viernes, 15 de junio de 2012

HABLEMOS DE LAS TERTULIAS TELEVISIVAS


Soy uno de los muchos ciudadanos que, llevado de los deseos de estar bien informado sobre la cosa pública para obrar convenientemente a la hora de votar, seguía con verdadero interés lo que se decía, comentaba y contradecía en las tertulias televisivas de aparente color neutro…
Ello ha sido así hasta que me he dado cuenta de que la mayoría de ellas, sino todas, escasean en eso que se llama ponderación y que, en román paladino, debe traducirse por  lo de “al pan, pan, y al vino, vino” y, si las sigo, es para distraerme y no para tomar nota de las mejores soluciones. Es más: he comprobado que, incluso los moderadores más afanosos por llegar a conclusiones positivas, son víctimas del presunto índice de audiencia y, para no herir susceptibilidades y quedar en paz con todo el mundo, dejan que grite más el que viene mejor pagado o menos razón tiene mientras que todos y cada uno de los otros no tienen mayor afán que el de lucirse con su particular y tantas veces vacío discursito; es así  cómo la mayoría de los sufridos televidentes optan por el abotergante “ni fu ni fa”.
Yo diría que, al igual que en el resto de los programas, en las tertulias políticas el único valor que cuenta es eso del índice de audiencia. Si ello es así ¿qué  camino nos queda a los ciudadanos de a pie para acertar a comprender cómo va realmente la economía y demás asuntos que condicionan nuestras vidas? ¿habremos de dejarnos convencer por el que más grita o por el que disimula su pobreza de argumentos con lo de que “tú eres malo, luego yo soy bueno” o “de todo lo pasado eres tú el que tiene la culpa porque no eres capaz de resolverlo en un santiamén”? ¿Sabéis de argumentos demagógicos más torticeros e  imbéciles?
Dicho todo lo dicho, permitidme un consejo: sin atávicas obsesiones, ciegas devociones por tal o cual tertuliano amigo de templar gaitas  ni estériles pesimistas interpretaciones, abrid los ojos a la realidad de lo que está ocurriendo en España: ella os hará ver que no todos los políticos son iguales y, por lo tanto, entre ellos los hay honrados, prudentes, trabajadores y más dignos de fiar que los que nos han puesto en donde estamos.  
Claro que la nuestra es muy mala situación, que, en la Aldea Global, los países emergentes están jugando su partida y nos obligan a cambiar nuestra escala de prioridades en tanto en cuanto nos están haciendo más pobres e improductivos…, pero no nos cabe otra solución que la de mirar hacia adelante, no desbarrar, soltar lastre, trabajar (incluso cuando parece que se nos cierra el camino para hacerlo e impedirnos ser todo lo que podemos ser) y procurar acertar a la hora de dar nuestra confianza y nuestro voto a los más sinceros, más eficaces y menos malos de nuestros políticos. Radicalmente mentira eso de que todos los políticos son iguales; ya lo dijo no sé quién: les hay más iguales que otros.
Por cierto, hoy por hoy, somos Europa y vivimos bajo la tiranía del Euro ¿no os habíais dado cuenta? 

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