Es templado, prudente, honrado, valeroso y nos dice la verdad. Después de la catastrófica
pasada de siete años y medio por una desmadrada mediocridad gubernamental, en
el cambio de rumbo estaba nuestra supervivencia como nación libre e independiente.
Fueron la mentira, el despilfarro y la huida por la
tangente los principales alimentos de aquella
desmadrada mediocridad gubernamental. Pasado todo ello, quedan las
consecuencias: escasísimo dinero para lo más elemental y una astronómica deuda
que frena y puede llegar a impedir de manera absoluta la afluencia de crédito. Ante
tal situación ¿hay alguien que crea que nuestros acreedores, los mismos que han
de seguir prestándonos lo elemental para
una imprescindible recuperación, son
hermanitas de la caridad que no esperan ninguna compensación material a cambio?
Claro que es hora de arrimar el hombro, apretarnos el
cinturón sin llegar a asfixiarnos y no negar un razonable voto de confianza a
quien, pudiendo dedicarse a más cómoda y rentable ocupación, vive en el
compromiso de sacarnos del atolladero. Repito: nuestro Presidente, el señor Rajoy,
es templado, prudente, honrado, valeroso y nos dice la verdad: su plan de
gobierno fue pergeñado y anunciado desde un supuesto que luego ha resultado ser
muy distante de la realidad. Claro que no se habría tocado el IRPF ni otros
impuestos si las cosas hubieran resultado ser como el anterior gobierno decía
que era y hubiera resultado suficiente la austeridad en el gasto para recuperar las posiciones que nunca debimos perder.
Siendo ello así como es, da grima el oír y ver cómo sacar las cosas de quicio y jugar al avestruz
parecen ser preferibles ocupaciones de algunos divulgadores de opinión que presumen de bien
pensantes (no necesito dar nombres para que todos sepáis a quienes me refiero)
y a la hora de exponer un criterio cargan las tintas más en la forma que en el
fondo de cualquier necesaria aunque antipática medida. Por ventura ¿no se dan
cuenta de que ha llegado la hora de no perderse en dimes y diretes mientras que la gente sencilla se deja arrastrar fácilmente por el torticero
mensaje de que “todos son iguales”?
Menos sorprende el que la oposición actual, con su bien conocido y “previsible” líder a la cabeza,
siga en la inercia de sus viejas fórmulas, las mismas que nos han llevado al
desastre. No cultivan mayor afán que el
de volver a las andadas para el exclusivo beneficio (material y no más que
material) de unos pocos: lo "natural" en ellos es que así suceda y continúe sucediendo per secula seculorum ¿qué le
vamos a hacer si el Bien Común es para ellos un concepto vacío y, para mantener
la fidelidad de su gente, no les importa usar cualquier truco de feria con
promesas, banalidades y mentiras? ¿Cómo abrir los ojos a quienes siguen
empeñados en mantenerlos cerrados?