Es lo que pedimos a cuantos, sin
tener clara vocación de servicio, se han situado en la política como en un
sillón en el que medrar sin dar un palo al agua y, lo que es peor, sin
preocuparse de que lo que corean o votan va en contra de lo que descubrirían en
los recovecos de la propia conciencia a
nada que discurrieran sobre eso tan esencial para las personas mínimamente
generosas y con sentido de la responsabilidad. Son estas personas las que
reflexionan y actúan para luego
reflexionar sobre los resultados de su
acción sin dejar de preguntarse humilde
y libremente: ¿de dónde vengo? ¿quién soy? ¿adónde voy? ¿qué he de hacer para estar en paz conmigo mismo?
En la imprescindible recuperación
de la maltrecha economía española, desde el más humilde de los ciudadanos hasta
el propio Rey, tal como él señala en el Consejo de Ministros, que ha presidido
(13/09/12) “hemos de considerar fundamental
trabajar con el mayor rigor, con visión de futuro y con la mirada puesta en
todo momento en el interés general y el bien común de todos los
españoles", subrayando que "nadie puede quedar excluido de los
efectos de la recuperación económica deseada” y pensando "particularmente en los jóvenes y en quienes sufren cada día la desazón
por la falta de empleo y perspectivas de futuro".
Mala, muy mala es la herencia
recibida por Rajoy y su equipo y, ante ello, lo menos que debemos pedirnos
todos es una elemental dosis de realismo:
¿Qué se puede hacer sin dinero y con una brutal deuda equivalente al Producto
Interior Bruto? En mayor o menor grado, “hemos
cantado y bailado como la cigarra” sin preocupación ni previsión por lo que
un elemental sentido común veía venir cuando, tras los años de “vino y
rosas”, surgiera la época de las vacas flacas sin ahorro alguno para hacer
frente a las más elementales necesidades.
Es así cómo, durante los últimos
seis meses del gobierno del PP y a pesar de imprescindibles y dolorosos “ajustes”,
la deuda pública ha subido y subido
hasta los intolerables niveles que ahora conocemos.
Algo había que hacer hasta el límite en el que “no sea peor el
remedio que la enfermedad” y, según los expertos no condicionados por la política
de vía estrecha, en esa dirección va el
objetivo de ajustar 65.000 millones de euros en dos años y medio. ¿Que
ello implica subir el IVA normal del 18% al 21% y el reducido del 8% al 10%, tocar otros
impuestos, eliminar gastos en tal o cual organismo inoperante, aplazar hasta
dentro de tres años la paga extra de Navidad
de los funcionarios y diputados, reducir en la misma proporción los
sueldos de ministros y demás, aminorar subvenciones, etc., etc…? ¿Alguien conoce medidas más efectivas y menos traumáticas? Que
las exponga, aunque solo sea por un mínimo poso de patriotismo.
Pero que nadie con responsabilidad política en gobierno
o en la oposición use del torticero truco de que cuanto peor para los demás
mejor para sí mismo o su equipo.
Claro que, si se trata de apretarse
el cinturón en todas las administraciones, en especial las más endeudadas como
es el caso de nuestro Ayuntamiento de Alcorcón, habrá que hacerlo porque así lo
exige la salida del túnel y ello
empezando por los que más responsabilidad tienen y siguiendo por todos los
demás sin escapadas por la tangente ni eso tan humano (y hoy nefasto para
todos) de “lo mío que no lo toquen”.
Al
respecto, da grima la demagógica rebeldía de ciertas despilfarradoras
comunidades autónomas o la invitación a
incendiar la calle de los que, sencillamente, cobran por pensar en los demás. Es la hora
de actuar para salir adelante,
sacrificándose en todo los que a cada uno corresponda sacrificarse… no de
escaquearse con palabras, palabras, palabras… aliñadas con alguna que otra
imbécil y criminal apelación a las barricadas
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