martes, 17 de abril de 2012

¿Qué es la Hispanidad?

Se cree que fueron los fenicios los que llamaron Hispania a la península que los griegos conocían con el nombre de Iberia e Hispania fue llamada por los romanos, a los que costó doscientos años conquistarla (desde el 218 hasta el 19 a. C.). Al ser romanizada, Hispania fue dividida en tres provincias: Hispania Ulterior Baetica, Hispania Citerior Tarraconensis e  Hispania Ulterior  Lusitania
Lo que es hoy Portugal formaba parte de la Lusitania y, por lo tanto, era tan “hispánico” como cualquier otro territorio peninsular. En puridad, el concepto Hispanidad, que se deriva de Hispania, afecta tanto a Portugal como a España; en razón de ello no será impropio englobar a Brasil en el término Hispanoamérica, como tampoco lo es considerar hispana la herencia histórica tanto de España como de Portugal, naciones hermanas estrechamente unidas en las épocas más fecundas de las respectivas historias.
Dicho esto y habida cuenta de lo que la civilización hispánica ha influido y sigue influyendo en la Historia, podemos atrevernos a considerar a la Hispanidad un valor del mismo carácter y similar influencia cultural a como lo fue y, en cierta forma, sigue siendo la Romanidad o Latinidad; así pues, cuando nos referimos a América Central y del Sur ¿no serán más específicamente nuestros (de portugueses, españoles y los hermanos de América y otras partes del mundo)  los términos Hispanoamérica o Iberoamérica que el más indefinido Latinoamérica?
Llegado a este punto, es el momento de preguntar ¿qué es la Hispanidad? Cierto que fue un término que despertó amplio eco en las primeras décadas del siglo pasado, pero como referido exclusivamente a personas y pueblos que se mueven en la órbita cultural de lo español. Desde mi modesta posición, reivindico aplicar el concepto Hispanidad  todo lo que se refiere a la Península Ibérica y que debiera seguir siendo uno por coincidencia de origen además de paralela proyección histórica y no lo es por simples rivalidades dinásticas, que, hoy por hoy, están más que superadas, máxime si nos tomamos en serio eso de la afinidad de culturas y de la unión ante la adversidad.
Cierto que, en los siglos XV y XVI,  los hispanos  (portugueses y españoles) “incorporaron” a su órbita cultural multitud de pueblos siguiendo las corrientes de la historia con todo el trasfondo de ambiciones atropellos y alguna que otra generosa intención: la realidad está ahí y obvio resulta perderse en dimes y diretes sobre si yo abusé de ti o tú de mí; lo cierto es que todos estamos en el mismo barco y que, los hispanos, querámoslo o no, gozamos de un fondo común que debería ayudarnos a entendernos mejor. De ese fondo común, la Hispanidad, podemos hacer valer lo mejor de nuestra Civilización, que ¿quién lo duda? abarca bastante más que las comunes formas de hablar y simples relaciones comerciales: podemos hablar de intereses comunes y, también, de un humanismo de “carácter” hispánico en cuanto está ligado a específicas formas de entender la Religión, el Derecho y la común Historia. En razón de ello, bueno sería que, cuando un poderoso de determinado país hermano “va por libre” y perjudica indebidamente a otro hermano de sangre y cultura, los demás hagan lo posible por recuperar la necesaria armonía “familiar” entre todos.
Ante lo que está ocurriendo estos días ¿Puede ser algo más que un sueño esta idea de la Hispanidad?

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