Entre las muchas y variadas definiciones
del sentido común, nos quedamos con ésta del escritor francés Max Jacobs: El sentido común es el instinto de la Verdad.
Claro que, a nuestro
entender, ese instinto, para no desvariar, ha de alimentarse continuamente de
la generosidad y de la libertad, lo que nos lleva a identificar al sentido
común con un valor que nos ayuda a ver todo lo que realmente nos interesa con
los ojos de una comunidad de personas de buena voluntad, justamente las mismas
que hacen todo lo posible por tratar a los demás como ellas quieren ser
tratadas.
A decir verdad, casi nunca
el sentido común coincide con la opinión pública, sobre todo si se trata de
enjuiciar la política que hacemos o nos hacen. También es verdad que raras
veces el sentido común coincide con lo que tal o cual político entiende o dice
entender por el bien común, sobre todo cuando, más que buscar la razón de tal o
cual decisión, de lo que nos preocuparnos es de criticarla o rebatirla,
simplemente, porque no es de nosotros o de nuestro partido de donde viene.
Viene todo esto a cuento
por la triste impresión que produce la confusión de ideas, los brotes y
rebrotes de la recurrente demagogia, las huidas por la tangente o el no expresar lo que se piensa por que ello no encaja con el decir del
propio partido o del medio de difusión que nos paga …
Pensamos que todo
cambiaría si, libres de envidias, odios y prejuicios, todos y cada uno de
nosotros, desde el fondo de la propia conciencia y sin mayores luces que las de
una normal inteligencia, dejáramos hablar al sentido común para enjuiciar,
por ejemplo, la situación política de la España de hoy. De ser así, habríamos
de hacernos preguntas al estilo de… ¿es más importante un inconsecuente
cotilleo sobre el arte de marear la perdiz de un presunto delincuente
que el apuntalar lo que esté en nuestra mano para reforzar la recuperación en marcha o emitir
una reflexión que ayude a resolver un grave y acuciante problema?
Uno piensa que el sentido
común está absolutamente reñido con el comportamiento de ese político en el que
te hacen pensar las precedentes reflexiones. A saber si lo que realmente le
preocupa es la posibilidad de perder votos porque los más acuciantes problemas
terminan resolviéndose para bien de todos y cada uno de nosotros.
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