Es una
Sociedad gravemente enferma aquella que resulta incapaz de ofrecer motivaciones al
pleno desarrollo de la iniciativa personal de todos y cada uno de sus
ciudadanos, sean estos ricos o pobres, empresarios o asalariados. Para una
Sociedad, que aspira al progresivo desarrollo de sus posibilidades, el pleno Empleo
es una natural exigencia y, para sus
gobernantes, es igualmente natural
exigencia el asumir responsabilidades respecto a una “equilibrada
disponibilidad de estímulos” tanto hacia el mundo del Capital como del Trabajo.
Desaprovechar las diversas fuentes de
estímulos constituye un grave atentado a la Libertad y, por lo mismo, actúa
como enconado enemigo del Progreso. Acaparar
o despilfarrar bienes privándoles de su jugo social es un tropelía que se
traduce en una traba para la felicidad del propio inductor o protagonista (el
poder político o los títulos de propiedad se legitiman y consolidan cuando se
proyectan hacia el perfeccionamiento, multiplicación y difusión de los bienes
potencialmente asequibles a la mayoría). Es gravísima desgracia nacional
ignorar o, mucho peor aún, neutralizar el libre desarrollo del caudal de
energías que las personas, distintas unas de otras y con capacidades
complementarias, están en el derecho de aplicar a la cobertura de las carencias
de su entorno. Consecuentemente, Progreso en vías de consolidación, será aquel que, por caminos de libertad,
incrementa las responsabilizaciones precisas para la necesaria multiplicación,
mejor distribución y máxima proyección de los bienes naturales, lo que, por Ley Natural, se traduce en suficientes
oportunidades de empleo. Reniega, pues
de su principal responsabilidad un Poder público que no se fija como esencial
preocupación el total aprovechamiento de bienes y energías disponibles. Cuando
ese Poder público asume a conciencia su principal responsabilidad, el Trabajo para todos resultará un ineludible Objetivo Universal.
No sólo estar juntos porque así lo determinan la
geografía y la inercia de los tiempos: sentirse juntos para abordar algo
realizable, un proyecto incitador de voluntades “¿Para qué, con qué fin y bajo
qué ideas ondeadas como banderas incitantes?”. La unión se hace para
lanzar la energía española a los cuatro vientos, para inundar el planeta de
nuevas ideas y de nuevos modos de cubrir ancestrales necesidades.
En el
éxito de las empresas una buena parte depende del sentido de la oportunidad:
¿qué mejor resquicio para el desarrollo que el romper tanta manía de
manipulación por parte de la Sociedad Opulenta y ocasionales portavoces. La Weltpolitik de los españoles pasa por un
“ambicioso afán de personalización” sin atropellos de ningún estilo, con la aplicación
de las más ricas peculiaridades sobre el
"mosaico" universal... dentro
de un claro objetivo unitario: esto último es la pieza fundamental del Proyecto
de tal forma que, cuando falla, los buenos propósitos se desvanecen en pura
retórica si es que no se traducen en retrógrado egocentrismo. En esta reflexión
seguimos a Ortega y Gasset, quien, ya en su tiempo, echaba en falta para España la “idea
de grandes cosas por hacer” en un “sugestivo proyecto de acción en común”.
¿Qué
mejor “sugestivo proyecto de acción en
común” que el de volcar cuanto tenemos y valemos hacia la cobertura de
tantas carencias de millones y millones de potenciales clientes nuestros en
respeto a las “Leyes del Mercado” sí,
pero no a tantas hipócritas consignas de los países más poderosos cuyo afán de colonialismo
universal es tan evidente? Con los pies en la tierra, prudentemente y con evidente
voluntad de no desperdiciar ninguno de los recursos humanos y materiales
disponibles ¿no se podrían romper o, al
menos, reducir al mínimo imprescindible los cercos de la desmedida especulación para superar el triste y alienante consuelo del
subsidio y trabajar lo que podemos trabajar?
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