sábado, 11 de febrero de 2012

LA OCLOCRACIA GRIEGA


Según la definición de Polibio, historiador griego del siglo II a.  C., “Oclocracia es la tiranía de las mayorías incultas  (-oclos-)  haciendo uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas" y la explica como el resultado de “las ilegalidades y violencias que tolera una débil democracia”.
Más cerca de nosotros, J. Mackintosh (1765-1832) ve en la “Oclocracia la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso, como el despotismo del tropel, nunca el gobierno de un pueblo”.  ¿No es eso lo que vemos que está ocurriendo en la Grecia del siglo XXI, víctima de una gravísima muestra de irresponsabilidad colectiva que parece crecer y crecer hasta arrastrar a todos  los que se mueven  (¿ nos  movemos?)  en su misma  órbita?
 Los griegos universales, Platón y Aristóteles, que coincidieron en muchas cuestiones sobre el humano discurrir, mantuvieron posiciones muy  poco coincidentes  en Política, hasta el punto de que, en la jerga actual, podríamos decir que el primero era de extremo-izquierda y el segundo liberal conservador o de centro-derecha: una ojeada a “La República” y a “La Política”,  respectivas obras de uno y otro,  confirmarán esta apreciación.
Para Platón, idealista hasta la médula, el buen entendimiento entre unos y otros nacía de la impersonal y obligada aceptación  de la inamovible división social en Filósofos, Guardianes y Trabajadores,  tres clases o colectivos en los que lo personal ha de ser  radicalmente sacrificado en aras de lo comunitario que se extiende hasta la propiedad colectiva de mujeres e hijos.  
Aristóteles, “muy amigo de Platón, pero mucho más amigo de la Verdad”,  vivió verdaderamente  obsesionado por obtener una perfecta comprensión de las cosas desde la objetiva y paciente observación de la raíz natural de la “materia en todas sus formas”, incluida la espiritual que corresponde a la condición humana. En su famosísima “Política” no se anda por las ramas y, en lugar de inventar  irreales supuestos  (lo que Platón llamada ideas) que,   por sí mismos, habrían de cambiar  la naturaleza de personas y cosas, bucea en la específica  realidad humana para apuntar las condiciones de las menos malas formas de convivencia, entre la que, por supuesto, no estaba la tiranía de una multitud desenfrenada.
Si Aristóteles hubiera conocido al Cristianismo, habría dicho que, para el progreso real, no hay mejor edificio que el que descansa en las columnas del Amor y de la Libertad. Bien sabemos que una aproximación a esa posible realidad  nos viene dada por la civilización greco-romana-cristiana en la que, mal que pese a tantos “ilustrados” de pacotilla,  hemos sido educados  y que, ojalá, sigamos apreciando en sus esenciales valores.
¿Puede ocurrir en España lo que está ocurriendo ahora en Grecia?  No,  si dejamos seguir su curso a un sentido común que, por ejemplo, muestra cómo, para que surjan y se desarrollen más y más oportunidades de empleo, es imprescindible que emprendedores y desempleados se vean suficientemente  motivados  para caminar en la misma dirección: es  lo que  intenta el actual Gobierno Español con la corrección de anteriores insuficiencias y errores, ello a pesar de que no son pocos los que  escurren el bulto manteniendo ideas y acciones de un viejo, viejísimo, ideal-materialismo.
Es ése un  ideal-materialismo,  según el cual todo se resuelve con ideas sin necesaria relación con la realidad  y sí que en el perenne enfrentamiento o “dialéctica de supuestos contrarios”, con el que se hizo fuerte el periclitado Carlos Marx:  si materialista y nada más que materialista a fuer de egoísta es el Capital Especulativo y Explotador,  materialistas y no menos egoístas han de ser los supuestamente explotados hasta convertirse en explotadores,  es lo que, siguiendo a tantos fracasados maestros,  vienen a proclamar los aprendices de “brujo salvador”,  a sabiendas de que ello lleva a un aborregamiento general  en el que campa a sus anchas esa dictadura  del desenfreno, que puede dar pie a la aparición  de los más bajos instintos del  tirano de turno  ¿es lo que buscan los que, en lugar de razonar sobre lo que conviene a la mayoría de los españoles, llaman a la rebelión sin tregua, salga el sol por donde salga y aunque ello nos lleve a la miseria sin remedio?

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