No se hunde muestro mundo porque Madrid no
haya sido votada para las Olimpiadas 2020. Bien sabemos el cúmulo de intereses
cruzados y otras zarandajas que hacían difícil lograr los objetivos votos para
que nuestra Capital, por mucho que se lo merezca, fuera justamente seleccionada para
unos juegos olímpicos que, de seguro, habrían hecho historia.
Para este ciudadano de a pie, ya con muchos
años a la espalda, más que la decepción porque no se nos tenga en cuenta en tan
importante evento deportivo, lo ocurrido sirve para tomar conciencia de que dependemos
de la Providencia y de nosotros mismos para ser lo que podemos ser.
España ha sido y puede ser mucho más de lo
que es a poco que rompamos con el pesimismo de los que creen que todo termina
en la nada intrascendente y, luego de arrojar al archivo de la mediocridad las muestras de odiosos particularismos
radicalmente egoístas, nos dejemos llevar por el poso histórico de tantos y
tantos españoles que han abierto nuevos caminos de generosidad y libertad.
¿Es tan difícil dejar de recrearnos en la
contemplación del propio ombligo para abrirnos al mundo en un sugestivo de acción
en común?
Sugestivo proyecto de acción en común era la posible organización de las Olimpiadas 2020 como
ha sido el ganar campeonatos mundiales de fútbol y lo es contar con primeras
figuras en el ámbito de la Ciencia, de la Empresa y del Deporte.
También lo es empezar a salir airosos de la
pesada crisis que estamos padeciendo… Si ello es así ¿No contamos con motivos
suficientes para mirar al futuro con esperanza? Claro que para ello,
estamos obligados a tirar por la borda ese pesimismo existencial de los que, jóvenes
y viejos, se han dejado y se siguen dejando políticamente atrapar por las paridas
intelectuales de los que se creyeron (y se siguen
creyendo) capaces de hacer retroceder más de dos mil años a nuestra propia
Historia.
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