de sensatez, de unidad y de esperanza.  Porque nos jugamos mucho.   Nos jugamos lo importante: nuestra historia, lo que nos ha unido desde siempre; nos jugamos el presente, la convivencia y el bienestar de todos y nos jugamos también nuestro futuro, todo lo que podemos hacer juntos.
A pesar del claro y contundente mensaje del Presidente, parte de la prensa emite juicios como el de que “Rajoy reprueba en Cataluña el plan soberanista sin ofrecer alternativas”.

Como ciudadano de a pie, tan español como los catalanes, uno se atreve a preguntar: ¿Hay mejor alternativa que la de cumplir y hacer cumplir la Constitución?

jueves, 23 de enero de 2014

NOS UNE LA HISTORIA, EL AMOR Y EL SENTIDO COMÚN.

Un gran amigo nos ha pasado un precioso y oportuno artículo, que publica Intereconomia.com del 21/01/14 y firma Luis Poch de Gaminde – El Viajero Incansable: es de los que debieran hacer reflexionar a unos pocos  a quienes no importa que todos los españoles volvamos al primitivismo de veinte siglos atrás.  Nos tomamos la libertad de transcribir literalmente los párrafos que más nos ilustran sobre la belleza e irrenunciable españolidad de Cataluña:
Cataluña es una absoluta preciosidad de lugar; sus paisajes, la amabilidad de sus gentes, la oferta gastronómica… Es una región completísima de nuestra querida España. Cuenta con un pasado histórico importantísimo ligado a nuestro país desde hace siglos, como el resto de las regiones históricas de España en general, aportando su riqueza cultural e inigualables paisajes. Cuna de héroes, valientes y conquistadores, ateneo de culturas, su gente es cercana, emprendedora y muy trabajadora. De Viella a Cadaqués, de Puigcerdá al Delta del Ebro, sus paisajes derrochan belleza y variedad como pocas veces es vista en un territorio concreto. Por eso, Cataluña es uno de los destinos favoritos de cualquier viajero que planee un inolvidable viaje dentro de España. Y estos viajeros que amamos Cataluña y amamos España, dos entes unidos y dependientes entre sí que no nos dejan de maravillar y fascinar, estamos cansados de que se mancille este territorio con símbolos, mentiras y soflamas que oscurecen un ambiente. De esta manera, se va estropeando todo significativamente, sembrando discordia, diferencias y enfrentamientos inútiles que no llevan a nada donde antes había paz.
Con estas premisas, recorremos aquellos lugares de Cataluña que derrochan españolidad, sitios que nos desvelan en sus piedras e historias, lejos de tejemanejes nacionalistas sin fundamentos, que Cataluña es España y que España sin Cataluña no sería España, además de que Cataluña sin España no sería Cataluña.

                          Monasterio de San Jerónimo de la Murtra
 En este monasterio a las afueras de Badalona, Provincia de Barcelona, y no en la Plaza del Rey de Barcelona donde se dice, fue recibido Colón por los Reyes de España, Fernando e Isabel, tras el viaje del Descubridor. Por seguridad, se trasladaron a este monasterio de la Orden Jerónima. Allí, Colón les mostró productos de las nuevas tierras descubiertas, así como una serie de nativos para que los reyes pudieran ver cómo eran los hombres de aquellos lares.


                                       BARCELONA, PUERTA DE ESPAÑA
El Apóstol Santiago llegó a Barcelona antes de ir hacia Galicia, a evangelizar hasta el fin del mundo (Finisterre). De hecho, la primera cruz que vieron los pobladores de lo que hoy es España, se vió en Barcelona. La hizo el mismo Santiago, con dos ramas de pinos, y la colocó sobre una piedra, desde donde predicaba. Donde está esa piedra es hoy el altar mayor de la Catedral. En la Hispania visigoda, Barcelona fue capital tres veces antes de trasladarse a Toledo, en concreto, con los reyes Ataúlfo, Gasaleico y Amalarico (ss. V y VI). Teudis, sucesor de Amalarico, ya trasladó la capital y corte de la primera España cristiana a Toledo. También Barcelona y la España imperial tienen mucha relación; Carlos V al llegar de Flandes con su séquito, encontró comodidad y buenas relaciones en Barcelona, mientras en Castilla encontró hostilidad. Por eso, se proclamaría Emperador en Barcelona. Con ello, favoreció el desarrollo y florecimiento de la Universidad barcelonesa, entre otras cosas. Cervantes y su hermano junto con muchos catalanes salieron de Barcelona hacia la batalla de Lepanto, a luchar con otros tantos paisanos de la España imperial. Uno de esos catalanes era el señor de Requesens, lugarteniente de Juan de Austria, cuyo castillo visitamos en el primer post de este blog-Enlace aquí-. Otra curiosidad es que en el actual Barrio de Gracia, antes población de la periferia barcelonesa de Gracia se celebraba una importante fiesta, la de San Isidro Labrador, patrón de Madrid y de los payeses (campesinos) de la llanura barcelonesa, el actual Ensanche. Contaban en el s.XIX con la Cofradía de San Isidro de Gracia, donde organizaban procesiones en honor al santo. Como colofón, Barcelona es la única población de España que puede decir que ha contado con tres plazas de toros en activo.

                                                    MONTSERRAT
  Tras el desmadre espiritual que parece ser ocurrió entre los monjes de Montserrat durante el siglo XV y XVI, con la “ermitañización” de los religiosos y el abandono que se le hizo a la comunidad peregrina, los Reyes Católicos alcanzaron un acuerdo con el Papa Alejandro VI para anexionar el Monasterio de Montserrat al de San Benito el Real de Valladolid. Un hermano del Cardenal Cisneros, fiel consejero de los Reyes, sería el primer prior del nuevo Montserrat. Este monasterio tendría una gran relación con San Ignacio de Loyola, y durante más de 4 siglos casi todos los monjes serían castellanos, hasta la Desamortización de Mendizábal, acaecida a mediados del s. XIX. Desde entonces, el monasterio pertenece al de Subiaco, Italia. Hay una leyenda también que dice que en la zona del Bruc, próxima a Montserrat, un niño tamborilero tocó el tambor entre las rocas de Montserrat e hizo huir al invasor francés.

                                         SANTUARIO DE LA GLEVA
 En la Plana de Vic, depresión rodeada de montañas en la Comarca de Osona, Provincia de Barcelona, se encuentra el corazón espiritual de Cataluña. En el Santuario de la Gleva, a finales del siglo XIX en plena Renaixenxa (regeneración literaria de los autores catalanes) el poeta y sacerdote Jacinto Verdaguer (también llamado Mosén Cinto) pasó una temporada, escribiendo sus “goigs”-gozos-. Entre ellos, escribió el famoso poema “Canto a la Inmaculada, Patrona de España”. De esta zona de Cataluña eran oriundos Jaime Balmes y San Antonio María Claret.

                                       MONASTERIO DE POBLET
Ya en el siglo XII el Rey de Aragón Alfonso II el Casto quiso (firmado así en testamento) ser enterrado en Poblet. El Rey Pedro El Ceremonioso encargó al Maestro Aloi de Montbrai la construcción de 6 sepulcros reales. Será Panteón Real de la Corona de Aragón durante los siglos XIV y XV, hasta la extinción de la Corona de Aragón (por el matrimonio de Fernando con Isabel de Castilla). Este monasterio cisterciense era importantísimo, ya que era dueño de otras casas cistercienses menores en las poblaciones más importantes de la Corona de Aragón, como el Monasterio de Piedra, el de la Real en Mallorca, San Vicente de Valencia o el de Nazaret de Barcelona.

COLOFÓN
 “Amo a España porque la conozco” Gregorio Marañón, médico madrileño.
“¿Españoles? ¡Y tanto! Lo somos más que los castellanos”. Joan Maragall, escritor, abuelo de Pascual Maragall, Ex-Presidente de la Generalidad.
“¿Tendremos algún día en Cataluña una auténtica y objetiva historia que no contenga las memeces de las historias puramente románticas?” Josep Pla, poeta ampurdanés.

domingo, 5 de enero de 2014

DERECHO NATURAL Y SOCIALISMO

Entre los que se proclaman de izquierdas sin duda que no faltarán los que han saboreado una corriente de aire fresco al enterarse de que, en nombre de un elemental humanismo y, también, del sentido común, el socialista don Rafael Correa Delgado, Presidente del Ecuador “arremete contra la ideología de género y el aborto”.   Es lo que con el titular  “Correa amenazó con renunciar si se despenaliza el aborto en Ecuador”, el pasado 3 de enero pone de relieve Eldiario24.com (Argentina). Vale la pena transcribir el texto:
"No compartimos esas barbaridades" dijo el presidente en su última emisión del programa "Enlace Ciudadano" que se emite por radio y televisión. Rafael Correa dedicó la última emisión de Enlace Ciudadano, su programa semanal de radio y TV, a fustigar la ideología de género, a la vez que defendió al feminismo, entendido como lucha por la igualdad de derechos, que no significa la "igualdad total", precisó, aludiendo a quienes afirman que no existe una diferenciación sexual "natural" sino que todo es "construcción cultural".
 Correa aseguró estar a favor de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero no de la igualdad en todo, como si no existiesen diferencias biológicas entre los sexos.  Aunque expresó respeto hacia quienes defienden estas teorías, rechazó que "traten de imponer sus creencias a todos". "Que no existe hombre y mujer natural, que el sexo biológico no determina al hombre y a la mujer, sino las 'condiciones sociales'. Y que uno tiene 'derecho' a la libertad de elegir incluso si uno es hombre o mujer. ¡Vamos, por favor! ¡Eso no resiste el menor análisis!", exclamó el Presidente.  "Esas no son teorías, sino pura y simple ideología, muchas veces para justificar el modo de vida de aquellos que generan esas ideologías. Los respetamos como personas pero no compartimos esas barbaridades", aseguró.
 Correa advirtió además que se está adoctrinando en esa ideología (que calificó de "peligrosísima") en muchas escuelas: "No traten de imponerlo al resto, y no se lo impongan a los chicos, porque hay gente que está enseñado eso a nuestros jóvenes".
 En octubre pasado, Correa había amenazado con dimitir si el Congreso ecuatoriano aprobaba el aborto. Ahora, se declaró partidario de la familia natural, aun a costa de parecer "cavernícola" y "conservador", aclaró, abriendo el paraguas a las críticas que sabe que recibirá: "Creo en la familia, y creo que esta ideología de género, que estas novelerías, destruyen la familia convencional, que sigue siendo y creo que seguirá siendo la base de nuestra sociedad".
 Consciente de las críticas que recibirá por colocarse a contramano del pensamiento dominante en el progresismo, Correa señaló que ser de izquierda no implica apoyar el aborto o estar en contra de la familia tradicional. "Esa es otra 'novelería': quién no se adscribe a esas cosas, no es de izquierda. ¿Qué es eso de que si uno no es proaborto no es de izquierda? –desafió Correa-. Entonces, ¿si Pinochet está a favor del aborto, es de izquierda? ¿Y si el Che estaba contra el aborto, entonces era de derecha?", preguntó también.
 "Esas son cuestiones morales, no ideológicas", sostuvo, contrariando a una izquierda latinoamericana que, casi mayoritariamente, milita por la despenalización del aborto, en nombre del "derecho" de la mujer a "decidir" sobre su propio cuerpo. El pasado 13 de diciembre, el presidente de Ecuador se había reunido sin embargo con representantes de los grupos LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales), con cuyos representantes se había reunido el día 13 para asegurarles que se opondría a su discriminación laboral o en otros ámbitos, pero sin que ello implicase considerar matrimonio a sus uniones.

Un socialista de la talla y carácter de Correa (está en el tercer mandato presidencial) está logrando que sea Ecuador  la tercera economía con más rápido crecimiento en América del Sur (5,2 % interanual) con la consecuencia de lograr uno de los más bajos niveles de desempleo de todo el Continente.  Ojalá que su testimonio hiciera entrar en razón  a los que, en esta nuestra España, no les importa ir en dirección contraria a la propia Ley Natural y ven en el aborto libre  uno de los “valores esenciales” del Socialismo y, probablemente, la cortina de humo precisa para ocultar la falta de un programa coherente con la realidad actual.