Es de sentido común el reconocer tanto que el responsable de una mala gestión gubernamental es el que gobierna como que lo pasado pasado está. Ello nos anima a exigir a cualquier político gobernante que no se vaya por las ramas y, consecuentemente, que rinda las cuentas que se le piden, sea sobre el “caso Faisán”, si el interpelado es un alto cargo del Gobierno Nacional, o sobre tal o cual despilfarro en la gestión municipal, si el que ha de responder a la interpelación es el alcalde de tal o cual municipio.
No nos vale el que, en lugar de relatar con pelos y señales lo que se ha hecho, cuánto ha costado, para qué sirve y si, por ejemplo, es un imprescindible bien para la Comunidad, se responda con el demagógico, socorrido y tantas veces indemostrable “peor lo hiciste tú”, máxime cuando el que interpela no pudo hacer la cosa mal en cuanto ni él ni nadie de su dependencia estuvo allí para hacerla… ¿no es mucho más valiente y honrado reconocer errores, pedir disculpas y hacer propósito de enmienda que, amparándose en la propia fuerza del cargo y sin otro propósito que el de distraer, acusar al legítimo opositor de lo que hicieron otros, sea o no sea tal como se cuenta?
Queremos para nuestra Ciudad un buen administrador que, sin salirse del Presupuesto, quiera y sepa hacer lo que conviene a todos cuantos en ella habitamos: que da ese perfil y que, por demás, sabe cómo va a recuperar la maltrecha economía municipal es lo que debe demostrar el que pretende continuar siendo alcalde; que no se vaya por los cerros de Úbeda refugiándose en eso de un “más eres tú” que ni viene a cuento ni tiene el mínimo peso de convicción.
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