martes, 1 de mayo de 2012

1M: Trabajo para todos, Derecho Natural


Es una Sociedad gravemente enferma aquella que resulta incapaz de ofrecer motivaciones al pleno desarrollo de la iniciativa personal de todos y cada uno de sus ciudadanos, sean estos ricos o pobres, empresarios o asalariados. Para una Sociedad, que aspira al progresivo desarrollo de sus posibilidades, el pleno Empleo es una natural exigencia y, para sus gobernantes, es igualmente natural exigencia el asumir responsabilidades respecto a una “equilibrada disponibilidad de estímulos” tanto hacia el mundo del Capital como del Trabajo. Desaprovechar las diversas fuentes  de estímulos constituye un grave atentado a la Libertad y, por lo mismo, actúa como enconado enemigo del Progreso. Acaparar o despilfarrar bienes privándoles de su jugo social es un tropelía que se traduce en una traba para la felicidad del propio inductor o protagonista (el poder político o los títulos de propiedad se legitiman y consolidan cuando se proyectan hacia el perfeccionamiento, multiplicación y difusión de los bienes potencialmente asequibles a la mayoría). Es gravísima desgracia nacional ignorar o, mucho peor aún, neutralizar el libre desarrollo del caudal de energías que las personas, distintas unas de otras y con capacidades complementarias, están en el derecho de aplicar a la cobertura de las carencias de su entorno. Consecuentemente, Progreso en vías de consolidación, será  aquel que, por caminos de libertad, incrementa las responsabilizaciones precisas para la necesaria multiplicación, mejor distribución y máxima proyección de los bienes naturales, lo que, por Ley Natural, se traduce en suficientes oportunidades de empleo.  Reniega, pues de su principal responsabilidad un Poder público que no se fija como esencial preocupación el total aprovechamiento de bienes y energías disponibles. Cuando ese Poder público asume a conciencia su principal responsabilidad, el Trabajo para todos resultará  un ineludible Objetivo Universal.
No sólo estar  juntos porque así lo determinan la geografía y  la inercia de los tiempos: sentirse juntos para abordar algo realizable, un proyecto incitador de voluntades “¿Para qué, con qué fin y bajo qué ideas ondeadas como banderas incitantes?”. La unión se hace para lanzar la energía española a los cuatro vientos, para inundar el planeta de nuevas ideas y de nuevos modos de cubrir ancestrales necesidades.
En el éxito de las empresas una buena parte depende del sentido de la oportunidad: ¿qué mejor resquicio para el desarrollo que el romper tanta manía de manipulación por parte de la Sociedad Opulenta y ocasionales portavoces. La Weltpolitik de los españoles pasa por un “ambicioso afán de personalización” sin atropellos de ningún estilo, con la aplicación de las más ricas peculiaridades  sobre el "mosaico" universal... dentro de un claro objetivo unitario: esto último es la pieza fundamental del Proyecto de tal forma que, cuando falla, los buenos propósitos se desvanecen en pura retórica si es que no se traducen en retrógrado egocentrismo. En esta reflexión seguimos a Ortega y Gasset, quien, ya en su tiempo, echaba en falta para España la “idea de grandes cosas por hacer” en un “sugestivo proyecto de acción en común”.
¿Qué mejor “sugestivo proyecto de acción en común” que el de volcar cuanto tenemos y valemos hacia la cobertura de tantas carencias de millones y millones de potenciales clientes nuestros en respeto a las “Leyes del Mercado” sí, pero no a tantas hipócritas consignas de los países más poderosos cuyo afán de colonialismo universal es tan evidente? Con los pies en la tierra, prudentemente  y  con evidente voluntad de no desperdiciar ninguno de los recursos humanos y materiales disponibles ¿no se podrían romper o, al menos, reducir al mínimo imprescindible los cercos de  la desmedida especulación para  superar el triste y alienante consuelo del subsidio y trabajar lo que podemos trabajar?

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