Uno no acaba de entender
por qué un apunte tan de sentido común como ése de que todos los españoles debemos sentirnos españoles por la simple razón de
ser españoles ha armado el barullo que ha armado con las subsiguientes tonterías que se oyen al respecto desde todos
los ámbitos de la política española. Son tonterías que se repiten y vuelven a
repetir como si se pretendiera echar por tierra la evidencia de que una tontería repetida por millones de bocas no deja de ser tontería, que dejó
escrito Anatole France.
Pero, pese a quien pese,
entre tanta tontería, no faltará quien encuentre razones para renunciar al noble
y gratificante ejercicio de reflexionar y, “aprovechando
que el Pisuerga pasa por Valladolid”, atreverse a pedir el repudio de quien, como
español y servidor de los españoles, trata de que todos y cada uno de los
españoles hagamos nuestro lo mejor de España, entre ello, podernos expresar correctamente en español, idioma que hablan más de quinientos millones de personas.
Ante
tamaño despropósito, cabe la siguiente pregunta ¿Tiene algo de
extraterrestre el hecho de que un Ministro del Gobierno de España exprese en el seno de la Soberanía Nacional, ni más ni
menos, el interés del Ejecutivo de
"españolizar a los alumnos catalanes" con el fin de que "se
sientan tan orgullosos de ser españoles como catalanes"? Lo dijo luego de hacer ver cómo "la
deriva que ha tomado parte del sistema educativo en Cataluña" facilita que
se produzca una "minimización" de los elementos históricos que
configuran la historia de Cataluña dentro de España y que, en cambio, "se
exageren, a veces hasta la caricatura, los elementos particulares de
Cataluña".
¿Acaso no es verdad que, erre que
erre, unos pocos españoles de
vía estrecha llevan años obsesionados por el disparate de desespañolizar una parte de las escuelas españolas con la triste
consecuencia de que no pocos alumnos terminan no sintiéndose españoles? Además
de una torticera interpretación de la historia ¿No es ello enorme injusticia
para una parte de nuestra gente, que verá así mutilada su capacidad para
enfrentarse con éxito a los problemas de su propia vida?
Claro que el hecho, con ser muy grave, no es
suficiente para llevarnos a la desesperanza. Dígase lo que se diga, es
incuestionable verdad que en España no
faltan hombres y mujeres, mujeres y hombres (valga la redundancia), que se aplican a resolver los graves problemas
que, hoy por hoy, padecemos los españoles de arriba y de abajo, de la derecha y
de la izquierda, sin parar mientes en tanto y tanto ataque sin sentido, en
tanta y tanta maniobra para hacernos correr hacia atrás. Ello no quita que se multipliquen por cien o
por mil los vendedores del humo de la confusión (puros desmadres
colectivistas y separatistas), con el consiguiente peligro de desmoralización
para cuantos se toman (nos tomamos) en serio eso de que nada bueno se puede
lograr sin un comunitario trabajo alimentado por una previsión, una generosidad
y una libertad al hilo de los tiempos que corren: razón de más para, sintiéndonos plenamente
hijos de la Madre España, todos y cada uno de los españoles nos apliquemos de
verdad a potenciar lo que nos une en lugar de perder energías escuchando o, lo
que es peor, siguiendo a cuantos viven de la mentira o del afán por hacer
crecer lo que puede separarnos, esos mismos que no quieren enterarse de que estamos en crisis
y empieza a faltar dinero para lo realmente esencial.
¡¡Enteraos de una vez todos los que no hacéis más que remar hacia atrás!!
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