miércoles, 28 de septiembre de 2011

El Pleno Municipal que podríamos presenciar y aplaudir

   “Nuestra política no copia las leyes de los países vecinos, sino que somos la imagen que otros imitan. Se llama Democracia porque no solo unos pocos, sino muchos, pueden gobernar. Si observamos las leyes, aportan justicia por igual a todos en sus disputas privadas; por el nivel social, el avance en la vida pública DEPENDE DE LA REPUTACIÓN Y LA CAPACIDAD, no estando permitido que las consideraciones paridistas interfieran con el mérito. Tampoco la pobreza interfiere, puesto que, si un hombre puede servir al Estado, no se le rechaza por la obscuridad de su condición”…  Es lo que el historiador griego Tucídides puso en boca de Pericles.
   Si duró muy poco o no fue realmente así la Democracia Ateniense, claro que pudo ser  y durar si la clase política de entonces, superando las estériles discusiones sobre el “más eres tú”, hubiera sacrificado sus intereses particulares por el bien de la Comunidad. Viene esto a cuento a la hora de enjuiciar lo que normalmente ocurre en los Plenos Municipales de nuestra Ciudad: el legítimo Gobierno recientemente salido de las urnas quiere gobernar mientras que la oposición se encierra en el no y no como respuesta al tiempo que se pierde en maniobras de distracción ¿habrá alguna posibilidad de entonar un constructivo “mea culpa” y arrimar el hombro, aunque solo sea para hacer méritos que, sin duda, tendría en cuenta la ciudadanía en la siguiente confrontación electoral?
   Está muy bien que los ciudadanos de a pie presenciemos los Plenos en silencio y con sentido de la equidad y de la proporción.  Por cuestiones familiares, el que esto escribe llegó al Pleno del pasado día 26 tarde y con la sala abarrotada de público;  estuvo de pie hasta que encontró un hueco y, mira por donde y a propósito de una de esas “dialécticas” maniobras de distracción, pudo oír entre sus vecinos de asiento todo lo que uno se puede imaginar de descalificaciones e insultos de la peor jaez dirigidos al Equipo de Gobierno y al Partido en que se apoya. Al creerse en la obligación de pedir moderación, escuchó: me doblo en lo que he dicho y, si no quieres oírlo,  ya sabes lo que te toca ¿es ésa la forma de hacer Democracia?
    Esa misma noche, al espectador, que esto escribe, le gustó soñar en la posibilidad de que, en nuestra Ciudad, especialmente maltratada por la Crisis y anteriores desorbitados  gastos,  los que fueron gobierno y ahora son oposición habían pasado por la necesaria y merecida cura de humildad y cumplían con su obligación de ayudar a mejorar lo mejorable, sobre todo, porque nos jugamos la imprescindible y aun posible recuperación.  Sin duda que no es tarde para ello: basta que se superen las desazones del cambio de situación para comprometerse a no salir de los límites de la crítica constructiva con oportunas aportaciones a los proyectos de ahorro, inversión y mejor servicio. Es entonces cuando podremos asistir a Plenos que merecen ser cerrados con el aplauso de todos los asistentes, máxime si queda claro que lo de rabiar por rabiar no pasa de ser una gran estupidez.

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