Con todo el respeto para las diversas opciones políticas
de la actualidad española, este ciudadano de a pie, que no vive de la política,
pero que sí que se cree en la obligación de participar en política, sobre todo
a la hora de votar en todas y en cada una de las convocatorias electorales que
le afectan, se permite la siguiente observación: a la vista de que todos los portavoces o
voceros de los más señalados partidos de izquierda, como en estado de alerta,
parecen haberse puesto de acuerdo para tildar de errónea e incluso nefasta la
labor del actual gobierno, cuyas prioridades, como a la vista está, son
arreglar no pocos de los entuertos de su predecesor por el camino de la lógica,
de la Economía Racional y de una
elemental justicia social de forma que, con el menor sacrificio para los más
desfavorecidos y lo más pronto posible, recuperemos posiciones perdidas en el
camino del progreso y de la estima de los verdaderos creadores de riqueza.
Reconozcamos que sin recursos suficientes, lo que haya
que repartir irá a los más poderosos, y que, para aumentar esos recursos no
existe mejor solución que facilitar el camino a los emprendedores, que no son,
precisamente los que predican que “destruir es una forma de crear”, que
empobrecer a los más pudientes es lo
lógico para sacar más del menos o, algo más pernicioso aún, que esa
responsabilidad personal que se alimenta del trabajo, la generosidad y la
libertad debe ceder el paso a la despersonalización colectiva para que los
nuevos vendedores de ideologías imposibles se sientan en el machito del poder.
Claro que algunos de éstos hablan de tal forma que logran
no pocos seguidores a los que no parece importarles perderse en el camino de
países como Cuba, Corea del Norte, Venezuela, etc., etc., el mismo que antes
siguió la Unión Soviética y sus satélites con los resultados que todos
conocemos. ¿Existe alguna razón para que, visto lo visto, por arte de
birli-birloque, las ideas y las políticas, que han sembrado y continúan
sembrando la ruina en lugar del progreso, se conviertan en las columnas de la
llamada “sociedad del bienestar”.
Bien sabemos que la extrema izquierda no escucha otras
razones que las muy viejas de sus maestros a los que conceden una buena
voluntad o “amabilidad” de las que no dieron prueba alguna, pero ¿qué decir de
la “izquierda moderada” de la actualidad que, con tal de que el equipo, que
actualmente nos gobierna se vaya a la oposición, parece estar dispuesta a
repetir lo del “cordón sanitario”? ¿no parece más justo y lógico abandonar la
crítica por la crítica y tratar de ganarse la confianza de los electores
perdidos mostrando que son muy capaces de continuar en el camino de la
recuperación, que es, justamente, el camino del progreso, a base de mejorar lo
mejorable y cubrir con aciertos los fallos que siguen existiendo?
Hubo un tiempo, protagonizado por Felipe González, en el
que, junto con no pocos desaciertos, los españoles pudimos apreciar medidas que
sí que representaron apreciables pasos en el camino del Progreso; ello nos
anima a preguntar ¿no creen los nuevos líderes socialistas que para, obrar como
auténticos progresistas, deben olvidarse de la asociación con los que en el
único progreso en el que creen es en el que afecta a sus exclusivas vidas?
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