lunes, 29 de abril de 2013

NI VUELTA ATRÁS, NI CASTILLOS EN EL AIRE


Desde un encabritado secretario general de la decadente oposición hasta algún muy famoso periodista que, subido al pedestal de las grandes audiencias, sueña con un mundo a su medida, muchos son los que critican y critican haga lo que haga el Gobierno, sobre todo si una superficial interpretación facilita el exabrupto o la gratuita divagación. Triste consecuencia de ello es que el ciudadano de a pie termina por refugiarse en el más estéril de los pasotismos cuando no se deja llevar por  las desabridas voces de la calle o por las consignas de los que hacen política como el que juega a la petanca tirando a dar y nada más que tirando a dar.
A poco que discurramos sobre lo que ha hecho el Gobierno en los últimos diecisiete meses, habremos de reconocer que le situación de hoy es bien distinta que la heredada gracias a un “Plan Nacional de Reformas” orientado al crecimiento a partir del previo saneamiento de las cuentas públicas, hechas unos verdaderos zorros en la etapa socialista. No es de recibo el intento de agravar la enfermedad con más deuda o, como sugieren los más irresponsables, dejando de pagar lo que se debe: sería una vuelta atrás de la que solamente se sale siguiendo el camino de Cuba o de Corea del Norte con la subsiguiente universalización de una  progresiva miseria: mal de todos, consuelo de tontos. Tampoco lo es el hacer creer que un “castillo en el aire” es buen cobijo contra la desesperanza.
Prudencia, generosidad, libertad y sentido común son valiosos ingredientes para no desvariar, mientras que, para no desesperar, bueno es reconocer que vamos por el buen camino al tener en cuenta cómo el Gobierno está dispuesto a seguir reduciendo el gasto público,  está volviendo la inversión exterior a España, la racionalización del sistema financiero favorecerá la fluidez del crédito a familias y empresas,  la bajada histórica de la prima de riesgo adelanta la recuperación económica, se  está arreglando lo que hizo el PSOE con las preferentes…
Claro que cabe preguntar ¿volveremos a razonables niveles de empleo cuando la crisis pierda su actual virulencia?  A fuer de sinceros, responderemos que, a pesar de que todo se enderece como cabe esperar,  habrá que hacer algo más para que la lacra del desempleo deje de ser un drama nacional.
Ese algo más está en la línea de lo que venimos diciendo en repetidas ocasiones y tratamos ampliamente en el libro “Trabajo para todos en tiempos de crisis”:  No puede haber pleno empleo cuando, gracias a la imparable revolución tecnológica,  las cosas a producir requieren cada vez menos tiempo y menos participación de la acción manual,  ello sin tener en cuenta la creciente competencia de las llamadas economías emergentes.
Lo dicho: en la medida de la responsabilidad y las posibilidades de todos y cada uno de nosotros, abordemos la situación "sin vuelta atrás" y sin “levantar castillos en el aire”. 

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