No doy nombres para que cada uno de mis lectores aplique
lo que voy a decir a quien él o ella piense que le corresponde. A ésos y a ésas,
a quienes no pongo nombres, les estamos oyendo todos los días y a todas las
horas la cantinela de que son malos,
malísimos, todos los que no pertenecen a su órbita: a decir de ellos y de ellas no
hay cosa positiva a resaltar en todo lo que ellos o ellas no tienen arte ni parte.
Lo dramático del asunto es que, para sostener lo que
sostienen, para explicitar lo que no es explicitable, para embaucar al que está
presto a dejarse embaucar…, sea verdad o mentira lo que dicen, lo expresan con
fáciles palabras, persuasivas
entonaciones y una total superficialidad, factores que distraen de lo que
realmente les importa a tantos y tantos a los que cuesta enorme trabajo
reflexionar.
Leemos hoy que, por ejemplo, las becas “Erasmus” van a
parar a los hijos de aquellos a los que sobra el dinero. ¿En qué se basa para tan grave
acusación? Sencillamente en que goza de impunidad para decir lo que la venga en
gana.
¿Qué decir de quien, sin prueba alguna y solamente porque
entiende que ello puede atraerle los votos de los que nunca le votan, suelta el peregrino
supuesto de que las consabidas pelotas de goma iban dirigidas por ideas de
matar aunque fueran disparadas en dirección contraria y a medio kilómetro de
distancia de los que, desgraciadamente, perecieron ahogados?
Recientemente hemos asistido al “Debate del estado de la
Nación”… ¿es lógico que frente a datos y proyectos, en lugar de demandas de
precisión, razonados análisis, apuntes complementarios o positivas sugerencias,
no oigamos más que descalificaciones, insultos o patochadas al estilo de “sin
saber de qué se trata, yo lo haría infinitamente mejor”?
Visto lo visto y escuchado lo escuchado, no es de
extrañar el que algunos pongan cara de funeral cuando se enteran de que las
cosas no van tan mal como ellos y ellas esperaban.
¿Razón de tales comportamientos? ¿No será que, entre no
pocos de los políticos españoles, la desesperada ansia de poder ha llegado a
convertirse en alienante enfermedad?
¡¡Calma, chicos y chicas!! Puesto que se ve claramente
que carecéis de vocación política…, ¿os cuesta tanto trabajo reconocer que,
para ganarse la vida, existen caminos menos
estresantes que la Política, a la que tratáis de tan chapucera manera?
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