Opositor a lo que sea es un señor que pretende desbancar
al actual Presidente del Gobierno de España, luego de haber demostrado que no
quiere saber nada de todo lo malo que él ha hecho, cuando son sus muy graves
consecuencias las que entorpecen la imprescindible recuperación. ¿De dónde
quiere usted que salga el dinero para ir más deprisa y con más seguridad en el
camino hacia esa recuperación?
¿Qué me dice usted de la deuda heredada? ¿Qué de los
millones de puestos de trabajo destruido? ¿Qué de las facilidades que usted
prestó a todos los que sueñan con la
desvertebración de España? ¿Acaso no fue usted persona clave en el anterior
gobierno? ¿No cree usted que los españoles nos merecemos una sincera
autocrítica suya, incluida la explicación sobre lo que hay detrás de tal o cual caso que
está en la memoria de los españoles?
Pobre, muy pobre, es la oposición que no esgrime otro
argumento que ese tan recurrido por los demagogos recalcitrantes: “yo soy bueno, muy bueno, porque todos los que no hacen lo que yo hago, son malos, muy malos". ¿Acaso ha demostrado usted ser lo buen político que pretende ser cuando tenía ocasión
de demostrarlo? ¿Por qué, en lugar de la crítica por la crítica, no opta usted
por examinar con lupa cada nueva disposición para cubrir, una a una, las posibles
y probables deficiencias?
Como ciudadano sin otro compromiso político que el de votar responsablemente cuando llega la ocasión, me siento defraudado cuando compruebo que, para mejorar lo mejorable, el que debía debía ilustrarnos sobre una mejor manera de superar las actuales dificultades, parece como si desfilara con el paso cambiado para terminar yéndose "por los cerros de Úbeda" en su discurso de hoy, 25 de febrero de 2014 (evasivas, tópicos, invenciones y medias verdades).
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