lunes, 3 de febrero de 2014

FUNDAMENTALISMO VISCERAL DE CIERTA IZQUIERDA

Se inició en Burgos, estos días está ocurriendo en nuestra Ciudad y a saber en dónde surgirá la próxima ola de esa orquestada,  gamberril y desorbitada violencia callejera, que, por supuesto, siempre pretenderá apoyarse en una más o menos legítima, justa o desorbitada, reivindicación.
¿El ver lo que está ocurriendo no es motivo más que suficiente para que aquellas organizaciones (partidos, sindicatos, etc.) que, en uso de las libertades que otorga la Constitución, se sirven de masivas protestas o manifestaciones, piensen detenidamente y se organicen en consecuencia para  que ese tipo de actos, por legítimos que sean, no pierdan todo su valor moral en cuanto derivan en grave perjuicio para la tranquilidad y bienestar de los ciudadanos? ¿Acaso la libertad es exclusivo privilegio de los gamberros y violentos?
A estas alturas del siglo XXI, cualquiera que presuma de “tener dos dedos de frente” bien puede ver que no hay razón alguna para que la mayoría viva a expensas de unos pocos, los mismos, que se apresuran a pescar en cualquier río revuelto y que, para cubrirse en salud, presumen ser de izquierdas… Y, si aún viéndolo, mira para otro lado ¿qué hemos de pensar de él? ¿Qué cuanto peor para todos mejor para él? Y si se auto titula de izquierdas ¿qué clase de izquierda es la suya? ¿la del palo y tente tieso? ¿la de “destruir es una forma de crear”? ¿la de “cuanto peor para todos mejor para mí”?
Queremos creer que hay una cierta izquierda para la cual  la “justicia social” es su principal valor, aunque, la verdad sea dicha, hasta la fecha, sus teorizantes  no hayan definido bien los más adecuados caminos para alcanzar y consolidar  una justicia social que se apoye en el trabajo, el amor y la libertad.  Razón de más para que esta izquierda, que pretende estar a la altura de los tiempos, huya de vender gato por liebre y se declare abiertamente contra cualquier violencia callejera, aunque solo sea para que sus adictos vean bien diferenciada  su doctrina de la que predica y practica la otra fundamentalista y visceral izquierda en la que se refugian los alborotadores y gamberros de oficio.

Si los líderes de la izquierda  sindical, que pretende ser moderna y civilizada, además de rehuir su “probada responsabilidad” en cualquier convocatoria que deriva en violencia, tratan de recoger las nueces de los árboles que otros agitan…, deben, en rigor, asumir las consecuencias entre las cuales ¿por qué no? están las que pueden y deben fijar los jueces.   

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