lunes, 14 de mayo de 2012

¿Racionalización y multiplicación de las escasas oportunidades de empleo?


Es por imperativo moral por lo que hoy me atrevo a sugerir un remedio de urgencia a la sangría del desempleo. Quiero creer y creo que el gobierno del señor Rajoy está haciendo lo que debe y puede para recuperar la confianza de emprendedores e inversores, cuestión imprescindible para salir del atolladero en el que nos han dejado los sucesivos gobiernos de los señores  Zapatero y Rubalcaba, Rubalcaba y Zapatero.
De la herencia que está ahí, lo más sangrante e intolerable es el progresivo desempleo que, además de la ruina económica para cientos de miles de familias degrada  a tantos y tantos condenados al ocio involuntario con la terrible consecuencia de que éste se puede convertir en voluntario por tiempo indefinido.  Ante ello, uno piensa que cabe hacer algo más que las necesarias y urgentes "reformas estructurales": este algo no requiere más que un simple plumazo del BOE. 
A riesgo de caer irremisiblemente en la “incorrección política”, lo que hoy me atrevo a sugerir como remedio de urgencia a la sangría del desempleo ha de aplicarse en dos series de medidas: la primera consistirá en que los costos salariales de las empresas tengan una reducción inversamente proporcional al número de empleados que tienen o proyectan tener en nómina; la segunda es que, apoyándose en la inmediata sustitución del concepto salario mes por el salario hora en todos los ámbitos de la economía nacional, a la par que se favorece la mayor precisión entre emolumentos y presencia productiva, se incrementen todo lo que se puedan incrementar las posibilidades de que las nuevas oportunidades de empleo, que, seguramente, surgirán en cuanto pueda fluir de nuevo el crédito, beneficien a mayor número de personas; ello añadido a una envidiable situación en la que veteranos trabajadores, amas/amos de casa con acuciantes cargas familiares, amigos del pluriempleo, estudiantes y demás… se apunten a reducir tal o cual jornada de trabajo conservando los derechos adquiridos y  sin que ello afecte a la productividad de sus respectivas empresas, algunas de las cuales podrían cambiar la estructura productiva introduciendo en ella dos o más turnos.

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