sábado, 5 de noviembre de 2011

Lo que nos jugamos el próximo 20N

En las actuales circunstancias, no podemos renunciar al legítimo progreso en todos los órdenes ni abandonar a España a su aire como posible víctima de tantas y tantas tensiones  de disgregador particularismo. Por ello, da escalofríos pensar en que los españoles no acertemos con la única salida hoy posible para salir del túnel en el que nos ha colocado el gobierno del señor Rodríguez Zapatero, el mismo en el que el señor Pérez Rubalcaba participó de forma muy destacada y con no menos responsabilidad que el propio Presidente.
Hoy el señor Rubalcaba pide nuestro voto conminándonos a “pelear por lo que queremos”. Está claro que lo que queremos es librarnos de los malos gestores ¿acaso nos ha demostrado que no es él uno de los peores gestores durante estos pasados años y algunos otros en los que también hizo lo que todos sabemos al lado de su jefe de filas de entonces? Pero, sobre todo, queremos recuperar las perdidas oportunidades de empleo, libertad para educar a nuestros hijos según las propias convicciones y que se nos devuelva el prestigio internacional perdido, que España, más que un concepto “discutido y discutible” sea vista como lo que ha sido y puede ser  por todos, empezando por nosotros, los españoles de cualquier latitud. Queremos también que no se utilicen mentiras y torticeros argumentos para hacernos ver que el terrorismo y otros crímenes son opciones dignas de olvido siempre que tengan políticos que no los condenen.
Señor Rubalcaba, bien recordamos de usted aquello de “no queremos un gobierno que nos mienta”. ¿De verdad que todo lo que usted ha dicho y sigue diciendo es la pura e inamovible verdad? Dicen los expertos que usted, que tienen una especial facilidad de palabra,  se libra de mirar a los ojos al que le interpela o acusa sobre hechos que todos recordamos…
En lugar de pelear (palabra que suena a guerra), de lo que se trata es de votar por Mariano Rajoy,  el único que, hoy por hoy, nos ofrece confianza, no nos ha mentido nunca y muestra tener capacidad para ayudarnos a salir del túnel si logra la mayoría necesaria, de forma que resulte inviable cualquier interesada connivencia de los perdedores.
Más que nunca, es imprescindible calibrar bien la utilidad de nuestro voto.

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