No, no es el momento
como no lo fue hace ya más de ochenta años. Que está la cosa mal, muy mal,
nadie puede negarlo; pero ¿verdaderamente reparamos en que unos pocos nos
proponen remedios peores que la enfermedad?
Claro que el Gobierno no
todo lo hace bien; tampoco lo haríamos tú y yo en la misma situación. Y, aunque
todo lo hiciera bien, por lo que estamos viendo día tras día, no se nos oculta
que la oposición pretende crecerse no reconociendo el problema y, lo que es
peor, intentando “apagar con gasolina” algún que otro incendio callejero.
El ciudadano responsable
no acaba de comprender que estemos volviendo al enfrentamiento visceral entre
unos y otros como si la democracia que nos hemos dado no valiera más que para
hablar y hablar y, si hace falta corregir algo, que no se toque lo mío. Al
respecto, conviene recordar cómo en nuestra ciudad de Alcorcón los más
vociferantes de nuestros políticos, a pesar del lastre de deuda que pesa sobre
todos nosotros, se niegan a colaborar en la parte que les toca.
¿Es cierto o no que,
debido a la coyuntura (que cada uno lo interprete como quiera), se nos va en pagar intereses lo más
substancial del dinero que viene de los impuestos y de más dinero que hemos de
pedir prestado con lo que llegamos a la pescadilla que se muerde la cola? ¿No
es igualmente cierto que, cada día, es más difícil y más caro lograr de los
mercados financieros lo elemental para seguir adelante?
Habrá que hacer algo ¿no
creéis? Y que uno sepa, corresponde al Gobierno tomar la iniciativa y a los demás,
sin dormirnos en los laureles, arrimar el hombro y desarrollar nuestra
capacidad de aguante en la medida que nos corresponda.
¿Qué se puede mejorar lo
que hace el Gobierno? Por supuesto que sí; pero, si en algo podemos ayudar, que no sea caer
en el desmadre callejero a expensas y siguiendo las consignas de quienes nos
tratan como un rebaño de seres que padecen y no piensan. Bien sabemos que las
masas pierden el norte cuando todo lo basan en la fuerza del “tirar hacia donde
sea, pase lo que pase y caiga quien caiga”.
Trabajo, paciencia, generosidad y libertad es lo que el ciudadano responsable quisiera
que hubiera en la medida que necesita España, tan atormentada ella por las
ciegas manías de los especuladores, la escasa colaboración de sus socios
europeos (con ese “banco clandestino” mirando para otra parte, los
particularismos separatistas además de tantos y tantos incumplimientos
constitucionales o falta de responsabilidad patriótica por parte del propio
Tribunal …
¿Qué es eso de llamar a
la rebelión
de las masas incluso por parte de quienes son lo que son por la gracia
de una Democracia, que se irá al garete si tú, yo y las personas de buena
voluntad no ponemos de nuestra parte lo necesario para remediarlo?
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