miércoles, 5 de marzo de 2014

DESESPERADA ANSIA DE PODER

No doy nombres para que cada uno de mis lectores aplique lo que voy a decir a quien él o ella piense que le corresponde. A ésos y a ésas, a quienes no pongo nombres, les estamos oyendo todos los días y a todas las horas  la cantinela de que son malos, malísimos, todos los que no pertenecen a su órbita: a decir de ellos y de ellas no hay cosa positiva a resaltar en todo lo que ellos o ellas no tienen arte ni parte.
Lo dramático del asunto es que, para sostener lo que sostienen, para explicitar lo que no es explicitable, para embaucar al que está presto a dejarse embaucar…, sea verdad o mentira lo que dicen, lo expresan con fáciles palabras,  persuasivas entonaciones y una total superficialidad, factores que distraen de lo que realmente les importa a tantos y tantos a los que cuesta enorme trabajo reflexionar.
Leemos hoy que, por ejemplo, las becas “Erasmus” van a parar a los hijos de aquellos a los que sobra el dinero. ¿En qué se basa para tan grave acusación? Sencillamente en que goza de impunidad para decir lo que la venga en gana.
¿Qué decir de quien, sin prueba alguna y solamente porque entiende que ello puede atraerle los votos de los que nunca le votan, suelta el peregrino supuesto de que las consabidas pelotas de goma iban dirigidas por ideas de matar aunque fueran disparadas en dirección contraria y a medio kilómetro de distancia de los que, desgraciadamente, perecieron ahogados?
Recientemente hemos asistido al “Debate del estado de la Nación”… ¿es lógico que frente a datos y proyectos, en lugar de demandas de precisión, razonados análisis, apuntes complementarios o positivas sugerencias, no oigamos más que descalificaciones, insultos o patochadas al estilo de “sin saber de qué se trata, yo lo haría infinitamente mejor”?
Visto lo visto y escuchado lo escuchado, no es de extrañar el que algunos pongan cara de funeral cuando se enteran de que las cosas no van tan mal como ellos y ellas esperaban.
¿Razón de tales comportamientos? ¿No será que, entre no pocos de los políticos españoles, la desesperada ansia de poder ha llegado a convertirse en alienante enfermedad?

¡¡Calma, chicos y chicas!! Puesto que se ve claramente que carecéis de vocación política…, ¿os cuesta tanto trabajo reconocer que, para ganarse la vida, existen  caminos menos estresantes que la Política, a la que tratáis de tan chapucera manera?