domingo, 19 de junio de 2011

Hablemos de la ofensiva particularista a la España Democrática

    Obvio es recordar que, a raíz de su democratización, España está hoy formada por 17  “autonomías”, cuyos ciudadanos, en una inmensa mayoría, seguimos sintiéndonos orgullosos de pertenecer a un tronco común con unos valores, una lengua, una historia y una cultura, que dan a nuestra Nación una personalidad irrepetible. Y ello, aunque parte de los rectores de esas autonomías marchen a su aire sin otro objetivo que el de medrar aunque sea a costa de predicar la desunión.
    Muy cierto es que no pocos profesionales de la política (no políticos en el sentido que preconizaba Aristóteles) confunden a la Democracia con la ocasión de tomar para sí lo que es de todos mientras que otros (a veces, la mayoría) se dejan embaucar por estupideces al estilo de que “todo vale mientras no nos matemos unos a otros”. En razón de ello,  España marcha hacia atrás con sus cinco millones de parados y la progresiva pérdida de todo lo que hasta hace unos pocos años la hacía próspera y  respetable.
    Allá por los años veinte del siglo pasado, ante  parecida pérdida de rumbo Ortega y Gasset preguntaba ¿quo vadis, España? para exponer en frase lapidaria la causa de la peligrosa deriva: “La esencia que preside las relaciones de la España actual es un acentuado particularismo”.
    Tanto como el de entonces el de ahora es un particularismo tribal, como si el individuo se pegase a los de su tribu para dar carta de naturaleza a un radical egoísmo: es cuando lo gremial sustituye a lo social, cosa que estamos viendo con harta claridad en todas las esferas de la vida pública. Habrá, pues, particularismo sindical, judicial y, muy especialmente, particularismo nacionalista: me pego al otro y sacrifico mi personal capacidad de decisión a favor  del presumible interés de  un privilegiado grupo, del que me convierto en indiferenciada pieza. Desde tal apreciación, el llamado nacionalismo ¿no será una de las más perversas expresiones de excluyente y antidemocrático particularismo?
Sin andarnos por las ramas, reconozcamos que  esa expresión de particularismo tribal, cual es el fundamentalismo nacionalista, ocasiona el empequeñecimiento de sus promotores y actores, se da de bruces con la realidad de una nación que fue forjándose tal cual a base de incorporar las distintas capacidades de pueblos y personas y, además de hacernos a todos más pobres y menos libres, resulta insoportablemente caro.

2 comentarios:

  1. Excelente análisis sobre nuestra situación trival nacional separatista, que a eso es donde nos están llevando de forma tan horrorosa.

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  2. Muchas gracias por vuestro apunte: Es el desgobierno actual el más fecundo caldo de cultivo de todos los despropósitos (incluidos los indignantes de los "indignados") y de las torticeras embestidas particularistas contra la integridad de España, la libertad y bienestar de tantos y tantos españoles, que no nos merecemos un gobierno que no gobierna y, eso sí, miente como el peor de los chalanes.

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