lunes, 16 de mayo de 2011

RIVALIDAD ENTRE SOCIALISMO Y LIBERTAD

Aunque con declarado entronque común, hoy como ayer, entre los  socialistas de distinta intensidad hay diferencia en la  elección del camino hacia la “Utopía Final”:  en los países menos desarrollados priva aquello de que los explotadores se conviertan en explotados; en sociedades como la nuestra se sugiere una utopía en la que prive lo de “rompe con viejos valores, vive a tu aire y déjanos velar por que no te falte un placer a ras del suelo".
A estas alturas de la historia, muy próximo el día 22, es de rigor reconocer que la reflexión socialista cultivada por el gobierno del señor Rodríguez Zapatero se alimenta más de abstracciones que de concreciones, va más orientada al mantenimiento de las posiciones “conquistadas” que a la serena reflexión sobre las causas de los más palmarios desequilibrios entre personas y pueblos... vive el uso y disfrute inmediato por encima o en lugar de una solidaria preocupación por revitalizar y bien distribuir todo lo bueno del progreso: de hecho, vive temiendo la libertad de los ciudadanos y ajena al marco de lo social en cuanto ha conquistado el Poder.
El socialismo de esa especie es una doctrina con muy pocas aunque significativas e indemostradas formulaciones:  huyendo de la verdad, se hace fuerte en una superficial consideración sobre los desequilibrios del momento en nombre o recuerdo de conceptos que, aprendidos de sacralizados viejos maestros, convierte o intenta convertir en otras tantas ideas fuerza. Es muy arriesgado identificar algo de ese estilo  con la preocupación por una mayor justicia social o con una ascendente marcha hacia la verdadera libertad.
Por demás, no es cierto que el voto de la mayoría justifique el ejercicio de un voluntarismo desaforado: en Democracia, los elegidos  lo son para ejercer claras responsabilidades de buena administración, cosa harto difícil cuando aplican a lo nefasto o inútil sus pobres energías y despilfarran el dinero público resucitando viejas historias o enturbiando la capacidad receptiva de los ciudadanos con utopías de puro humo cuando no de animalesca inspiración.
El elegido lo es, fundamentalmente, para servir al elector. Este último no siempre acierta, lo que, en definitiva obliga más que exculpa al elegido, a quien, en ningún caso, se le puede perdonar que prefiera sus subterráneos caprichos al bienestar y libertad de todos, incluidos sus propios electores.
Vistas así las cosas ¿qué razones hay para confundir  el socialismo que conocemos y sufrimos con una Libertad que a todos nos ayude a sacar de nosotros mismos esa personal capacidad  para realizar algo realmente útil para nuestro Pueblo y  nuestra Comunidad?

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