¿No es verdad que eso de que “ellos son
malos, luego nosotros somos los buenos” es el principal o único argumento de
los que quieren arreglar un problema volviendo todo patas arriba? ¿Veis alguna
razón para los que, desde la oposición, en lugar de apuntar tal o cual positiva
sugerencia, se hagan eco de esa ola de odio y demagogia que tiñe de estúpida
regresión las calles de nuestras ciudades?
Fácil ha sido lograr un montón de positivas
respuestas a la pregunta de si queremos que se resuelva el problema de los
desempleados que se quedan sin casa porque no pueden pagar la hipoteca: ésa era
la cuestión, aunque se formulase con otras palabras. Lo que no es de recibo es apoyarse en un apunte de justicia y sentido común por parte de las personas de
buena voluntad para intentar derribar el edificio de la estabilidad social ni,
mucho menos, para desgañitarse en hacernos ver que la paja en el ojo ajeno es
una plaga bíblica mientras la viga en el propio soluciona todos los males por
aquello de que “destruir es una forma de crear”. Y ya el colmo nos llega cuando,
con torticeros medios que no sabemos quién paga, se intenta cercar al Centro de
la Soberanía Popular, dirigir los peores insultos a quienes defienden la salida de la crisis por caminos de orden, libertad y plena dedicación o aterrorizar a gentes inocentes… sin otro argumento que lo
dicho: él es malo, luego yo soy bueno (o buena).
Sin duda que puede aspirar a Presidente del
Gobierno cualquiera de los que se meten en política, especialmente, el que
cuenta con millones de votos; pero ¿cree lograrlo perdiendo posiciones de
moderación y aplicando su inteligencia a enfangar los caminos de solución?
Pobres de nosotros si prestamos credibilidad al que maneja con artero
oportunismo las ingenuidades de los que menos reflexionan.
Nadie puede ni debe ocultar que pasamos por
una difícil recesión cuyos más dramáticos efectos son los millones de
desempleados y el empobrecimiento de los más débiles. Todos conocemos el origen de ello y todos
sabemos muy bien que, para salir delante de un problema como el nuestro,
huelgan los odiosos argumentos y las palabras vacías para dar paso a lo que
podemos muy bien llamar un Plan de Recuperación Nacional.
Algunos creemos que la Recuperación ya está
en marcha y que lo que procede para la mayoría de los ciudadanos es un mínimo
de sentido común en el análisis sobre lo que se está haciendo aunque, para un juicio
certero, no nos hagan ningún favor los que corean como “Voz del Pueblo” esos minoritarios
griteríos de odio y demagogia alimentados por dinero, mucho dinero, que a saber
de dónde viene.
Todos somos necesarios en Democracia, pero en base a sinceridad, libertad y generosidad
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