Gastar y gastar es lo contrario de bien administrar

No son buenos políticos los que, en lugar de trabajar y trabajar por el bien de los ciudadanos, gastan y gastan muy por encima de lo que ingresan a la par que utilizan las siglas de su partido como aval de cualquier tipo de gasto, incluido el destinado a un desmedido realce personal sin importarles que ese mismo partido sea víctima de mil y una inconveniencias ideológicas o esté dirigido por personas que han perdido el rumbo.
Además de fieles a los valores dominantes en los mejores tiempos de nuestra Historia (recuérdese nuestro Siglo de Oro) seamos prácticos a la hora de enjuiciar a los políticos que solicitan nuestro voto, sintonicen o no con nuestras ideas.
A los que somos ciudadanos de la Comunidad de Madrid y vecinos de Alcorcón se nos ofrecen dos principales formas de gobernar: la de no gastar más de lo que se ingresa aplicando los recursos disponibles al servicio de los ciudadanos para alcanzar las cotas más altas en el cuidado de nuestros mayores y los más eficaces servicios de sanidad, educación, transportes, empleo, seguridad y limpieza o el entramparse multiplicando las superfluas burocracias e invirtiendo en proyectos de más que dudosa utilidad pública, aunque ello signifique desatender cosas tan de elemental justicia como el pago a los proveedores abocados a despedir a parte de su personal cuando no a la ruina total con el consiguiente deterioro de los servicios públicos.
Se nos dice que, en diciembre de 2010, la deuda de Alcorcón a proveedores superaba los 90 millones de euros en facturas impagadas mientras que la deuda a los bancos no baja de los 143 millones, lo que significa que, sobre las espaldas de los vecinos de Alcorcón, pesa la friolera de, al menos, 233 millones de euros, que vienen a ser unos 39 mil millones de las antiguas pesetas; aun así y dada la política de gastar y gastar ¿cuál será la sorpresa cuando, pasadas las elecciones, “se puedan levantar las alfombras”?: “Viendo el despilfarro alegre que hace Cascallana, no me quiero ni imaginar cuál será la deuda real que hay actualmente y de la que nos enteraremos el 22 de mayo”, confiesa David Pérez, ya conocido por todos los vecinos como muy posible sustituto del actual alcalde.
La forma de gobernar con rigor y eficacia es la practicada por nuestra presidenta Esperanza Aguirre, de la cual es aventajado discípulo David, Pérez, actual portavoz de la Asamblea y candidato a presidir nuestro Ayuntamiento.
Esa otra forma de gobernar que consiste en gastar y gastar dejándose llevar por la corriente del señor Rodríguez Zapatero es la que nos parece que ha seguido el señor Cascallana y, según él mismo ha afirmado, quiere aplicar para toda la Comunidad de Madrid el señor Gómez, rival de nuestra presidenta.
Consciente de lo que le espera y con ganas de aportar las urgentes y necesarias soluciones, David Pèrez ha manifestado que “lo más escandaloso es que cuando al Interventor General del Ayuntamiento socialista de Alcorcón se le pide que aporte información sobre la deuda a acreedores, su respuesta es que en ese consistorio ni se sabe lo que deben ni a quién se lo deben”;  ha explicado que la respuesta, que el pasado 17 de febrero recibió el Grupo Popular, es que “la relación de acreedores no integra la Cuenta General del Ayuntamiento desde el 1 de enero de 2006”, y añadió que “su obtención fidedigna requeriría de la correspondiente depuración y elaboración”. “La estrategia del Consistorio de Cascallana de ocultar la verdadera deuda que ha contraído con acreedores es una vergüenza, una deslealtad con los alcorconeros y un intento de manipulación". Es así como ve la situación el candidato del PP, para quien el regidor socialista utiliza a su antojo el dinero de los vecinos de Alcorcón, cuyo futuro está hipotecando por lo que adelanta el siguiente com promiso: “Pediremos explicaciones al Cascallana, que está jugando a la ruleta rusa con el futuro del consistorio”.
Recordado todo ello, nos toca decidir sobre a quién votar de forma responsable y conveniente para todos nosotros, aunque, para ello, algunos se vean obligados a romper con trasnochadas ideologías y viejos, viejísimos, prejuicios.