martes, 13 de septiembre de 2011

¿Qué es, en realidad, el socialismo español?

    Según  la Historia,  el Partido Socialista Obrero Español fue fundado  por el tipógrafo Pablo Iglesias Posse  (1850-1925) el 2 de mayo 1879 en la  taberna Casa Labra de Madrid (Tetuán, 12). De familia muy pobre y huérfano desde los  9 años,  Pablo Iglesias aprendió el oficio de tipógrafo y vivió de él  al tiempo que se dejaba  arrastrar por los movimientos reivindicativos que empezaban a cobrar fuerza en la España del Sexenio Revolucionario;  en 1869 se afilió a  la Asociación Internacional de los Trabajadores, cuyos líderes eran entonces Marx, Engels y Bakunin, éste en franca rivalidad con los otros dos, más partidarios del  llamado “socialismo científico” (el de la dictadura del Proletariado como objetivo esencial de la revolución)  que del “socialismo libertario”  (anarquismo),  propugnado por  Bakunín,  cuyo delegado en España, un tal Fanelli,  contaba con buen número de seguidores.  
    Para tratar de comer terreno a los bakunistas,  Marx delegó los asuntos de España en su hija Laura, marxista sin fisuras, y en el marido de ésta, el franco-cubano  Paul  Lafargue, antiguo proudhoniano  que, por  consideración a su esposa y suegro,  decía ser marxista aunque distaba mucho de considerarse a sí mismo un redimible  proletario;  de él es lo siguiente:  «El fin de la revolución no es el triunfo de la justicia, de la moral, de la libertad y demás embustes con que se engaña a la Humanidad desde hace siglos, sino trabajar lo menos posible y gozar intelectual y físicamente lo más posible; al día siguiente de la revolución habrá que empezar a divertirse».  En consecuencia con tal proclama, hizo furor un singular panfleto suyo titulado “Derecho a la Pereza  en el que defendía  el “derecho” a no trabajar más de tres horas diarias haciendo el resto del tiempo lo que a uno le venga en gana sin preocuparse lo más mínimo por la suerte de los demás.  Asumiendo que estaba en este mundo no  más que  para gozar hasta que el cuerpo aguante, se juramentó con Laura Marx, su esposa, a no vivir más allá de los setenta años y, efectivamente, ambos se suicidaron en 1911 cuando él estaba a punto de cumplirlos. Ésta es la pareja que, de hecho, introdujo el Marxismo en España hace ahora unos ciento treinta años (1871)
   Afincados en Madrid, hicieron valer sus ideas  en estrecho contacto con los líderes obreristas de entonces  en especial con Pablo Iglesias, quien, de inmediato, se declaró incondicionalmente marxista, y también con Anselmo Lorenzo, que siguió defendiendo su socialismo autogestionario con argumentos que decía encontrar en el propio Lafargue   dos aspectos diferentes, que le hacían parecer en constante contradicción: afiliado al socialismo marxista, era anarquista comunista por íntima convicción, pero enemigo de Bakunin por sugestión de Marx, procuró dañar al anarquismo; debido a esta doble manera de ser, produjo diferente efecto en quienes se relacionaban con él.»  
   Si excluimos  al matrimonio Lafargue-Marx,  la iconografía socialista española no cuenta con referencias intelectuales del eco internacional despertado por Bernstein, Kautski, Luxemburgo,  Guesde,  Jaurés,  Sorel..,  de forma que la pretendida coherencia de la ideología socialista española parece  compuesta de retazos de unos y de otros sin otra desvahida referencia central que la del marxismo revolucionario de los primeros tiempos. ¿Es ésa la razón por la que el expresidente Felipe González lanzó en el congreso socialista de mayo de 1979 aquello de “soy socialista antes que marxista”? Y eso ¿qué es? preguntamos  no pocos españoles.
    Esperamos la respuesta, a poder ser,  del propio candidato socialista a la Presidencia del Gobierno de España .

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