El mito del “Rapto
de Europa” ha dado para mucho a pintores y escritores de la Cultura Occidental:
se cuenta que Europa era una princesa fenicia (y, por lo mismo, con marcadas
debilidades por la “moneda”) que, jugando, jugando…, se subió a los lomos de un
toro (¿porqué no un antecesor del toro que podemos ver en las carreteras españolas?), que resultó
ser la encarnación de Júpiter o Zeus, el cual la llevó a la isla de Creta, en donde inició
su historia, hará cosa de unos tres mil quinientos años. Tal vez basándose en las medias verdades
cuales suelen ser los mitos, algunos historiadores consideran a Creta “el primer eslabón de la cadena europea en la
Historia de la Civilización”.
La figura del toro
es lo que hoy nos llama particularmente la atención. Lo vemos muy nuestro luego
de asegurar que no lo creemos, ni mucho menos, la encarnación de Zeus o Júpiter
y sí un símbolo de esta privilegiada Nación cuyo territorio es asimilado a una piel de toro. A renglón seguido, nos
gusta evocar los siguientes versos de la Metamorfosis de Ovidio, referidos a
Europa en la grupa de un enamorado toro, que bien puede representar a España:
Se
asusta ella y, arrancada a su litoral abandonado,
vuelve a él sus ojos, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso
impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas.
vuelve a él sus ojos, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso
impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas.
Tras este preámbulo
sin otro objeto que el de despertar un ápice de ilusión sobre lo que somos y lo
que podemos representar en ese concierto de los pueblos que formamos la Unión
Europea, bueno será tomar la realidad del día a día para no perdernos ni en
horizontes obscuros ni, tampoco, descuidar el hecho de que, para prosperar en
la medida de nuestras posibilidades, la “buena vista”, el trabajo, la
generosidad y la libertad son los principales medios: ello quiere decir que la
verdadera revolución empieza por uno mismo. Algo que, en parte, empieza a
suceder en España.
Dicho lo dicho,
fijemos nuestra atención al hecho de que en la Unión Europea se empieza a vernos a los
españoles como socios de igual a igual,
circunstancia nada baladí si tenemos en cuenta el hecho de que, hace no más de un
año, estábamos poco menos que
necesitados de urgente rescate.
Hoy, en cambio,
leemos en “Europa Press” que
La agencia de calificación de riesgos Standard &
Poor's (S&P) ha confirmado los 'rating' de España (BBB- a largo plazo y A3)
a corto plazo, pero ha revisado al alza la perspectiva del país, que pasa de
negativa a estable.
S&P ha explicado que esta decisión es consecuencia de la mejora de la posición exterior de España y de la recuperación "gradual" del crecimiento económico. Además, ha destacado que otros indicadores de la calidad crediticia del país se están estabilizando debido a las reformas estructurales y a las políticas de apoyo de la eurozona.
S&P ha explicado que esta decisión es consecuencia de la mejora de la posición exterior de España y de la recuperación "gradual" del crecimiento económico. Además, ha destacado que otros indicadores de la calidad crediticia del país se están estabilizando debido a las reformas estructurales y a las políticas de apoyo de la eurozona.
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