viernes, 13 de julio de 2012

Menos demagogia y más responsabilidad patriótica


Es lo que pedimos a cuantos, sin tener clara vocación de servicio, se han situado en la política como en un sillón en el que medrar sin dar un palo al agua y, lo que es peor, sin preocuparse de que lo que corean o votan va en contra de lo que descubrirían en los recovecos de la propia conciencia  a nada que discurrieran sobre eso tan esencial para las personas mínimamente generosas y con sentido de la responsabilidad. Son estas personas las que reflexionan y actúan para  luego reflexionar  sobre los resultados de su acción  sin dejar de preguntarse humilde y libremente: ¿de dónde vengo? ¿quién soy? ¿adónde voy?  ¿qué he de hacer para estar en paz conmigo mismo?
En la imprescindible recuperación de la maltrecha economía española, desde el más humilde de los ciudadanos hasta el propio Rey, tal como él señala en el Consejo de Ministros, que ha presidido (13/09/12)  “hemos de considerar fundamental trabajar con el mayor rigor, con visión de futuro y con la mirada puesta en todo momento en el interés general y el bien común de todos los españoles", subrayando que "nadie puede quedar excluido de los efectos de la recuperación económica deseada” y pensando "particularmente en los jóvenes y en quienes sufren cada día la desazón por la falta de empleo y perspectivas de futuro".
Mala, muy mala es la herencia recibida por Rajoy y su equipo y, ante ello, lo menos que debemos pedirnos todos es una elemental dosis de realismo:  ¿Qué se puede hacer sin dinero y con una brutal deuda equivalente al Producto Interior Bruto?  En mayor o menor grado, “hemos cantado y bailado como la cigarra” sin preocupación ni previsión por lo que  un elemental sentido común veía venir cuando, tras los años de “vino y rosas”, surgiera la época de las vacas flacas sin ahorro alguno para hacer frente a las más elementales necesidades.
Es así cómo, durante los últimos seis meses del gobierno del PP y a pesar de imprescindibles y dolorosos “ajustes”,  la deuda pública ha subido y subido hasta los intolerables niveles que ahora conocemos.
Algo había que hacer  hasta el límite en el que “no sea peor el remedio que la enfermedad” y, según los expertos no condicionados por la política de vía estrecha, en esa dirección va  el objetivo de ajustar 65.000 millones de euros en dos años y medio. ¿Que ello implica subir el IVA normal del 18% al 21% y  el reducido del 8% al 10%, tocar otros impuestos, eliminar gastos en tal o cual organismo inoperante, aplazar hasta dentro de tres años la paga extra de Navidad  de los funcionarios y diputados, reducir en la misma proporción los sueldos de ministros y demás, aminorar subvenciones, etc., etc…?  ¿Alguien conoce  medidas más efectivas y menos traumáticas? Que las exponga, aunque solo sea por un mínimo poso de patriotismo.
Pero que  nadie con responsabilidad política en gobierno o en la oposición use del torticero truco de que cuanto peor para los demás mejor para sí mismo o su equipo.
Claro que, si se trata de apretarse el cinturón en todas las administraciones, en especial las más endeudadas como es el caso de nuestro Ayuntamiento de Alcorcón, habrá que hacerlo porque así lo exige la salida del túnel  y ello empezando por los que más responsabilidad tienen y siguiendo por todos los demás sin escapadas por la tangente ni eso tan humano (y hoy nefasto para todos) de “lo mío que no lo toquen”.
Al respecto, da grima la demagógica rebeldía de ciertas despilfarradoras comunidades autónomas  o la invitación a incendiar la calle de los que, sencillamente, cobran por pensar en los demás.  Es la hora  de  actuar para salir adelante, sacrificándose en todo los que a cada uno corresponda sacrificarse… no de escaquearse con palabras, palabras, palabras… aliñadas con alguna que otra imbécil y criminal apelación a las barricadas

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