miércoles, 29 de junio de 2011

EL LASTRE DE LOS VIEJOS Y LOS NUEVOS SOCIALISMOS


  
  Un “ilustrado” socialista nos dirá, por ejemplo, que socialismo es lo contrario al  individualismo, egoísmo, fascismo, imperialismo y, por supuesto, al capitalismo”,  lo que, de hecho, es evadir la respuesta que realmente nos interesa a los españoles: ¿en qué valores se apoya el socialismo para resolver los problemas,  que, directamente nos afectan?
   Es entonces cuando, probablemente, surja alguno otro  de los más “ilustrados” socialistas para respondernos con una frase tan redonda como la de aquel socialista autogestionario llamado Miguel Bakunin: "socialismo sin libertad es esclavitud,  libertad sin socialismo es barbarie".
  Con ello seguimos sin conocer los valores en que se apoya el socialismo y, también, sin saber si esa libertad, de que hablan los socialistas,  tiene algo que ver con la responsabilidad o la preocupación por llevar a la práctica valores que ayuden efectivamente  al progreso con que todos soñamos.

  Ahí es cuando, en nombre del sentido común, estamos en el derecho de exigir que, al margen de grandilocuentes frases,  se nos dé clara respuesta sobre en qué consiste eso del socialismo, del que, entre tantos otros,  hacen gala  los señores Zapatero y Rubalcaba y que, por lo que venimos comprobando, tan caro nos está resultando a todos los españoles, incluidos los socialistas de base.
  Ya antes de Marx y Engels,  existía  lo que estos mismos personajes, socialistas por antonomasia, calificaban de  socialismo utópico por  fiarlo todo a supuestos buenos deseos y carecer de un fundamento científico, que ellos presumían tener en cuenta al  haber “descubierto” que el meollo de la historia era la lucha de clases.
   Claro que, con aquellos o con éstos, si hay algo que se puede calificar de utópico, descorazonador  y absolutamente anti científico, es el afirmar que caminamos hacia un mundo de plena armonía enfrentándonos los unos contra los otros: tirios y troyanos, negros y blancos, ricos y pobres, separatistas y “constitucionalistas”, emprendedores y asalariados, “indignados” de aquí e “indignados” de allá, etc., etc.., todo ello en un revoltijo de odios e incongruencias que, mucho nos tememos, compone el capital político de no pocos que, uno no sabe porqué, siguen presumiendo de socialistas.
  Aun así, nos consta que, visto el rotundo fracaso en lo de la justicia social y una economía a la escala de los tiempos,  son muchos los dirigentes socialistas de hoy que pretenden hacerse fuertes con la pretensión de contraponer a valores,  que tienen probada consistencia para el obrar de la mayoría de los españoles, eso que ellos  se atreven a calificar como “conquistas del progreso”.   
  Tras este breve apunte ¿Veis alguna diferencia substancialmente apreciable entre los viejos y los nuevos socialismos? ¿Entre aquellos socialistas utópicos y éstos, que se autocalifican de progresistas?

2 comentarios:

  1. La unica verdad de éstos u otros socialistas, es que por donde pasan arrasan. Modernamente el socialismo está en quiebra técnica, como Alcorcón, donde gobierna. El dinero de los demás no vale nada y si además me gasto lo que no tienen ni los demás (genero deuda) pues mejor. Son todos iguales, no hay control, les da igual tu dinero y dicen eso de "haz todo lo que debas, aunque debas todo lo que hagas". (Pedro Castro).
    Ejemplo cerca: Cascallana, se gastó lo mío, lo de mi hijo, lo de mi nieto y lo de mi biznieto. Sinvergüenza ¡SI|, pero ahí dejó la cagada.
    Lo dice David P., esta forma de gobernar tenía que estar tipificada (penalmente) y alguno o alguna tendría más cuidado.
    Así me dan igual los socialistas de antes o los de ahora son todos iguales.

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  2. Luego de recordarte que, afortunadamente, en Alcorcón los socialistas solamente lograron 9 concejales frente a los 15 del PP con David Pérez a la cabeza y que, por lo tanto, no gobiernan, suscribo al cien por cien el resto de tu comentario y, por supuesto, estoy de acuerdo contigo en lo de que gastar por gastar un dinero que es de todos, debiera ser tipificado como delito; y, también, en lo de que todos los socialismos, por mucho que presuman de progresismo, lo que verdaderamente hacen es poner la marcha atrás en el tren del progreso.

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